Sergio Massa trazó un panorama sombrío en lo social y económico. Evitó las críticas a Cristina Fernández de Kirchner y pidió avanzar en el armado de un espacio que garantice “el mayor consenso posible”. En los pagos del intendente Ariel Sujarchuk lo escuchaban unos veinte intendentes bonaerenses, entre ellos, varios muy cercanos o de diálogo casi cotidiano con la ex presidenta, como el lomense Martín Insaurralde. El líder del Frente Renovador repitió el tono conciliador y amplio en la reunión que los gobernadores peronistas tuvieron pocas horas después, en el Consejo Federal de Inversiones (CFI).
Un mes antes, casi el mismo grupo de intendentes, con Sujarchuk, Insaurralde, Juan Zabaleta (Hurlingham), Mariano Cascallares (Almirante Brown), Gustavo Menéndez (Merlo) y Leonardo Nardini (Malvinas Argentinas) a la cabeza, había llevado su apoyo al cristinismo puro en el acto que organizó Máximo Kirchner en Ensenada, en pleno escándalo por la causa de los cuadernos. No ocuparon un lugar protagónico, pero al kirchnerismo le alcanzó para mostrar la vigencia del acuerdo con los alcaldes, que a su vez convalidaron su estrategia de mostrarse unidos para remarcar su volumen territorial.
Algo similar, aunque con algunos nombres cambiados, harán en los próximos días cuando se vean con el jefe del interbloque Argentina Federal en el Senado, Miguel Ángel Pichetto, tal vez uno de los dirigentes más refractarios a Cristina, que juega en tándem con Massa y se erigió en interlocutor directo de los gobernadores.
Los mandatarios provinciales van por su camino. Los más duros con el Gobierno nacional construyen su polo propio de poder semana tras semana en el CFI, en las reuniones que empezaron a promover el formoseño Gildo Insfrán, el tucumano Juan Manzur y el pampeano Carlos Verna. A ese grupo se sumó en las últimas ediciones el puntano Alberto Rodríguez Saá, devenido kirchnerista e impulsor del eslogan “Hay 2019”, que se utiliza para promocionar los actos que organiza junto a La Cámpora.
Aunque la cercanía de Insfrán y Rodríguez Saá con Cristina es evidente, los referentes invitados a participar del cónclave en el edificio de Retiro fueron Pichetto y Massa, que en el quinto piso del CFI escucharon que algunos gobernadores pidieron que los referentes del kirchnerismo se sumaran a las reuniones que nacieron con la excusa de la eliminación del Fondo Federal Solidario pero que ya empiezan a generar incipientes debates sobre la estrategia electoral 2019. Por ahora, la idea no tuvo consenso.
El jefe del interbloque Argentina Federal en el Senado también escuchó el pedido de lograr un acuerdo “amplio” para las próximas elecciones por parte del diputado Felipe Solá, lanzado a su propia carrera presidencial. Desde hace meses, el ex gobernador trabaja por la unidad e incluye en ese proyecto a Cristina, con quien se reunió a principios de agosto después de más de diez años sin dirigirse la palabra.
Tras algunos desencuentros, Solá y Pichetto mantuvieron una reunión este miércoles en el Senado. El diputado había dicho públicamente que “aparentemente” el presidente del interbloque Argentina Federal no quería hablar con él. Hablaron sobre la necesidad de “avanzar en la reconstrucción” del peronismo. Para Solá, ese proceso no es posible sin Cristina.
Solá y Pichetto se reunieron el miércoles en el Senado.
El lugar de la ex presidenta desvela a los líderes territoriales, a excepción de los gobernadores Juan Manuel Urtubey (Salta) y Juan Schiaretti (Córdoba), que la excluyen completamente.
Los intendentes rodean y apoyan a Cristina, pero también le abren el juego a Massa, a quien le piden que baje el nivel de confrontación con el kirchnerismo. Si Cristina no es candidata en 2019, apuestan a que el líder del Frente Renovador acepte abrir la competencia a un acuerdo amplio y a que todo ese espacio unificado acumule el voto opositor.
Un juego similar abrieron los gobernadores más duros con la Rosada. En el CFI enviaron dos señales. Una, al Gobierno nacional, de armado de un polo fuerte de resistencia con poder territorial. Otra, a Cristina, al mostrarse con otro dirigente capaz de erigirse como candidato del peronismo para 2019.
Insaurralde tiene contacto casi diario con Cristina. Los intendentes respaldan a la ex presidenta pero le abren el juego a Massa.
En el cristinismo hay plena conciencia de que la ex presidenta tiene en las encuestas un núcleo consolidado de 30 puntos - que trepa a 50 en algunos municipios de la Tercera sección electoral bonaerense -, pero que no crece y que solo tendría chances de aumentar su caudal electoral si el Gobierno se hundiese por completo. Los números que mira la dirigencia indican que hoy Mauricio Macri y Cristina estarían empatados en un escenario de ballotage. Es mucho, pero no alcanza.
Los problemas judiciales también influyen. En privado, algunos dirigentes se preguntan si la ex presidenta y sus hijos seguirían gozando de la libertad en caso de que Cristina se proyectase como ganadora segura de las elecciones o, por el contrario, si Macri fuera finalmente reelecto. El ejemplo de Lula en Brasil basta.
En el río revuelto de la crisis, los vasos comunicantes entre todos los espacios están abiertos.