En el peor momento del Gobierno, Mauricio Macri decidió postergar una vez más a la UCR y forzarla a vivir un tiempo en el que se entera de las noticias por los diarios. Los altos mandos del radicalismo, incluidos sus tres gobernadores, supieron del giro del macrismo duro hacia el ajuste sin anestesia como cualquier vecino de a pie que ve una película que cada día se pone más fea. La decisión del Presidente, de Marcos Peña y de Nicolás Dujovne de avanzar sin acuerdo con el PJ moderado y proyectar un 2019 sin Presupuesto sorprendió a Ernesto Sanz, Mario Negri, Luis Naidenoff, Alfredo Cornejo, Gerardo Morales y Gustavo Valdés.
La capitulación ante el lobby rural, la opción por la ortodoxia que lleva a Javier Iguacel a ponerse el traje de Juan José Aranguren después de amagar con otro perfil y la amenaza de ignorar el diálogo con el peronismo colaboracionista; todo eso dejó en offside otra vez a los radicales.
Según pudo saber Letra P, los socios principales del PRO tampoco estuvieron invitados a la comida en San Isidro que reunió a Peña, Horacio Rodríguez Larreta, María Eugenia Vidal y Rogelio Frigerio con Miguel Angel Pichetto y Juan Schiaretti. El supuesto acuerdo que se intentó tejer en esa cita fue un choque de visiones bien distintas en las que el peronismo reclamó por los subsidios de la Ciudad y la provincia de Buenos Aires y la Casa Rosada jugueteó con dejar sin transferencias por 140.000 millones de pesos a la Patagonia. De todo eso, los radicales se enteraron por los diarios.
Después del enfrentamiento público por el tarifazo que convirtió al gobernador Cornejo en líder del populismo a ojos del Presidente y su círculo cada vez más chico, la UCR trata de guardar las formas. Pero tiene los pelos de punta cuando observa la “brutalisima transferencia de ingresos” a favor del campo y las petroleras, de acuerdo a las palabras de la comandancia radical.
Cansados de la mímica de las mesas que se multiplican para que nada cambie, los aliados de Macri van a reclamar un solo espacio: los tres gobernadores, Sanz, Negri y Naidenoff quieren sentarse con Peña, Larreta y Vidal una vez cada 15 días para discutir hacia dónde va el Gobierno, algo que se ve cada vez más claro en función del ajuste fiscal que Macri abraza con convicción y ahora, además, exige el Fondo.
La mesa chica ampliada con Sanz y Monzó. Para la tribuna.
MIEDO AL FUTURO. Adversarios tenaces de Frigerio por considerarlo un ministro infiltrado del peronismo en el Gobierno, los radicales consideran que el problema no es el ministro del Interior ni tampoco el jefe de Gabinete. El problema, advierten con temor, es la convicción de Macri que expresa Peña, pero incentiva Jaime Durán Barba, con su desprecio por la vieja política, que incluye a todos: desde el radicalismo hasta el peronismo.
Los socios radicales sostienen todo lo contrario: son promotores de un acuerdo político duradero con el PJ moderado de Pichetto y los gobernadores, pero sus propuestas son inviables para el Presidente y su círculo íntimo. Como contó Letra P, Sanz se reunió hace diez días con Rodríguez Larreta en un encuentro del que también participaron Diego Santilli y Facundo Suarez Lastra. Según dicen a uno y otro lado, la sintonía fue amplia. Más allá de sus diferencias, Larreta, Vidal, Frigerio y el radicalismo comparten el diagnóstico sobre el presente y plantean un acuerdo con el peronismo. Hasta Nicolás Caputo, sugieren, está en esa sintonía que el Presidente hoy descarta por completo.
DE RADICAL A MENEMISTA. La visión de la UCR es un rosario de quejas por una economía que ingresa en zona de riesgo, con ajuste, recesión, caída de salario real, baja en el consumo y pérdida de empleo.
