Decir que Pablo Javkin sobrevivió es un poco apresurado, faltan las elecciones generales, pero sin dudas es el último oficialista de pie, y eso le alcanza para ser uno de los grandes ganadores de las elecciones primarias. El intendente de Rosario no solo ganó con autoridad su interna, sino que su ladera María Eugenia Schmuck hizo lo propio en la categoría de concejales y, como si esto fuera poco, también quedó muy bien posicionado Ciro Seisas, otro producto de la fábrica CREO de candidatos, de cara a ocupar la banca del departamento Rosario en el Senado santafesino. Muchísimo.
Javkin no imaginó que su mandato como intendente de Rosario iba a desarrollarse así. Por falencias propias y por problemas que le eran ajenos pero cuyo costo le facturaron a él -pandemia, humo de las islas, crisis de inseguridad-, llegó a las elecciones con encuestas que le reflejaban una imagen de gestión baja, demasiado baja: menos del 30%. El alcalde, de cara al desafío de obtener su reelección, sufría el mal de época de los oficialismos, el que, por ejemplo, se cargó a un Emilio Jatón que, con una gestión mejor valorada, no pudo ganarle la interna al debutante Juan Pablo Poletti en la capital provincial.
Evidentemente consciente de esa realidad, Javkin actuó e hizo lo que la situación ameritaba hacer. Se corrió de su moderación habitual, archivó su juventud de lucha contra el neoliberalismo desde la presidencia de la FUA, y se alió con Carolina Losada y Federico Angelini, y por traslación con Patricia Bullrich. Sabiendo que la seguridad iba a ser el tema de la campaña, tanto él como Schmuck se pintaron de guerra y se pegaron a la presidenciable PRO y a la senadora. Sintonizaron el clima social e hicieron una apuesta fuerte que no tenía que ver con su historia.
Sin embargo, Javkin, Schmuck y Seisas tuvieron una campaña paralela, con una narrativa y una gráfica típica de su partido, CREO. Ahí decidieron resaltar logros de gestión y contraponerlos con cuestiones que faltan en Rosario y le corresponden a Nación o Provincia, insistir con la autonomía municipal y, discursivamente, apelaron a un rosarinismo más sentimental que cultural. Más “la ciudad rebelde que nadie quiere y se hizo sola”, menos sandwich “Padrino” en el bar Junior. Una constante. la exaltación de la identidad local, un juego que Javkin juega mejor que nadie.
No todo fue color de rosas: el alcalde casi se va a las manos durante la mañana del cierre de listas cuando no le querían dar el tercer lugar en la lista que encabezaría Dionisio Scarpín para su diputado y operador, Ariel “Facha” Bermudez. Tensó, amenazó con armar lista propia con Roy López Molina encabezando y logró lo que quería. Más allá de eso, tuvo a su disposición al PRO para poner un candidato a intendente que le divida el voto de derecha al principal adversario que tuvo Javkin en estas elecciones: Miguel Tessandori, el postulante asociado a Maximiliano Pullaro.
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Pablo Javkin, Schmuck, Seisas, Bermudez: festejan los ganadores de CREO // Foto: Jeremías Caraballo
Tessandori fue, probablemente, el problema más serio que enfrentó el alcalde hasta ahora en su camino a la reelección. Un candidato electoralmente potente, altamente conocido producto de sus mediodías en la pantalla de Canal 3, y con un discurso simple, que apelaba a los valores tradicionales y la nostalgia de un Rosario que ya no es. Una daga directa al corazón de la filosofía javkinista. El riesgo se desinfló por una floja campaña del periodista y una buena performance del intendente, que demostró que de cara a las elecciones saca a relucir su mejor versión.
La derrota sin atenuantes de Losada a manos de Pullaro, que era una posibilidad aunque no por tanta diferencia, fue la única apuesta de Javkin que salió mal. La situación lo obligó a sentarse con el exministro, con quien la relación no era la mejor. El ahora candidato a gobernador fue uno de los motores de la candidatura de Tessandori, y en la campaña no faltaron los cruces. Pero tanto Pullaro como Javkin son profesionales de la política: el lunes posterior a las elecciones ensayaron un abrazo frente a las cámaras en el estudio de Canal 3 e incluso recordaron que uno fue profesor del otro.
Ahora, Javkin tiene el próximo gran desafío de ganarle a Juan Monteverde, el sorpresivo retador que le ganó la interna al peronista Roberto Sukerman. Es una elección atípica dado que son los únicos dos candidatos: un ballotage. Si logra contener los votos del resto de los candidatos de Unidos para Cambiar Santa Fe, no debería tener problemas en imponerse. Es la estocada final, lo que le permitirá mirar a la cara a sus detractores -que imaginaban un escenario más complicado para él a esta altura- y recordarles, casi disfrutándolo: a Pablo Javkin, lo que no lo mata, lo hace más fuerte.