Las miradas apuntan entonces a la intendenta de La Matanza, Verónica Magario. Pero, ¿quiere?.
Su par de Loma de Zamora, Martín Insaurralde, es el otro cacique local identificado como potencial candidato. Por ahora, no asoma.
Magario, jefa comunal del distrito más grande de la provincia, no ha dado señales explícitas. Los hicieron algunos de sus colegas, que la pusieron en ese lugar, como el intendente de Avelleneda, Jorge Ferraresi.
La intendenta no se pronuncia ni tiene blanqueado un plan de gestión bonaerense. Su pelea es más que nada discursiva contra el gobierno de Vidal. No hay propuestas. Solo un conjunto de expresiones de deseos que, además, no son ajenas.
También hubo algunas insinuaciones en el microclima de la política, como la del diputado peronista Walter Abarca cuando, durante la presentación del presupuesto 2019 en la Legislatura, le dijo al ministro de Economía bonaerense, Hernán Lacunza, que “el peronismo va a poner a la próxima gobernadora”. Fue también un mensaje al intendente de Lomas de Zamora.
Desde hace un tiempo, la candidatura de Insaurralde también es una insinuación que no sale de ahi. Pese a que llegó a convertirse en un incipiente clamor -a mediados de este año, 13 intendentes peronistas le pidieron que se lanzara-, el lomense espera.
Letra P le pregunta a un senador kirchnerista y el legislador suelta el nombre de Magario. Cree que “a Martín (Insaurralde) le sale bien ese rol de negociador". "Hoy no lo veo como candidato y, aparte, no va a querer perder”.
El temor a otra derrota electoral hace que, por ahora, nadie en el peronismo -la única fuerza de la oposición con capacidad para construir una alternativa competitiva frente a Cambiemos- asome la cabeza.
El temor a otra derrota electoral hace que, por ahora, nadie en el peronismo -la única fuerza de la oposición con capacidad para construir una alternativa competitiva frente a Cambiemos- asome la cabeza. Pese a la caída de la confianza en el Gobierno y de la imagen positiva de sus principales figuras, Vidal sigue a flote y sin figuras con las que discutr la renovación institucional de 2019. Acaso por eso no tenga apuro en pronunciarse más allá de sus conocidas desmentidas a la existencia de un plan B a la reelección del presidente Mauricio Macri que la proyecte a una pelea por la Casa Rosada.
Otro factor que podría explicar la ausencia de dirigentes, pero fundamentalmente de intendentes, dispuestos a dar el paso al frente en este turno electoral es que el próximo mandato (2019-2023) sería el último de Vidal si la mandataria fuese reelecta. Luego, por una ley que ella misma impulsó en acuerdo con el massismo, deberá dejar el cargo. También deberían hacerlo Insaurralde, Magario y todos los jefes comunales que extiendan sus gestiones el año que viene.
¿Por qué arriesgar ahora sus pagos chicos si la cuesta, con Vidal fuera de combate, podría ser menos empinada en 2023?
¿Por qué jugarse una patriada ahora si en la próxima, con sus ciclos agotados como alcaldes, no tendrían otra opción que salir de sus zonas de confort para jugar por más?
Por ahora, esperan que pase el tiempo. “En marzo arranca la campaña”, le dice a Letra P un cacique peronista del interior que apuesta por la candidatura de la matancera para la apuesta bonaerense.
La política de endeudamiento de Vidal implica el arrastre al menos hasta 2023 de un programa financiero asfixiante. Una pesada herencia.
LA DEUDA. En el mapa de candidatos o candidatas, apenas se habla de nombres y siempre en el microclima de la política. En sobremesas que se extenderán las semanas venideras se imagina un reparto de lugares en listas seccionales. Hay un dato duro que evidencia uno de los problemas estructurales de la provincia, que viene desde la época de la gobernación de Felipe Solá y atraviesa los ocho años de Daniel Scioli: la carga de la deuda pública.
