LA RECESIÓN

El caso Arcor y la crisis de los que nunca tuvieron crisis

Jaqueada por la caída del consumo, una de las alimenticias más importante del mundo cerró plantas emblema y mostró que la ola tocó a los grandes. Firmas concursadas, salvadas y un futuro incierto.

Cuando el secretario de Comercio, Ignacio Werner, cambió de parecer por pedido vertical y les consultó a los proveedores de alimentos y grandes supermercados si pondrían por escrito el compromiso a no aumentar precios por seis meses, la mayoría se negó. El primero que levantó la mano para firmar lo que otrora fue un pacto de caballeros fue Arcor. Unas horas después, anunció que la crisis económica y del consumo, una pandemia para el sector de los alimentos, le pegó de lleno: cerró una planta de La Campagnola en Mendoza, afectado además por la recesión frutihortícola, quedando sin empleo 155 trabajadores.

 

 

La planta que cerró Arcor en Mendoza. 

 

 

El caso Arcor, una firma que no tiene problemas financieros ni económicos pero que sí perdió dinero en la crisis, es una señal de catástrofes que recién comienzan y que no fueron observadas. Según explicaron desde el entorno del gobernador mendocino, Alfredo Cornejo, la planta de Arcor en Mendoza ya llevaba cinco años con balances en rojo. Una rareza para el sector y para la propia compañía, que en 2018 vivió algo traumático que no padecía desde 2001: volvió a tener un balance global negativo en el país.

 

Por otra parte, en la planta de alcoholes de Arcor en San Pedro, el stock se acumuló por falta de ventas hasta obligar a la firma a enviar trabajadores de allí a las producciones de aceite y polenta. En la fábrica de Arroyito, en tanto, donde se elabora el jarabe de maíz de alta fructuosa para bebidas, a 80 de las 130 personas que trabajan se les adelantaron las vacaciones.

 

Luis Pagani, CEO de la empresa, habla poco, pero en privado es crítico de la conducción política de Mauricio Macri. Una de las pocas veces que se prestó a reportajes, fue categórico y le dijo a Perfil que "el Gobierno no tiene plan económico"

 

 

Coca Cola y el rubro bebidas sin alcohol, cayó 23% en consumo en verano, el momento de mayor demanda. 

 

 

Los datos macro de la industria tapan todo, pero la crisis de los alimentos es de una profundidad inédita y explica, en paralelo, por qué la recesión está en niveles serios. La comida y la bebida han sido, en todas las crisis, lo último en ser resignado. Hoy, con la industria cayendo en marzo 13,4% interanual y perdiendo casi 134 mil empleos desde 2015, lo que ocurre en el micro mundo del consumo es para observar. Alimentos cayó 6% según el último dato de la Unión Industrial Argentina (UIA), mientras que bebidas superó el 20% de baja. Otro caso emblema allí es el de Coca Cola. La demanda veraniega se desplomó 23%, justamente en el período de más consumo. En su conjunto, gaseosas mostró una baja de 7,7%, según cifras de la cámara de bebidas Cadibsa. 

 

Hoy sigue esa tendencia, que comparte con el resto de la industria. Pepsico fue en el rubro de las primeras en mostrar el impacto y, de forma indirecta, la embotelladora FEMSA acusó recibo pidiendo un Plan Preventivo de Crisis (PPC) este año. En 2018, quebró ALCO-Canale, y se suma a las golpeadas Cresta Roja y la Inca que en lata de conservas y vegetales. Los grandes, como Molinos, tienen más espalda que las pymes, pero ya superan los dos balances rojos en tres años de la gestión de Cambiemos. Por carácter transitivo, también cayeron los grandes supermercados: Carrefour pidió en 2018 un PPC, Walmart cerró superficies emblema como el local del shopping DOT y Cencosud (Jumbo, Disco y VEA) roza los tres balances negativos consecutivos.

 

 

Lácteos perdió más de 1900 empleos. Un sector golpeado. 

 

 

Una situación inédita para un sector que, vale aclarar, creció fuerte en los años del kirchnerismo, cuando el excedente de los subsidios a las tarifas energéticas se derivó al consumo. Lo que viene, cuentan los industriales, es que la crisis que se refleja en la actividad se plasme de lleno en los números del empleo. La realidad, hoy, es la siguiente: en 2015, la industria tenía 1.252.108 puestos de trabajo; desde entonces resignó casi 134 mil. En alimentos y bebidas, al tercer trimestre de 2018 (último dato disponible), se resignaron algo menos de 5 mil empleos. En bebidas se perdieron hasta hoy 605 trabajos, pero no se ven aún las cifras de lo peor de la actividad. Lácteos, otro sector jaqueado por el sacudón de Sancor y la crisis de Mastellone, perdió 1.900 empleos directos, un golpe fuerte para un sector en el que se desempeñan 35.000. En producción y procesamiento de carne, pescado, frutas, legumbres, hortalizas, aceites y grasas, el empleo cayó menos de 1.500 (sobre un total de 128 mil) y subió algo la molinería (1.687 puestos, con un total de más de 21 mil puestos). Otra de las que cayó fuerte fue productos de panadería: casi 2.500 puestos de trabajo menos, sobre un total de 54 mil, aproximadamente.

 

 

Acevedo, titular de la UIA, junto a Macri. La entidad cree que la crisis no tocó piso. 

 

 

La crisis del mercado interno, el rebrote inflacionario y el encarecimiento del crédito, además, pusieron a las alimentarias y a la industria en general en una doble trampa: no poder vender adentro y tampoco exportar. Según fuentes de la UIA, “no está fácil exportar por la competencia a la que te enfrentás, depende de la demanda del comprador en parte, y por el nivel de tasas de interés que hay y los plazos que tardás en cobrar, amén de cierta incertidumbre”.

 

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