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La última mesa

El Gobierno vuelve a reagruparse en plena crisis. Apertura a Carrió y la UCR, bajo una sobreactuación de un Macri híperactivo y permeable a las críticas internas. El enigma Peña.

Es regla. Cada vez que el gobierno de Mauricio Macri atraviesa una crisis, una tormenta o una turbulencia -según la narrativa que dispone la Jefatura de Gabinete-, desde las entrañas de la Casa Rosada se hace trascender una especie de autocrítica y el llamado de urgencia a sus socios en la alianza, la Coalición Cívica y la Unión Cívica Radical (UCR). Sucedió desde el minuto uno del gobierno de Cambiemos, cuando los radicales se quejaban de su poco incidencia en la gestión. Se reflotó numerosas veces, como cuando las esquirlas de la crisis económica de 2018 -acuerdo con el FMI mediante- volvieron a amenazar la investidura presidencial y Elisa Carrió habló de un "golpe" en plena corrida cambiaria. Ahora, tras la derrota en las PASO y el relevamiento de Nicolás Dujovne de Hacienda, el oficialismo anunció una pomposa "Mesa de Acción Política".

 

"La última mesa" la bautizan en el Gobierno. A diferencia de las otras mesas políticas, esta tiene nombre y una serie de puntos que el oficialismo decidió mostrar en la noche del lunes, mientras Hernán Lacunza redactaba el discurso para reconfirmar el acuerdo con el FMI y convocar a referentes económicos de la oposición para "colaborar" con la "estabilidad", tal cual dialogaron Macri y el candidato del peronismo, Alberto Fernández. Una nueva fase aperturista que en el Gobierno prometen mantener hasta diciembre, gane quien gane en octubre.

 

La Mesa de Acción Política debutó con una foto en la quinta de Olivos en las que están Macri, Carrió; la gobernadora de la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal; el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta; el candidato a vicepresidente de Juntos por el Cambio, Miguel Ángel Pichetto; el jefe de Gabinete, Marcos Peña, el ministro de Interior, Obras Públicas y Vivienda, Rogelio Frigerio; la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich; el diputado nacional Mario Negri, el senador nacional Luis Naidenoff, y el ex vicejefe de Gabinete, Mario Quintana

 

Además de nombre, la flamante mesa tiene dos objetivos: un trabajo colegiado para el control de la crisis y para el rediseño de la campaña. Estos integrantes prometen reunirse todos los lunes para debatir estas cuestiones y “coordinar las tareas de los próximos meses”.

 

Larreta y Vidal son los dos dirigentes macristas más interesados en esta nueva faceta aperturista del macrismo, apalancada por la derrota de las PASO. Ambos gobernantes presionaron a Macri para que realice una autocrítica, pida perdón por culpar al electorado de la escalada del dólar y presente un paquete medidas económicas para aliviar el bolsillo de los argentinos ante el agravamiento de la crisis.

 

 

 

También, insistieron con cambios en el gabinete. Pese a su distanciamiento de Peña, el tándem Vidal-Larreta no reclamó su cabeza, pero sí trabajaron para concretar su desplazamiento de la primera plana de decisiones del oficialismo. Celebran la creación de la Mesa de Acción Política, que no implica un alejamiento del jefe de Gabinete, pero sí una obligación a compartir el tablero de control de la gestión y de la campaña. Es lo máximo que pudo aceptar Macri, siempre dispuesto a confesar que las críticas hacia su jefe de campaña son, en rigor, cuestionamientos a su figura.

 

La Mesa de Acción Política aún encierra ese enigma: para algunos miembros del Gobierno, la obligación de compartir el guión de campaña y la marcha de la gestión implica un retroceso para Peña, pero para otros no hay alteración del status quo macrista. El jefe de Gabinete ha hecho un culto de la resistencia a los cuestionamientos internos: durante la corrida cambiaria de septiembre de 2018 también fue el principal apuntado y se autoinfligió un repliegue tras el rediseño del gabinete nacional. Semanas después, volvió fortalecido a la primera plana y se cargó la campaña por la reelección de Macri al hombro, tras negar un desdoblamiento de la reelección de Vidal y forzar a Rodríguez Larreta a unificar su renovación de mandato con la del líder del PRO.

 

Hace casi un año, tras la hecatombe financiera que eyectó a Francisco Cabrera y Juan José Aranguren del gabinete y convulsionó la relación entre el PRO y la UCR, el macrismo quiso reacomodar su vínculo con los aliados de Cambiemos. Se convocó a una mesa política y se anunció el fin de la enemistad con Emilio Monzó. Semanas después, bajó la espuma de la crisis y se aceleró la competencia electoral. La primavera dialoguista quedó en el olvido y subsumida a un crudo invierno entre el PRO, la UCR y los cuestionadores internos de Peña.

 

 

 

En la imagen difundida por el Gobierno sobresale la figura de Carrió, ubicada a la derecha de Macri en la amplia mesa de Olivos. Minutos después, la diputada sostuvo que Juntos por el Cambio ganará las elecciones. Mientras Peña y Carrió encabezan el operativo motivación para una "remontada histórica", Larreta y Vidal se recluyen en sus terruños e inciden en la gestión nacional para no ser arrastrados en octubre.

 

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