PERONISMO PARA ARMAR

Villa María: Gill arranca la transición con Accastello mientras orejea su futuro

El intendente saliente negocia lugares clave para sus alfiles en el nuevo gabinete municipal y lidera la campaña de Massa en el sur cordobés. Llaryora le reservó el Ministerio de Industria.

Desde el momento en que se conocieron los resultados de las elecciones en Villa María, las partes del peronismo local eligieron destacar el peso de la unidad partidaria como la base del triunfo de Eduardo Accastello, a la cabeza de una boleta que se impuso prácticamente en toda la ciudad. Con esa certeza, inicia el proceso de transición en el tercer municipio más populoso de la provincia de Córdoba, que no sólo resetea la carrera política del intendente electo, sino también la del mandatario saliente, Martín Gill.

Este martes comenzó el escrutinio definitivo, pero de las 28 escuelas que participaron del proceso electoral, el oficialismo se impuso en 24. Juntos por el Cambio lo hizo en tres y empataron en las mesas ubicadas en el Instituto Secundario Bernardino Rivadavia, que nuclea a vecinos de los barrios Centro Sur y General Paz.

Ese empuje, que cuenta con segmentos territoriales en los que el intendente electo venció a Darío Capitani por más de 60 puntos, ofrece al peronismo la garantía de encarar un proceso de transición marcado por la tranquilidad que brinda la revalidación contundente de un proyecto que, con sus matices, gobierna la ciudad desde el año 1999.

Los acuerdos alcanzados por la mesa a la que se sentaron también referentes con peso específico en el peronismo provincial -como el secretario de Comunicaciones del gobierno provincial, Marcos Bovo, y la legisladora Nora Bedano- estipularon el loteo de espacios que ya se puso de manifiesto en la conformación de la lista para el Concejo Deliberante. Lo que viene, determinará los lugares en el Ejecutivo, en la que el gillismo espera conservar espacios protagónicos, al menos en la primera parte de la gestión.

Vale recordar que en su última etapa al frente del gobierno de Villa María, Gill concentró casi la totalidad de los cargos en el Ejecutivo. En el peronismo local explican la situación poniendo la mirada cuatro años más atrás, cuando el propio Accastello entregó el poder municipal al por entonces diputado nacional.

“En ese momento, gran parte del gabinete lo puso Eduardo, en el 2019 ya se había corrido de la discusión local porque su apuesta era otra, entonces la estructura la armó Martín”, rememoran quienes entienden que la transición actual tendrá características similares, aunque reconocen que, en la actualidad, las referencias que reclaman un mayor protagonismo son más que dos.

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El futuro de Gill y la elección nacional

Martín Llaryora llamó al intendente de Villa María el domingo. En el entorno del Gill reinaba la tranquilidad. Aseguran no haber contratado a nadie para la realización de sondeos a boca de urna, pero que el resultado terminó ratificando lo que las encuestas le venían mostrando desde el mes de julio, cuando todavía no había ni candidatos ni lista de unidad conformada.

El diálogo entre el gobernador electo y el ex secretario de obras públicas de la Nación es permanente y nunca se cortó desde la previa a las elecciones provinciales en la que se selló el acuerdo de unidad que llevó a Gill a convertirse en uno de los principales armadores de Hacemos Unidos por Córdoba en el interior, sobre todo en el sur cordobés.

El apretón de manos que empujó al trabajo conjunto dejaba en claro que el villamariense iba a trabajar por el candidato del peronismo nacional, que en ese entonces era una total incógnita. Llaryora aceptó y no puso condiciones. Se convirtió en garante de ese pacto sin la intervención de Juan Schiaretti, que ya estaba decidido a enfrentar al gobierno en la contienda presidencial.

Como viene contando Letra P, al resultado de esas elecciones está atado el futuro gabinete de Llaryora, y también el destino personal de Gill. No sólo porque el nuevo mapa política nacional le dará al gobernador electo una mirada holística del escenario en el cual tendrá que moverse sino porque el villamariense tiene un compromiso asumido y trabajará “hasta el final” por la candidatura de Sergio Massa. Eso puede ser octubre, como le aliviaría a Llaryora, o hasta noviembre, como suponen en las filas de Unión por la Patria.

“Martín siempre priorizó lo colectivo sobre lo individual y su futuro personal no es algo que esté en debate ahora”, dicen en su entorno y descartan cualquier precisión sobre un posible destino en el gabinete cordobesista. No niegan la posibilidad pero no se aferran a ella.

En el llaryorismo, en cambio, tienen anotado su nombre para un lugar en el equipo de gobierno que viene. Reconocen que “hay que esperar” pero hasta algunos dejan transcender la posibilidad de un doble enroque con Accastello, ubicando a Gill en el Ministerio de Industria, como también contó este medio. Por el peso del espacio, la representatividad al interior del esquema cordobesista y el marco de relaciones que la cartera brinda, el lugar aparece también como un buen sitio para que el villamariense vuelva a proyectarse a nivel provincial.

En el medio, la transición en la cabecera del departamento General San Martín va cruzarse con la disputa del voto peronista en Córdoba. Con el massismo intentando crecer desde el centro del país y el schiarettismo resistiendo en embate para mantener un caudal de votos que, al menos, le permita meter dos diputados en el Congreso de la Nación. En Villa María no se preocupan por eso, dicen que la unidad estuvo garantizada por los factores locales y que así continuará en los años por venir.

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