Novena Sección

Una terna para la silla de Grindetti y una cumbre en construcción

Un porteño trasplantado, un intendente con aspiraciones y un senador con problemas. El PRO bonaerense elige embajador para las paritarias con Kicillof.

El grupo de Whatsapp de los intendentes del PRO se reactivó con fuerza este viernes por la mañana. Fue tan sólo 48 horas después de que Néstor Grindetti renunciara al lugar que tenía en la mesa provincial de Juntos por el Cambio, un cargo que, si bien era informal, le permitía ser el principal vaso comunicante entre la cúpula del PRO, la tropa legislativa amarilla y el gobierno de Axel Kicillof. ¿La razón? Buscar un nuevo interlocutor para retomar los acuerdos políticos que permiten buena parte del funcionamiento de la Legislatura de la provincia de Buenos Aires, entre los que se encuentran algunos temas estancados hace meses, como los cargos vacantes en el Banco Provincia y la Defensoría del Pueblo y la designación de Federico Thea en el Tribunal de Cuentas.

 

Según pudo saber Letra P, el propio Grindetti inició la conversación. El saliente quiere que el lugar vacante que dejó sea ocupado por otro jefe comunal de peso para que se sostengan las negociaciones actuales, que en la mayoría de los casos se dieron en un mano a mano con el jefe de Gabinete bonaerense, Martín Insaurralde, y se garanticen los intereses territoriales de los 20 distritos que administra el PRO en toda la provincia. Si bien en aquel intercambio de mensajes nadie adelantó un nuevo nombre para sentar a la mesa de conducción, le pusieron fecha a una próxima cumbre para la designación: será el martes, todo indica que en el conurbano. De todos modos, los principales intendentes y funcionarios porteños que caminan con regularidad los pasillos de la Jefatura de Gobierno de la Ciudad ya comenzaron a darle forma a la terna. 

 

Corren con ventaja los nombres del diputado nacional Diego Santilli, que además es el elegido por Horacio Rodríguez Larreta para instalarse como el próximo candidato a gobernador, y Julio Garro, el intendente de La Plata, que fue uno de los que más aportó en términos electorales al triunfo PRO en la interna con el radical Facundo Manes en 2021. Por el contrario, otros dirigentes del espacio que fundó Mauricio Macri creen que la renovación debería darse con alguien que en la actualidad ocupe una banca en la Legislatura, como el presidente del bloque opositor en el Senado, Christian Gribaudo

 

Todo indica que este último tiene varios obstáculos por delante para avanzar. Uno de ellos responde de manera directa a Jorge Macri, que, por ser presidente del partido, ya tiene un lugar en la mesa. Otro, más de carácter político interno, tiene que ver con que cosecha numerosas críticas incluso de sus pares de bancada, que le achacan falta de diálogo y de cintura política en la negociación legislativa. Como sea, la lista sigue abierta, pero no son pocos los que pretenden impedir que el nuevo integrante de la mesa busque a futuro acuerdos individuales para destrabar gestiones con el Ejecutivo. "Hay muchas trabas con el Fondo de Infraestructura Municipal, pero no en La Plata y Lanús", indicó con ironía una fuente con volumen político en el PRO. 

 

La mesa de conducción de Juntos, hoy incompleta, está integrada por dos representantes de cada partido de la alianza. Por la Unión Cívica Radical se encuentran Maximiliano Abad, jefe de bloque en la Cámara de Diputados y presidente del Comité Provincia del partido centenario, y Miguel Fernández, intendente de Trenque Lauquen que ocupa la cabecera del Foro de Intendentes Radicales. Por la Coalición Cívica están Andrés de Leo, senador y presidente del partido en la provincia, y la diputada provincial Maricel Etchecoin Moro, dos figuras de estrecha relación con Elisa Carrió. Por el sector vinculado al justicialismo inorgánico toman la voz Manuel Passaglia, intendente de San Nicolás y armador de la Segunda sección, y Joaquín de la Torre, senador y jefe político de San Miguel. Por el PRO se sienta el primo Macri y, hasta hace unos días, también lo hacía Grindetti. 

 

La cumbre de emergencia prevista para este martes será la cuarta en lo que va del año. La primera, después de casi dos años de inactividad producto de la pandemia y la reorganización tras la salida estrepitosa del poder de María Eugenia Vidal en 2019, fue a mediados de febrero en Mar del Plata. En esta instancia, los alcaldes se mostraron en una foto de unidad y lanzaron un mensaje interno de que irían a disputar poder no solo a los distritos gobernados por el Frente de Todos, sino a los controlados por el radicalismo, sobre todo a través de la incorporación de dirigentes de otras extracciones políticas, como el peronismo y el vecinalismo. Le siguió un fugaz encuentro en Morón, en el que continuaron sin mayores crisis y aprovecharon para agitar el contraste con un oficialismo en llamas producto de la interna a cielo abierto entre albertistas y cristinistas. 

 

El tercer encuentro, que organizaron a principios de este mes en el Club San Luis de La Plata, ya mostró las primeras fisuras. De hecho, Ezequiel Galli, de Olvarría, y Passaglia no asistieron, algo turbados al creer que sus presencias podrían avalar un freno a los objetivos expansionistas de Santilli en la provincia de Buenos Aires.

 

De todos modos, de esa cumbre surgió un pedido concreto a la cúpula de Juntos por el Cambio, hoy está envuelta en la riña entre halcones y palomas por el factor Javier Milei, de tener una silla en la mesa grande de la coalición opositora. La comandancia bonaerense cree que la conducción nacional no tiene en cuenta la estrategia ni la visión territorial de los jefes comunales del PRO.

 

Como sea, ante de eso, deberá resolver sus propios desequilibrios. Al menos hasta el cierre de esta nota, los acuerdos para resolver la crisis desatada por el portazo de Grindetti eran apenas una aspiración.

 

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