MAR DEL PLATA (Enviado) Macri ya ganó y, salvo una intermediación milagrosa, será gobierno dos mandatos consecutivos. Con o sin él en La Rosada, Cambiemos logró el milagro: derrotó al kirchnerismo en la batalla cultural y concentró poder suficiente para alinear a los sectores influyentes detrás de su idea de conducción. La aseveración es la que, sin eufemismos, se palpó en los pasillos del hotel Sheraton de Los Troncos, que albergó el 53 Coloquio de IDEA. El evento empresario y político del año fue 100% amarillo en su cara visible.
El pleno de los funcionarios influyentes de María Eugenia Vidal y Mauricio Macri circularon en masa y cómodos en los recovecos del evento. El jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta; José Torello, el candidato a legislador Andy Freire, el titular del Banco Provincia, Juan Curutchet; el jefe de Diputados, Emilio Monzó; el radical Mario Negri; la mano derecha de Vidal, Federico Salvai; su ministro de Hacienda, Hernán Lacunza, y una parva de legisladores, asistentes y curiosos desembarcaron en el convite con una confianza casi tan grande como la de los empresarios en el propio Gobierno. Era esperable: en el Prode eleccionario de los CEOS, el domingo 22 habrá un importante triunfo de Cambiemos a nivel nacional y, con menos margen, en territorio bonaerense. Muchos arriesgaron un número superior al 38% en provincia. Pero hay vaticinios más conservadores.
Este aval a la política tiene en el 22 un antes y un después. “Por ahora no nos dieron nada, veremos qué pasa el día después”. Naturalmente, el juego del Círculo Rojo -mote que Macri gusta utilizar para describir a los que deciden poder y están informados- no es de niños. Dan y esperan recibir. Lo puso de manifiesto en términos descarnados el dueño de Techint, Paolo Rocca, el italiano que creó la empresa trasnacional argentina más relevante de la historia. Hacía más de una década que Rocca no pisaba un evento de este tipo, pero este año empezó a mostrarse más en público. Primero fue a una reunión de la Asociación Empresaria Argentina (AEA) y el viernes desató aplausos furiosos de la platea del Coloquio. Sus dichos sintetizan qué es lo que el establishment pide a cambio del aval a la gestión: reforma laboral, blanqueo de personal, rebaja impositiva y condiciones claras para la inversión. Pero algo que es aún más importante para ellos: mantener a raya a los sindicatos.
En pleno evento, le habló a Antonio Caló, de la UOM, sobre los cuidados que hay que tener para no terminar como el camionero estadounidense Jimmy Hoffa. Fuerte y con los pies para adelante, foules que permite el contexto actual de gremios sometidos por un juego de doble pinzas entre el Gobierno y los empresarios. Un legislador del macrismo que vio la alocución le dijo a Letra P: “Están yendo un poquito rápido; Mauricio no es Kennedy ni pretende serlo”. Para Cambiemos, el susto del Pata Medina ya fue, por ahora, suficiente para encauzar las relaciones. Y no hay intención de agitar innecesariamente un clima social que por ahora luce calmo.
El lado B de la exhibición de poder de Cambiemos en el Coloquio tuvo que ver, paradójicamente, con la oposición a ese espacio político. La novedad es que el Círculo Rojo parece dispuesto a tolerar niveles lógicos de peronismo y se decidió a incubar en su seno el proceso de construcción de un nuevo movimiento de masas. “Ahí viene Frank”, contaba un CEO de una acerífera mientras el senador Miguel Pichetto ingresaba al salón del hotel donde compartiría un panel de debate sobre temas parlamentarios. La obsesión por compararlo con el Underwood de la serie House of Cards tiene algunos visos de razón. La retórica y la gestualidad son las de un personaje cinematográfico, que conoce bien el paño y que se mueve con inteligencia para colar un mensaje. Ante la prensa y mientras Cristina Fernández hacía un acto de campaña en la misma Ciudad Feliz, se animó a jubilarla una vez más con un concepto al menos discutible. Tildó a Unidad Ciudadana de “partido de centro izquierda” y llamó a construir un peronismo democrático con nuevos liderazgos que deben ser el producto de las gobernaciones de provincia y los sindicatos. Un peronismo sin Cristina que también reclamó el salteño Juan Manuel Urtubey en el mismo escenario. Un peronismo que parece haber entendido como nadie en la oposición que hay batallas perdidas y un peligro latente de hegemonía amarilla que amenaza seriamente a los gobernadores y hasta a varios de los intendentes comunales.
Para pensar y abonar esa misma idea está Monzó, que, nuevamente empoderado para la gestión, insistió en que hay que articular con el peronismo. ¿Por qué el Círculo Rojo incuba este nuevo peronismo? Hay algunos funcionarios de Macri que, según la visión empresaria, están demasiado arriba en el ánimo y el fantasma del 54% de CFK está vivo en la memoria.
La intención de equilibrar las fuerzas y tener una oposición que, con matices, es casi un clon de Cambiemos, incluye al tigrense Sergio Massa, aunque de los peronistas no kirchneristas es el que menos entusiasmo genera entre los hombres de negocios. También aparece allí el propio Florencio Randazzo, al que definen como menos ambiguo que Massa.
Hay algunos datos finales. En esa oposición posible no existen el radicalismo ni el panradicalismo y mucho menos los que predican el ejemplo de Elisa Carrió. La construcción de un enemigo amigable tiene límites claros y este tipo de núcleos de poder tienen mucho de nicho y de cápsula un poco ajena al mundo, pero hoy es ésa su realidad. Macri terminó su participación en el Coloquio reconociendo que se llevó bien "con el último Perón, el que empezaba a ser más aperturista". No parece ser el único.