MEMORIA & BALANCE

La mesa de los galanes del PJ y un romance tenso con el poder real

La foto del peronismo anti k generó sensaciones encontradas entre los CEOs. Desconfían de Massa, pero es “el más osado y con chances”. Pichetto se mueve aunque no lo ven peleando. Urtubey no convence.

No pasó desapercibida en los círculos de poder económico la foto del experimento Alternativa Argentina. La postal del Peronismo Federal más Sergio Massa, que reunió alrededor de una mesa al tigrense y a Juan Manuel Urtubey, gobernador de Salta; su par de Córdoba, Juan Schiaretti,  y el senador Miguel Pichetto  generó sensaciones encontradas. Una especie de satisfacción incompleta, de deseo de un equilibro a medio terminar, con cuadros de variada aceptación y limitadas posibilidades de construcción de una fuerza que contrapese a ambos lados de la grieta.

 

Massa, con más chances; Pichetto "podría ser un buen vice".

 

 

Desde fines de 2017, cuando todavía Cambiemos disfrutaba de algunos brotes verdes y estabilidad política, la clase empresaria viene buscando una asociación filo peronista que excluya al kirchnerismo más radicalizado y se instale como alternativa a Mauricio Macri. Hasta el año pasado, esa síntesis era una garantía de bipartidismo, pero el aceleramiento de los tiempos de la crisis transformó a una alquimia inicial en el único anclaje opositor aceptado por el Círculo Rojo. “Al peronismo rubio le falta, pero ahí están: fue una foto que, se sospecha, planeó otro CEO con poder”, bromean entre hombres de negocios, que vislumbran la mano de Clarín detrás de la postal.

 

 

De Urtubey preocupa más su falta de imagen en Buenos Aires que su acercamiento a Macri. 

 

 

Para el establishment es Massa el único de los cuatro referentes peronistas con “chances y votos”. El dirigente, que se cuelga como cucarda haber cortado en 2013 la posibilidad de la reelección de Cristina Fernández, no logra sin embargo revertir la imagen negativa que tiene en las familias influyentes. “No se le cree mucho”, confiesa un dirigente alimenticio ante la consulta de Letra P.

 

En estos sectores, la no aceptación total del tigrense no tiene que ver con el corrimiento paulatino del lugar de opositor responsable, sino con hechos anteriores más centrados en su carácter. “Acá no importa si fue con Macri a Davos y después se diferenció: el asunto es cómo se mueve, cómo es, lo gestual”, relató un industrial de la UIA, afecto a visitar las urnas con voto peronista.

 

Hay en las retinas un hecho de ese mismo año, 2013, cuando en el Coloquio de IDEA en Mar del Plata Massa se mostró excesivamente triunfalista luego de las primarias en las que enfrentó al candidato del Frente para la Victoria, Martín Insaurralde. Llegó tarde al panel que debió compartir con Francisco De Narváez y Margarita Stolbizer. Tan demorado, que no llegó a escuchar ninguna de las dos ponencias. Cuando el auditorio ya había perdido la paciencia, ingresó al Hotel Sheraton y al salón del subsuelo con la plana mayor de sus economistas. Recibió silbidos. Fue un quiebre con el establishment más concentrado.

 

 

Massa y Schiaretti, en el velatorio de José Manuel De La Sota. 

 

 

Será precisamente Pichetto quien, en diez días, estará entre las estrellas del Coloquio de IDEA 2018. Ya en la edición anterior se llevó los flashes cuando recién despuntaba el vicio de un perfil crítico de su ex jefa política, CFK. El senador y jefe del peronismo en la Cámara alta “no tiene posibilidades de jugar” en las elecciones de 2019. “Quizás pueda ser un buen vice, pero no mucho más”, resumió un dirigente que integra el Foro de Convergencia Empresaria. Pero alertó: “Nunca ganó una elección, ni en su propia provincia”.

 

Pichetto es, de los cuatro fotografiados, el que más se está moviendo entre CEOs. Almorzó en el Rotary Club, en la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresas (ACDE) y con referentes de la UIA y el Cicyp. Con “Miguel” el parámetro no es una medición de kirchnerismo en sangre, sino de habilidad para ser interlocutor. De hecho, en la pública, el rionegrino empezó a tener expresiones bastante más cercanas al Gobierno, lo que gusta pero no lo suficiente como para conquistar.

 

En el mismo estatus aparece el salteño Urtubey: “Tiene mucho de jefe del interior, pero en la provincia de Buenos Aires no tiene base”, concluyen. La indefinición sobre dónde se para, si a favor o en contra del Gobierno, tampoco inquieta al establishment, que prefiere oposiciones filo Macri en los modos, aunque sean diferentes en la base del proyecto político.

 

 

 

Más allá de las consideraciones, el diagnóstico de la foto de la mesa del PJ no K tiene algunas incógnitas superiores, que son claves para el Círculo Rojo a la hora de medir potencial: la central, si se sumarán más gobernadores del interior, como fue el caso de la fueguina Rosana Bertone, por ahora, la (única) pata femenina de la mesa. Los que más diálogo tienen con empresarios son el tucumano Juan Manzur y el sanjuanino Sergio Uñac, dos de los que se baraja que podrían ocupar una de las sillas vacías. Se quedarían con un lugar similar al del cordobés Schiaretti, hoy sin chances de acceder a posiciones de poder a nivel nacional.

 

La segunda duda también es fuerte. Felipe Solá, el ex gobernador bonaerense, ¿seguirá el coqueteo con la ex presidenta o irá por fuera de Unidad Ciudadana? Que rompa es una expresión de deseo más que una realidad. Entre los 4 PJ no lo descartan, aunque admiten que “es difícil”. En una cena que se hizo entre empresarios y uno de los cuatro de la foto, esta semana, se celebró el paso adelante de una oposición “rubia”, según el propio decir del establishment. El problema que es central y por ahora se discute en voz baja es dónde están los votos para hacer competitiva la aglomeración de nombres. Por ahora, la postal es funcional a la grieta entre Macri y CFK.

 

Donald Trump.
La hidrovía de Javier Milei

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