El batallador Negri lleva un mes sin decir palabra, golpeado por el bullying que padeció en Córdoba después de haber votado a favor del aborto legal y decepcionado por el rumbo económico que elige Macri. Ni tiempo para festejar la renuncia de Aranguren tuvieron los radicales. Menos ahora, cuando ven que Iguacel desecha el plan de escalonar tarifas y se rinde ante los reclamos de las empresas energéticas, después de haber amagado con otro camino.
Preocupa, además, el recorte que dibuja Dujovne ahora que se frustró el plan de suspender la rebaja gradual de retenciones al campo, uno de los únicos sectores que ganaron con una devaluación de más del 50% en lo que va del año. Inquieta el impacto en la actividad, los cheques rechazados y el proceso de convocatoria de acreedores que inician algunas empresas. Los gobernadores insisten, sin éxito, en hablar en la Casa Rosada sobre la economía real, que padecen en sus provincias.
Pese a que el ex columnista de Odisea tenía el respaldo radical para avanzar con retenciones a los agroexportadores, la relación tampoco es buena. Dujovne había sido asesor de Sanz, de Naidenoff y hasta de Ricardo Alfonsín, pero nunca lo consideraron propio. Hoy dicen con inquina que el ministro usó ese vector para saltar a la función pública, pero sus convicciones son hijas del menemismo, como las de Macri.
El equipo de Jesús Rodríguez y la Fundación Alem le acercaron hace más de un mes a Dujovne una serie de iniciativas para la economía, pero nunca hubo respuesta. En esas propuestas, había ideas que se nutren del trabajo de economistas como Eduardo Levy Yeyati y Pablo Gerchunoff: Dujovne las conoce bien, pero las posterga, más atento a las recomendaciones que le sugieren desde el ubicuo Miguel Bein -de capacidad inigualable para ser oficialista de turno- hasta Miguel Kiguel, Daniel Artana y Miguel Ángel Broda.
La tesis del radicalismo es que, si la economía no rebota, después del periodo recesivo que se inicia ahora, 2019 será un pasaporte a la derrota y traerá el regreso de alguna forma de peronismo. Macri parece en otra sintonía: se presenta como un cruzado dispuesto a inmolarse en el ajuste que ahora le exige el Fondo. Más ortodoxo que nunca.
PRESIDENCIALISMO SEGMENTADO. Pero las críticas no se agotan en lo económico. En la jefatura de la UCR circula por estas horas un trabajo del politólogo Luis Tonelli que impugna el rumbo cerrado del macrismo puro y critica el “presidencialismo segmentado” de Macri, con un gabinete gris que no representa a la alianza Cambiemos.
Ex director de la Carrera de Ciencias Políticas de la UBA y columnista de la revista Debate en los años del kirchnerismo, Tonelli afirma que las “prácticas gerenciales típicas de las corporaciones privadas y el rechazo del presidente Macri a la política tradicional” han generado un esquema de gobernabilidad único. Sostiene que el Presidente no demostró interés en crear un gobierno de coalición y asumió un “verticalismo dirigencial típico de las corporaciones privadas” que refuerza el poder presidencial e impide que surjan otras figuras de relevancia política en el oficialismo.
Por último, plantea que hace falta comprometer al peronismo en un pacto de gobernabilidad para evitar que haga un juego pendular ante cada ley que reclama el oficialismo. El planteo de Tonelli, que seduce a Sanz, Negri y Jesús Rodríguez, afirma que ésa es la única forma de impedir un poder de veto como el que hoy expresan Pichetto y los gobernadores. Ese acuerdo de gobernabilidad con la oposición demandaría, además, integrar a los radicales a las decisiones del Gobierno. Todo un programa político para el Poder Ejecutivo hacia adentro y hacia afuera que Macri, Peña y Durán Barba rechazaron desde el primer minuto. Y que hoy también descartan, aunque se encuentren con un paciente que está enfermo y tiene pronóstico reservado.