Con la bandera de la unidad como punta de lanza, los socios de Juntos por el Cambio se organizan en Buenos Aires ante el nuevo escenario político y de gestión. Trazan objetivos sobre un acuerdo base: mantenerse cohesionados pese a las diferencias internas para no perder musculatura frente al peronismo reinate. Sin embargo, detrás de esa imagen de equipo cada uno atiende su juego según el último veredicto de las urnas y las apetencias personales.
Con el objetivo de retener el liderazgo, María Eugenia Vidal retomó el centro de la escena con una agenda intensa, perfil moderado y pose de garante de oposición responsable. Los intendentes, únicos sobrevivientes en la conducción ante la avanzada peronista, ascendieron en protagonismo y se ganaron un lugar en la mesa de decisiones. Entre ellos, Jorge Macri, con el sello de presidente del PRO y vocero de su espacio, disputa poder interno y proyecta su candidatura a gobernador. A diferencia del modo zen que muestra la exmandataria, el alcalde de Vicente López no ahorra vehemencia en sus críticas a Axel Kicillof. En la Legislatura, donde ya demostraron poder de fuego, macristas y radicales sacan pecho.
La última reunión de la mesa política de Juntos por el Cambio se celebró el miércoles en la Ciudad de Buenos Aires y reunió a exfuncionarios provinciales, legisladores e intendentes. Fue el tercer encuentro de la dirigencia cambiemista en menos de una semana: antes, Vidal encabezó un cónclave con legisladores en San Nicolás y la cumbre del PRO provincial en Vicente López.
“Todos dicen que Vidal volvió, pero nunca se retiró, solo se tomó vacaciones”, señaló a Letra P uno de los asistentes a los encuentros. “Es la referente principal de la oposición en la provincia de Buenos Aires”, destacó otro de los presentes en un intento por desacreditar la idea de horizontalidad que pregonan muchos dirigentes.
En el inicio de la gestión Kicillof, los encuentros a los que asiste la exgobernadora marcan el ritmo del ordenamiento opositor. Con su presencia ganan relevancia. Nadie puede negarle su construcción y el peso político que en algún momento la ubicó, inclusive, como posible candidata a la presidencia para suceder a Mauricio Macri.
Antes de la elección de octubre y con la certeza de la derrota que le anticiparon las PASO, Vidal comenzó a zurcir un Cambiemos deshilachado con el objetivo de mantener el liderazgo pese a perder la corona. Sin cargo y en rol opositora, ahora intenta retomar el mando en modo “mesura” y con un discurso en sintonía con el pregonado eslogan de oposición responsable. “A Kicillof hay que dejarlo gobernar”, repite en cada encuentro. El propio Kicillof la eligió como interlocutora de una oposición en pleno reacomodamiento. En todas las cumbres pidió “cautela” y felicitó la labor “seria y responsable” de los representantes legislativos. Un intendente lo explica así: “Está respetando la elección que hicieron los bonaerenses. Si bien ha adoptado un perfil más bajo, es para darle tiempo al nuevo gobierno, pero no significa que no esté activa”.
En la guerra dialéctica con el oficialismo, el protagonismo se lo llevó Jorge Macri. Ya en el ocaso del gobierno anterior, el primo del expresidente comenzó a diagramar su rumbo con el objetivo de ser gobernador. El desdibujamiento de la líder natural a partir de la derrota le allanó el camino y se abrió espacio entre la tropa de intendentes, levantó su perfil y se plantó como uno de los interlocutores de la coalición cuando hubo que cruzar al oficialismo. A diferencia de su exjefa política, el alcalde salió al cruce de cada avanzada con la que el actual gobierno intentó denostar a su predecesor.
Aunque con otro tenor y sin tanta cámara, también la voz del resto de los jefes comunales cobró relevancia en la definición de Juntos por el Cambio. Estuvieron cuatro años a la sombra de la estrella PRO. En el mar de derrotas simbolizadas en la pérdida de la conducción de Buenos Aires y de la Nación, sus triunfos cobran espesor. Sobrevivientes a la marea peronista se posicionaron en las mesas políticas.
En el armado PRO fue designado un representante por cada sección electoral y en la mesa societaria hubo lugar para varios líderes territoriales. El miércoles asistieron cuatro jefes comunales radicales y tres macristas al cónclave. “Hoy la responsabilidad de gobernar, por parte de Cambiemos, está en los intendentes. Es la fortaleza que tiene el espacio, además de los legisladores”, le dijo a este medio un mandamás local con lugar destacado en la pretendida horizontalidad de la alianza que gobernó hasta diciembre.
Fuerte en el Senado (26, JxC; 20 FdT), Cambiemos acomodó su posición en la Legislatura al nuevo escenario político y el protagonismo está diversificado. El radical Maximiliano Abad, jefe del bloque de Cambiemos en la Cámara de Diputados, adoptó un tono parecido al de Macri. Combativo, fue uno de los primeros que salió al cruce del gobernador tras su discurso en la Asamblea Legislativa durante el cual denostó a la anterior gestión. Reconoce en Vidal a un activo de la coalición que “exede la provincia”.
También Alejandra Lordén ha cuestionado duramente la gestión de Kicillof. Entre los macristas, además de Alex Campbell, que dispara contra el oficialismo vía redes sociales, Walter Lanaro ha mostrado su descontento. Entre los representantes de la Coalición Cívica, Luciano Bugallo ha salido a golpear al oficialismo en defensa del campo.