Peronista o de Cambiemos, el próximo mandatario deberá afrontar un monumental pago de bonos en monedas extranjeras. Durante todo 2019, la Provincia desembolsará 1.624 millones de dólares y 256 millones de euros. El calendario de pago marca el 15 de diciembre como la última fecha pactada: lo hará Vidal si es que renueva su mandato o quien esté ocupando el sillón de Dardo Rocha. En el último mes del año que viene, la Provincia deberá afrontar un pago de más de 68 millones de dólares. Según lo estableció el presupuesto 2019, el Gobierno nacional cree que la moneda estadounidense oscilará el año que viene por los $40,10. Estimaciones privadas llevan el valor de la divisa a $49,37.
Este 2018, los mercados prácticamente permanecieron cerrados. Se espera un repunte para el siguiente período y que la Provincia busque conseguir dinero en el extranjero, sobre todo por la campaña 2019. La tasa será alta. Y la política de endeudamiento en la que se sumergió el Gobierno implica el arrastre al menos hasta 2023 -hasta el cierre del próximo mandato- de un programa financiero asfixiante. Una pesada herencia.
LA VICTORIA DEL TIMBREO. Hay ejemplos recientes de dirigentes políticos que trabajaron fuerte para ganar la madre de todas las batallas. Son casos que, por el ejercicio del contraste, permiten decir que hoy nadie quiere gobernar la provincia.
El desembarco de la entonces vicejefa de Gobierno porteño a la provincia de Buenos Aires no fue a último momento. Ni con un par de pasacalles frente la Legislatura como mensaje microclimático para el universo de la rosca política bonaerense. Vidal recorrió en 2014 -el equivalente a 2018 en el anterior período institucional-, lanzada explícitamente como candidata a gobernadora, más de cien municipios. Y repitió esa faena proselitista en 2015. Cambiemos ganó la elección en 64 de los 135 municipios. Vidal pasó de ser una desconocida al factor clave de la victoria de la alianza de gobierno.
El del entonces titular de la ANSES K Diego Bossio es otro caso que contrasta con la tibieza de los actuales presuntos eventuales candidatos.
En marzo de 2015, el ahora diputado nacional se lanzó en La Plata, en un acto que colmó las instalaciones del Teatro Coliseo Podestá, con la presentación de las "Bases para el desarrollo de la provincia de Buenos Aires". Era un libro. Contenía un programa de gobierno. Bossio había armado un equipo de expertos en las principales áreas de gestión para anunciar su decisión de lanzarse a la carerra apoyado en un conjunto de propuestas concretas. El plan del entonces funcionario kirchnerista no prosperó: cayó bajo el baño de humildad que reclamó Cristina Kirchner para encolumnar a todos los aspirantes que se anotaban en la grilla K detrás de la candidatura de su jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, que, después de ganarle la interna al único que resistió el baño, Julian Domínguez, terminó perdiendo con Vidal. Pero ésa es otra historia.
Marzo de 2015. Bossio se lanza con un programa de gobierno para la provincia.
El peronismo/kirchnerismo llegó tener, en la previa de aquella campaña, a Gabriel Mariotto, Fernando Espinoza, Julián Domínguez, Aníbal Fernández, Fernando “Chino" Navarro, Diego Bossio, Juan Patricio Mussi, Martín Insaurralde e incluso Sergio Berni como pre candidatos.
Como cadidata a gobernadora bonaerense, Vidal fue subestimada. La propia dirigencia política lo reconoce. Una anécdota: en plena campaña 2015, en el aeropuerto de San Fernando se cruza con el entonces aspirante a presidente por el Frente Renovador, Sergio Massa. Se saludan y cada cual sigue su rumbo. A Massa lo acompañaba el entonces senador provincial Jorge D’Onofrio. “Pobre piba, lo que la están haciendo laburar y no la conoce nadie”, le dijo el legislador al líder del FR. Hoy, como tantos otros, se arrepiente de ese fallido vaticinio.
Massa tampoco quiso ni quiere ser candidato a gobernador. El salteño Juan Manuel Urtubey lo imaginó como su pata bonaerense tiempo atrás, pero el ex intendente de Tigre quiere la Casa Rosada. En su espacio aparece el diputado Jorge D’Onofrio como el único que se pronunció en distintas declaraciones periodísticas con intenciones de ser el sucesor de Vidal.
