Aunque es el blanco de todo el arco opositor, que le reclama desde hace tiempo su renuncia, Bullrich es apenas la cara prepotente de una política que expresa la convicción íntima del Presidente. Macri la respalda sin fisuras, como quedó demostrado en las reuniones de la semana última en Casa Rosada, donde llamó a correr la “raya cultural” para que los agentes estatales que usan armas dejen de pedir permiso. El Presidente quiere que policías y militares salgan del lugar de la sospecha por arte de magia, con una negación que abarca un siglo de crímenes de Estado que no terminó y que, bajo su gestión, crece.
Si no fuera por ese pasado que los tuvo en las antípodas, Mauricio y Patricia serían hoy dos almas gemelas. La diferencia es clara: sin cambiar en lo más mínimo su pensamiento de siempre, Macri piensa como ella.
LOS DUROS. Después de meses de cuestionamientos por la actuación de la Gendarmería el día de la represión y la muerte de Santiago Maldonado, Bullrich salió fortalecida hacia el interior del gobierno. Que no haya ningún funcionario desplazado y ningún gendarme siquiera sumariado habla del espejismo que la ministra de Seguridad logró instalar entre los aplaudidores del macrismo: Maldonado se murió sólo y la Gendarmería cumplió con su deber.
Su tono marcial encuentra el apoyo de amplios sectores de adherentes a Cambiemos, que se sienten representados en el rechazo a cualquier reclamo. En el oficialismo, hasta se habla de encuestas que circulan como prueba.
La sinergia con Macri es tanta que la ministra decidió disolver el partido Unión por la Libertad, con el que venía deambulando desde hacía exactamente dos décadas por distintos espacios, hasta que amarró su barco al del Presidente. Su transfiguración no es nueva: lleva un tiempo al que incluso ya se le puede encontrar -con perdón de la palabra- coherencia: abandonó formalmente el peronismo en 1995.
Con la amenaza mapuche que simboliza en RAM, Bullrich reencarnó en una prédica histórica del Estado manodurista contra grupos violentos, minoritarios y fuera de la ley. Aseguró sin pruebas que los ocupantes del predio Lof Lafken Winkul Mapu estaban armados. Con ella al frente, Cambiemos marca un quiebre que quizás no registra antecedentes desde 1983: después de un crimen, no gira ni se despabila sino que sigue en la misma línea.
FAUNA AMARILLA. Bullrich sorprende hasta en los altos mandos de la Casa Rosada porque exhibe una independencia que no es común entre los ministros de Macri. Puede observarse en las conferencias de prensa que salen del libreto que escribe Marcos Peña. En la última y escoltada por Germán Garavano-el policía bueno, de origen radical-, la ministra habló más de la cuenta, generó una ola de rechazos y, al mismo tiempo, obtuvo la felicitación presidencial. “El juez necesitará elementos probatorios, nosotros no. No tenemos que probar lo que hacen las fuerzas de seguridad en el marco de un orden judicial. Le damos carácter de verdad a la versión que nos da la Prefectura”, dijo.
El jefe de Gabinete, sin embargo, no quedó muy conforme. La noche siguiente fue a TN a defender la actuación oficial y a criticar a los “grupos violentos”. Pero no se privó de corregir a su veterana subordinada: “Hay que ser precisos. Lamentamos la muerte. La fuerza pública es la primera que va a ser investigada. Tenemos que darle el beneficio de la duda”.
Cuando funcionarios como Bullrich se apropian de las decisiones y del discurso del gobierno, Peña y Durán Barba se encuentran en un problema de dificil solución: de lo nuevo que promociona el Gobierno, no queda nada.
Tal como publicó Letra P, los halcones del gobierno quedaron relegados y ganó aire el ala blanda del macrismo en la negociación en la mesa de diálogo que el obispo de Bariloche Juan José Chaparro propuso con el aval y las gestiones del nuevo presidente del Episcopado Oscar Ojea. Como Macri es el que finalmente conduce, la diferencia entre halcones y palomas hacia el interior de Cambiemos queda la mayor parte de las veces diluida en lo que, hacia fuera, parece todo la misma fauna.
HAY EQUIPO. El equipo de Bullrich en el ministerio incluye a tres funcionarios que atan su suerte a la suya. El primero es el ex margarito Gerardo Millman, que filtró esta semana a Clarín una lista en la que ubicó en Palermo al líder del Partido de los Trabajadores del Kurdistán, Abdullah Öcalan, preso hace 18 años en una cárcel de máxima seguridad de Turquía. Los horrores informativos que propaga desde el Ministerio de Seguridad empiezan a cansar y obligan a tomar prevenciones incluso en los medios amigos de Cambiemos.
