La mesa se hizo aún más chica y sentó a unos pocos en la intimidad del poder. Desde que el país entró en cuarentena, Alberto Fernández mudó su gobierno a la Quinta de Olivos y se rodeó allí de las espadas clave para la gestión de una crisis sin precedentes que generó una pandemia inesperada y no encuentra fecha de vencimiento.
Biondi, Vitobello, Leunda, Navarro y Olmos, el sábado junto al Presidente en Olivos.
El tablero se reacomodó. Por precaución sanitaria y por la misma dinámica de la gestión del conflicto, la lista de los que se sientan a la mesa presidencial quedó acotada a unos pocos nombres que circulan diariamente por Olivos. Los demás, ministros y secretarios incluidos, se convirtieron en visitantes esporádicos o directamente dejaron de ver de manera asidua al Presidente.
En la lista de presencias imprescindibles en Olivos, donde sábados y domingos casi no se distinguen de los demás días de la semana, se anotan el secretario general de la Presidencia, Julio Vitobello; el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Beliz; el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero;el ministro del Interior, Eduardo de Pedro, y el vocero presidencial, Juan Pablo Biondi.
Mencionado con frecuencia por empresarios, gobernadores y ministros, Vitobello es el funcionario político que más tiempo pasa con Fernández en Olivos, donde llega todos los días entre las 9 y las 10 de la mañana. La jornada de trabajo se extiende habitualmente durante doce horas y el secretario general de la Presidencia es uno de los últimos en irse.
Vitobello es parte del grupo histórico de amigos de Fernández proveniente del peronismo porteño. El Presidente lo puso en el sillón de la Secretaría General, un lugar en el que entran tareas de las más variadas, desde el cuidado de la Casa Rosada y la flota de aviones hasta tareas de ceremonial y protocolo y relaciones con la sociedad civil. Todo la asistencia que el Presidente requiera. Ahora, Fernández le encargó como misión primera que se aboque a la adquisición de los respiradores que se necesitan para enfrentar la pandemia. Fue, junto a De Pedro, uno de los encargados de citar a Olivos a los gobernadores para la presentación de la propuesta de pago a los bonistas privados.
Como Vitobello, Beliz balancea la mesa hacia el lado de los históricos del fernandismo. Los empresarios de primera línea lo reconocen como el hombre "que está en todos los detalles" de la cuarentena. En silencio hacia afuera y con bajísimo perfil, el secretario de Asuntos Estratégicos es clave en el diálogo con el poder económico y talla en la relación con los organismos multilaterales de crédito, que lleva en lo formal el ministro de Economía, Martín Guzmán, un visitante frecuente, aunque no diario, de Olivos.
En línea desde temprano con Fernández, Cafiero es el que más millas junta en el camino de ida y vuelta entre la Casa Rosada, que está casi desierta, y la Quinta de Olivos. La voz del Presidente llega a Balcarce 50 a través del jefe de Gabinete, su mano derecha y en quien deposita su entera confianza. Cafiero mantiene allí encuentros con ministros, empresarios y sindicalistas; coordina las reuniones de gabinete económico y encabeza el comité que evalúa la habilitación de nuevas actividades durante la cuarentena. Fue el encargado de transmitir el enojo presidencial cuando una falla en la organización del cobro de jubilaciones hizo que decenas de jubilados se agolparan en la puerta de los bancos en plena cuarentena. Casi todos los días termina su trabajo en Olivos, junto al Presidente.
El cuarto integrante clave en la intimidad de Olivos es De Pedro, la pata más cristinista del Gobierno que, por gestión y personalidad, se ganó un lugar en la mesa chica del Presidente. El ministro del Interior lleva la relación con los gobernadores y se cargó, por ejemplo, la coordinación de la instalación de 18 mil camas no hospitalarias para el cumplimiento de la cuarentena que requirieron las autoridades sanitarias para el área metropolitana. De Pedro también mantiene vínculos fluidos con empresarios y tiene bajo su ala la Dirección Nacional de Migraciones, que dirige la camporista María Florencia Carignano y abre y cierra la válvula de las fronteras, clave en la lucha contra la pandemia.
En el círculo de confianza del Presidente, aunque con visitas más esporádicas a Olivos, se anotan la secretaria de Legal y Técnica, Vilma Ibarra, el jefe de asesores, Juan Manuel Olmos, y el vicejefe, Julián Leunda, que participaron el sábado de la videoconferencia que el Presidente mantuvo con intendentes de todo el país. También estuvieron el secretario de Relaciones Parlamentarias, Fernando "Chino" Navarro, y Vitobello.
El presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa; el jefe de la bancada del Frente de Todos, Máximo Kirchner, y el diputado Eduardo Valdés también son visitantes eventuales. A ellos se suman, cuando es necesario, el ministro de Salud, Ginés González García; la secretaria de Acceso a la Salud, Carla Vizzotti; el comité de asesores sobre la pandemia, la vicejefa de Gabinete, Cecilia Todesca, y el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas.
El resto de los ministros y secretarios de gobierno se mantiene afuera de Olivos como parte del operativo "para cuidar al Presidente", que, dicen en su entorno, "duerme con un ojo abierto" atento a lo que sucede con la pandemia. Si la situación lo amerita, recibe a algún jefe territorial. Con la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner se vio dos veces desde que se instauró la cuarentena, pero chatea todos los días vía Telegram.
El Presidente sale poco de Olivos. Hace ya un mes que no pisa la Casa Rosada. En una mesa con lugares para pocos, define una liberación "por goteo" que le ponga un pulmotor a la economía sin disparar la curva de contagios.