Los principales dirigentes del PRO encontraron el remedio exacto para evitar que la interna se propague por todo el partido y sostener así la unidad para pelear por los principales lugares dentro de Juntos por el Cambio. Se trata del equilibrio y reactivación de la mesa ejecutiva amarilla, que, junto al Consejo y la Asamblea partidaria de la provincia de Buenos Aires, es uno de los principales órganos del partido que fundó Mauricio Macri en 2005. Está integrada por siete representantes del Grupo Dorrego y del vidalismo y busca saldar las trabas burocráticas propias de cualquier sello partidario y ganar impulso en un año marcado por las elecciones legislativas.
A esa mesa directiva PRO que podría renovar sus autoridades este año se sientan el intendente de Vicente López y presidente del consejo directivo, Jorge Macri; la concejala de la misma ciudad y posible sucesora de sus políticas, Soledad Martínez; el jefe comunal de Lanús y conductor de Juntos por el Cambio en la Tercera sección electoral, Néstor Grindetti; la senadora provincial Lorena Petrovich, quien además es una de las enviadas del lanusense a competir en tierras quilmeñas; el senador nacional Esteban Bullrich; la legisladora provincial Noelia Ruiz y la exdiputada nacional Samanta Acerenza, quienes responden directamente a la exgobernadora María Eugenia Vidal.
Según explicaron varias autoridades partidarias a Letra P, el Grupo de los Siete pretende tomar algunos temas de agenda electoral y saltar las trabas burocráticas que impone el Consejo, conducido por Macri, y la Asamblea, dirigida por Santiago López Medrano, integrada a su vez por 43 y 70 personas, respectivamente. “La mesa define algunos temas importantes que requieren una aprobación dinámica, para no tener que convocar todo el tiempo a los asambleístas”, precisó una fuente cercana a Macri. De allí salen los borradores de las listas seccionales y también el visto bueno para avanzar o ratificar alianzas electorales.
Pese a ello, y a la tregua que mantienen sus partes de cara a la pelea contra el peronismo en el gobierno, emergen tensiones por ver quién ocupa los demás lugares de poder. Los primeros en avanzar fueron los cuatro barones del PRO que pusieron a sus hombres de confianza a controlar la lapicera del partido y desplazaron a antiguos vidalistas. Fue, primero, a través de la designación de César Torres y Sergio Iacovino como apoderados de la principal fuerza en Juntos por el Cambio en la jurisdicción electoral más grande del país, y después, con el lanzamiento de una campaña masiva de afiliación que comandaron con el peso territorial de sus intendentes en cada sección electoral.
En el vidalismo miran con atención estos movimientos y se saben imprescindibles a la hora de pelear en las urnas contra el Frente de Todos. Por eso, aceptan el protagonismo de los jefes comunales a medias, pero aún así reconocen que habrá un equilibrio en la conformación de listas legislativas. “Los intendentes le pidieron a María Eugenia que se corra, ella decidió hacerlo y en un año y medio no generaron nada nuevo. Lo mismo pasó antes de 2015. ¿Qué obtuvieron en aquellos años cuando tuvieron la provincia para ellos solos? Dos diputados y un concejal”, ironizó un legislador que reporta a la estructura de la exmandataria.
Al margen de la pelea subterránea y con escasa participación queda Bullrich, aún señalado por alguno de sus pares luego de que estallara el escándalo de los aportantes truchos para la campaña que lo llevaba como primer candidato a senador nacional.
El último recambio partidario se dio en marzo de 2019, cuando la derrota del macrismo era una realidad medible en encuestas, a propósito de la debacle económica y social de aquellos años. Jorge Macri sucedió a Vidal, y hoy, algunas personas en el entorno de la exgobernadora creen que la próxima renovación debería excluir a todos y todas aquellas que pretendan ocupar lugares relevantes en las elecciones.