Ahora, CFK no descarta que juegue el diputado nacional y ex ministro de economía Axel Kicillof. Pero los intendentes no lo quieren en esa disputa, principalmente porque no es bonaerense. La semana pasada, la ex presidenta recibió a jefes comunales del conurbano y el interior. A todos les dijo que hay que llegar a la unidad y evitar lo que pasó en el 2015. Leal, Axel empezó a tirar algunos dardos puntuales hacia la gestión bonaerense y personificó la cuestión en Vidal. Desde hace un tiempo integra el equipo económico del PJ bonaerense junto a la ex ministra de Economía Silvina Batakis, además de otros referentes.
MÁS NOMBRES. Pese a que Kicillof es resistido por ahora, la proyección del peronismo/kirchnerismo en la provincia de Buenos Aires se mueve hacia una unidad electoral. Salvo algunos cortocircuitos, como el que se dio con la cobertura de vacantes en el Tribunal de Cuentas y en el directorio del Banco Provincia, intendentes del PJ y kirchneristas buscan llegar unidos a la elección de 2019. Detrás de ello está la candidatura latente de CFK a la presidencia.
La senadora, que el lunes pasado jugó fuerte como jefa del PJ bonaerense, tiene en la provincia de Buenos Aires su fortaleza electoral. Sobre todo, en el conurbano bonaerense. Sin embargo, una encuesta telefónica de Synopsis con 1.418 respuestas da cuenta de que, en un ballotage, Macri les ganaría a todos los posibles candidatos del kirchnerismo. Incluso a Cristina.
Pese a ello, los intendentes que deben revalidar sus mandatos aspiran a un efecto derrame de los votos que pueda cosechar CFK en el conurbano. Su hijo, Máximo Kirchner, recorre la provincia. “A cada lugar donde haya más de tres de personas va a ir Máximo”, bromea una camporista. Días atrás, acompañó el lanzamiento de Florencia Saintout en La Plata.
Berni dice que quiere ser gobernador. O algo. Puso un pasacalle en la esquina de 7 y 50 en la ciudad de La Plata que dice “Berni 2019”. Se trata de una de las esquinas más transitadas de la capital bonaerense, a una plaza de distancia de la Casa de Gobierno. Hay también un cartel del ex secretario de Seguridad que apunta a la entrada de la Cámara de Diputados bonaernese.
Durañona tiene un diputado que lo acompaña enfáticamente en la determinación de ser candidato. Hasta el momento Berni no cosechó adhesiones.
El cartel justo en la puerta de la Legislatura bonaerense. Lo ven quiénes entran y salen del edificio. (Foto: AG La Plata)
La temporada de verano puede dar algunas pistas más certeras en la definición de candidaturas en el peronismo. El Partido de la Costa, gobernador por Juan Pablo de Jesús, es lugar de paso para varios intendentes peronistas. El verano pasado, Insaurralde se tomó unos días allí en los que combinó descanso y recorrida de corte político. También el Golf Club de Santa Teresita fue sede de distintos Congresos del PJ bonaerense durante el mes de enero. Quizá el mar pueda traer una candidatura.
Por ahora, cabe preguntarse: ¿Alcanza un pasacalle o el respaldo de un diputado para presentarse como aspirante a gobernar la provincia más importante del país? ¿Alcanza con expresar una expectativa en un par de entrevistas para pararse como el hombre o la mujer capaz de domar un territorio de 307 mil kilometros cuadrados que aloja a más de 16 millones de personas; que arrastra un déficit presuestario que se ha hecho estructural y la deja a merced de los ánimos políticos de la Casa Rosada; que contiene a la mole urbana más densamente poblada del país y más conflictiva en términos sociales; que, según la última medición del INDEC, presenta un índice de desempleo de dos dígitos en todos sus grandes conglomerados a raíz de un tendal de cierres y achicamientos de industrias; que presenta serias deudas en materia de infraestructura básica y que este año fue escenario de 30 dias de paro docente?