PLANO CORTO | GABRIELA MICHETTI

El ocaso silencioso de la imbatible

Macri la usó para humanizarse y la expuso a las urnas tantas veces como pudo porque garantizaba votos. Le soltó la mano en 2015 para bendecir a Larreta y la confinó a un rol secundario en el Senado.

Primera quincena de enero de 2015. Tras una semana de especulaciones, el PRO se sumergió en una larga cena de fin de semana en uno de los restaurantes del Hotel Four Seasons de Retiro. Único tema en el menú: quién sería el sucesor de Mauricio Macri  en las elecciones por la Jefatura de Gobierno. Pugnaban por esa medalla Gabriela Michetti Horacio Rodríguez Larreta. A regañadientes, el jefe del PRO cedió y aceptó la interna. Ganó Michetti: logró doblegar a toda la cúpula del partido amarillo, otra vez, como cuando unos meses antes había rechazado hacer campaña en la provincia de Buenos Aires y el “destierro” quedó para  María Eugenia Vidal. Tiempo después y, a pesar de haber perdido esa batalla, sería ungida como candidata a vicepresidenta. Volvió a la cima de la consideración del partido amarillo. Pero esa imagen de mujer empoderada, en la cima del Olimpo macrista, se fue desfigurando poco a poco y, en poco menos de cuatro años, la estrella electoral del PRO quedó confinada al ostracismo, vaciada de poder y alejada de la toma de decisiones de la Casa Rosada.

 

“Yo gano la Ciudad y después hacemos campaña los tres”, sentenciaba Michetti en 2015. Fue un momento de estupor en el michettismo, que se agrandó y jugó a todo o nada para gobernar la Ciudad de Buenos Aires, incluso proponiendo una campaña beligerante que descolocó a Macri.

 

Cuatro años después, la historia es diametralmente opuesta. Michetti asumió como vicepresidenta y, a pesar de que participa de las reuniones de gabinete y tiene despacho en la Casa Rosada, quedó fuera de la mesa de confianza y de gestión nacional. Si bien su silla en la mesa política del PRO empezó a ser ocupada por otros dirigentes mucho antes de la llegada a Balcarce 50, en estos tres años y medio de gestión Macri se recostó sobre el jefe de Gabinete, Marcos Peña, y, a veces, abría su juego hacia Vidal y Rodríguez Larreta. Como contó  Letra P, esa apertura fue a cuentagotas en la experiencia Cambiemosmás aún después de las PASO del 11 de agosto.

 

 

La interna por la sucesión del macrismo en la Ciudad terminó de la peor manera para la entonces senadora. Rodríguez Larreta, con el explícito apoyo de Macri y la mayoría de los cuadros del PRO, arrasó en la interna y le sacó diez puntos de diferencia. Al mismo tiempo, en el seno del macrismo se dejó de calificarla como “la imbatible” que ganaba –por si sola- las elecciones del PRO en la Ciudad. “Se cayó un mito”, decían los larretistas tras la interna. Ese desperfilamiento de Michetti quedó al descubierto y produjo una novedad para el espacio amarillo: desde 2015 a la fecha, la vicepresidenta no tuvo un rol destacado ni en las campañas ni en las listas. En 2017, el candidato que eligió el macrismo para salvar la ropa y competir con Cristina Fernández de Kirchner en la provincia de Buenos Aires fue Esteban Bullrich. A contramano de elecciones previas, cuando la carta salvadora era exclusividad de Michetti.

 

De las últimas seis elecciones -porteñas y nacionales-, Michetti estuvo en las boletas del PRO en cinco. En 2015, dos veces: cuando compitió como precandidata a jefa de Gobierno y, luego, en la fórmula nacional con Macri. Este 2019 no integra ninguna nómina y, cuando se creía que Macri renovaría sus votos de confianza con ella, se inclinó por el senador peronista Miguel Ángel Pichetto. Pasaron cosas.

 

De hecho, Michetti se enteró de la novedad por teléfono. El Presidente la llamó para comunicarle que no la elegiría como compañera de fórmula y que la decisión se había tomado hace minutos, mientras ella estaba en la convención sobre los derechos de las personas con discapacidad de la ONU, en Nueva York. Desde ese momento, se especuló con un futuro en alguna embajada e, incluso, se habló de la Organización de Estados Americanos (OEA), en una especie de enroque con la actual embajadora argentina ante ese organismo, Paula Bertol, si finalmente esta última integraba la lista de diputados nacionales. Todo ese planteo quedó frizado por el resultado de las PASO.

