Foto: Maia Sacco.
Maximiliano Pullaro perdió la legislativa nacional en septiembre de 2021, pero al día siguiente, sin descanso, se puso a trabajar. “Yo quiero ser gobernador”, le decía a quien le tocaba mirar a los ojos. Sin especulaciones, su norte siempre estuvo claro. Orden, disciplina, capacidad, conocimiento y territorio, los valores de la victoria.
Carolina Losada siempre dudó. Hasta donde pudo, dudó. Vendió fórmula ganadora al cerrar con Federico Angelini y se abrazó, cual salvación, a Patricia Bullrich y Mauricio Macri. Tropezó en la campaña, nacionalizó la estrategia y nunca condujo un team donde la política entró en conflicto permanente con la estrategia de comunicación.
Las diferencias son fuertes. No existió la paridad que marcaban las encuestas en los últimos días, pero el resultado debe leerse en movimientos de largo plazo. De largo aliento. La victoria de Pullaro es el resultado de una suma de elementos y un trabajo fino de planificación.
El radicalismo de Santa Fe se había acostumbrado a ser furgón de cola del socialismo. Siempre ofreció su mano de obra territorial, la UCR de los pueblos, para beneficio final de un candidato foráneo. Hasta que apareció Pullaro.
El ex ministro de Seguridad demostró este domingo que tiene potencia electoral y que puede traccionar a cualquier candidato. Su rendimiento fue un huracán: en soledad le ganó a la suma de los cuatro postulantes del peronismo. Es mucho.
Pullaro se convirtió en ese radical con ambición real de poder. Con un fuerte trabajo de base, militante, con alianzas sólidas y vínculos a toda escala. Desde Guillermo Seita hasta Federico Lifschitz, el hijo del exgobernador, debutante electoral.
El 12 de mayo, día del cierre de listas en la provincia, dio una muestra de orden. Su armado terminó la jornada a eso de las 18, sin fisuras, con mucha calma, sin ruido. El equipo de Losada arrancó ese viernes con una pelea casi a los golpes entre dos de sus cabezas y lo terminó casi de la misma manera, a los gritos, en un hotel. Tuvo que intervenir Macri para evitar el tortazo.
De lleno en la campaña, Pullaro arrancó con una puesta en escena destinada al campo y la producción y finalizó del mismo modo, hablándole al mismo nicho. El que surfeó el caliente Ministerio de Seguridad durante cuatro años eligió mostrar que también domina otros menesteres.
Losada se enredó sola en su mensaje. De la frescura y el aire renovador que logró imponer en 2021 saltó sin escalas a un gesto adusto y cara de mala en los séxtuples colgados en la vía pública. Quedó presa entre dos relatos y no pudo ni supo salir. De su equipo de comunicación, que le aconsejaba romper a Pullaro, a la política, que le pedía tender puentes. Le faltó una brújula.
Ahora quedó en offside. Ya lo llamó a Pullaro y queda esperar si volverá tras sus pasos para caminar junto al ganador. Es de esperar que los socios políticos de su armado loteado, Angelini, el diputado provincial Julián Galdeano y el intendente Pablo Javkin, trabajen sin dudar para la victoria final en septiembre.
Pullaro no tiene que hacer mucho ahora para ser gobernador, para que Omar Perotti le calce la banda en diciembre. Puede ir en puntas de pie, pasando la ambulancia y repartiendo abrazos y besos por doquier. Si respeta el plan que puso en marcha hace dos años, si mantiene el orden y demuestra conocimiento al dedillo de la provincia, está a las puertas de la Casa Gris.
El bunker del ganador fue pura confianza. Martín Lousteau, el único jefe nacional del vencedor. Carolina Losada, una "grandeza enorme".
El diputado provincial le sacaba 20 puntos a Carolina Losada en la interna feroz del frente Unidos, que demolía a la coalición oficialista.