El segundo es el secretario de Coordinación con el Poder Judicial, Gonzalo Cané, que ocupó una tarea central en el conflicto por la desaparición de Santiago Maldonado y que ahora está en Bariloche. De llegada preferencial al primer juez de la causa, Guido Otranto, Cané fue el ideólogo de la tesis principal a la que se abrazó el Gobierno en el caso: la de que el artesano de 28 años había sido herido y muerto por un puestero en una estancia de Benetton. Pese a eso, su nombre y su rol son desconocidos para la mayoría de la población, actúa en forma sigilosa y se siente tonificado. Tanto, que anticipa entre sus allegados que su ascenso es inminente y que ocupará el lugar del tercer leal, Pablo Noceti, el jefe de Gabinete de Bullich -abogado de represores de la última dictadura militar- que dejó de aparecer en público tras el caso Maldonado. Encargado de ordenar el operativo represivo y del espionaje previo, quedó desmentido por los hechos en más de una oportunidad. Mientras de Noceti no hay noticias que lo ubiquen como protagonista, Cané volvió a operar en la Patagonia tras el crimen de Rafael Nahuel y condujo el operativo de seguridad en la cumbre de viceministros de finanzas en el Llao Llao junto al jefe de la Policía Federal, Néstor Roncaglia.
Del equipo que Bullrich tiene bajo su ala hay un sólo funcionario que podría resultar una amenaza: el secretario de Seguridad, Eugenio Burzaco, al que algunos en la oposición le reconocen mayor profesionalismo. Para Macri, su problema no es que haya sido el encargado de la seguridad del neuquino Jorge Sobisch cuando mataron al maestro Carlos Fuentealba, sino su hermano Alejandro, que colabora con el FBI de manera temeraria y encendió desde Brooklyn un ventilador que salpica a todo el negocio del fútbol, la cuna del Presidente.
VIS A VIS. Hay dos actores importantes más fuera de la estructura formal del ministerio. El primero es Guillermo Yanco, el esposo de la ministra que hoy está al frente del Museo del Holocausto y tiene nexos fluidos con Israel. Pareja de Bullrich exactamente desde hace dos décadas, oscilaba entre la poesía y el taxi hasta que se encontró con Patricia. Hoy está detrás de la cadena judía de información Vis a Vis junto al secretario de Derechos Humanos, Claudio Avruj, en la que hasta hace no tanto se entrevistaban entre ellos, como en toda microempresa guiada por el amiguismo y los intereses en común. Yanco estuvo entre los más efusivos durante la visita de Benjamín Netanyahu a la Argentina en setiembre pasado aunque tuvo un rol bastante más decorativo que el de un viejo conocido de Bullrich, el presidente de la Cámara de Comercio Argentino-Israelí, Mario Montoto.
Con un pasado ya lejano en el peronismo revolucionario, la ministra y el ahora empresario bélico comparten la admiración por el país de Netanyahu.
Como se consignó también en Letra P, en la época en que Patricia era una diputada opositora, Montoto solía bromear en privado con que ejercía sobre ella una especie de jefatura que había atravesado la cortina de los tiempos. “Mi relación con Patricia es pública y de muchos años, como lo es con tantos funcionarios, legisladores, gobernadores y dirigentes. Dediqué una parte importante de mi vida a la política y esos vínculos permanecen”, le dijo el dueño de Codesur a este portal en ocasión de la visita del premier israelí. Una semana antes, habían tenido una reunión privada en la que participaron también Burzaco y el jefe de los espías Gustavo Arribas.
En enero pasado, después del viaje de Bullrich a Jerusalén a fines de 2016, el gobierno de Macri anunció la compra a Israel de cuatro lanchas artilladas y con gran poder de aceleración para patrullar el río Paraná y de sistemas integrados de vigilancia de cruces fronterizos terrestres por más de 80 millones de dólares.
Sin embargo, en el vínculo de Bullrich con Israel lo central no son los negocios. Puede verse en su compromiso absoluto con la causa de Alberto Nisman, sólo igualado por otros integrantes del elenco oficialista como Laura Alonso y Waldo Wolff.
TIEMPO DE REVANCHA. Eyectada junto a Fernando De la Rúa en 2001 después de una gestión de alto protagonismo y escasos resultados, ahora Bullrich vive su revancha en un gobierno que tiene respaldo social pese a los errores (que considera virtudes).
Esta semana, no sólo defendió a la Prefectura. Además, se puso a la cabeza del operativo que terminó con la detención del vicepresidente y 20 barras de Independiente. Con ese movimiento, reactivó una vieja pelea con Hugo Moyano, que se muerde la lengua para no contestar.
Los tiempos no son los mismos. El jefe camionero está más grande y casi no habla, hizo guiños a favor de Macri en plena campaña electoral y tiene demasiados lazos que lo unen al oficialismo, por conveniencia o por necesidad. Y Bullrich ahora es parte de un gobierno que cree haber aventado definitivamente el fantasma del helicóptero.