 

En el ínterin entre las PASO porteñas y la elección nacional, Michetti tuvo una brisa esperanzadora. Volvió a ser “vital”. A mitad de 2015, Nicolas “Nicky” Caputo tomó el teléfono y la llamó. “Sigo pensando que serías la mejor candidata, pero antes de tirarme a la pileta avisame si hay agua”, aventuró el amigo del Presidente. Entonces, Macri ya estaba lanzado a la presidencia bajo la coalición Cambiemos y buscaba compañero de fórmula. Michetti, se encontraba de viaje en la ruta cuando sonó su celular. La escena la retrata con detalles el libro El otro yo, de los periodistas Noelia Barral Grigera y Esteban Rafele. Finalmente, Macri tuvo compañera. 

 

 

 

Desde ese momento, se imaginó ordenando a la tropa PRO en la Cámara alta y conduciendo las sesiones. Pero Macri tenía otros planes para ella y, especialmente, para el Senado. El control político de la quedó en manos de Federico Pinedo  y Pichetto. Recibió el mismo trato de la oposición, que durante estos años esquivó dialogar con la vicepresidenta y buscaba negociar con el veterano senador del PRO. Son famosos los cruces entre Michetti y el ahora candidato a vice de su propio espacio, que llegó a ridiculizarla en vivo y en directo por cómo conducía la sesión y con planteos abiertos en torno a su interpretación del reglamento.

 

Apenas asumió, Macri le confió viajes al exterior y, como su vicepresidenta, le pidió que sea su "embajadora" ante jefes de Estado, reyes, autoridades y empresarios de otros países. En esas comitivas, Michetti iba acompañada de segundas y terceras líneas del Ministerio de Hacienda. En la lógica de la Casa Rosada, eran visitas protocolares al estilo "avanzadas", que luego el Presidente capitalizaba. Las malas lenguas del oficialismo insisten en que Macri, con la agenda exterior que le encomendaba, la "alejaba" del Senado para destrabar conflictos con la oposición.

 

En paralelo con la agenda de Macri y la cobertura noticiosa de sus actividades, Michetti tuvo la suya durante estos años. Incluso, al comienzo de la gestión, hubo chispazos entre la vicepresidencia y la Jefatura de Gabinete por el escaso desarrollo de la comunicación oficial de la compañera de fórmula de Macri. Peña, con su férreo control sobre el área, le restó importancia al reclamo. Michetti siguió al pie de la letra su rol y se inmiscuyó en visitas al interior y en la agenda de la Agencia Nacional de Discapacidad. "Tuvo una elección personal de bajar el perfil", reconocen en su equipo.

 

Además de la pesada mochila de la derrota frente a Rodríguez Larreta en la interna PRO, Michetti llevaba -con orgullo- a cuestas importantes victorias para el macrismo: en 2007 fue la compañera de Macri cuando la fuerza amarilla llegó a Bolívar 1, dos años después dejó la vicejefatura –muy a su pesar- para encabezar la boleta a diputados nacionales y en 2013 hizo lo propio para liderar la nómina para el Senado. “Siempre estuvo a disposición del espacio”, destacan en su entorno.

 

Pese al desaire, la vicepresidenta se mostró incondicional y tomó como un "reconocimiento" el pedido de Macri de representar a la Argentina ante la 72° Asamblea de la Organización de Naciones Unidas (ONU), realizada en 2017. Allí, habló sobre la crisis humanitaria en Venezuela y mantuvo un encuentro bilateral con la entonces primer ministra del Reino Unido, Theresa May. También, tuvo reuniones informales con el francés  Emmanuel Macron, el japonés  Shinzo Abe y el ecuatoriano Lenin Moreno.

 

 

 

Bajo esa lógica, Michetti, licenciada en Relaciones Exteriores con especialización en comercio exterior, se imagina en el sector privado luego del 10 de diciembre. En el PRO no la ven haciendo política junto a Rodríguez Larreta y los dirigentes que sobrevivan al pos Cambiemos, si el partido amarillo retiene la Ciudad de Buenos Aires.

 

Sin embargo, la vicepresidenta continuará concentrada en la gestión de la Agencia y sus recorridas por el interior hasta octubre. Según pudo saber Letra P, tiene decidido acompañar a su "amigo" Guillermo Montenegro  en la campaña por Mar del Plata, aunque no estará abocada full time en la agenda proselitista de Juntos por el Cambio.

 

En las últimas semanas, Michetti quedó en la primera plana de la agenda mediática por un festival de nombramientos en el Senado que destapó la periodista Barral Grigera. En su entorno aseguran que los pases a planta permanente fueron "consensuados con los jefes de bloque" y que "ninguno" en su oficina. A pesar de que se la calificó como una medida de "retirada" y, por lo tanto el último acto exposición mediática, próximamente tendrá a su cargo la conducción del debate por la emergencia alimentaria, que llega al Senado luego de la aprobación en Diputados.

 

José María Carambia, senador del bloque de Santa Cruz. Complica el cuórum a Victoria Villarruel. 
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