Ni la pelea por la presidencia del Banco Central en 2010, cuando Martín Redrado se negó a usar las reservas para pagar deuda, ni los cables reservados de WikiLeaks que lo muestran como informante privilegiado de la Embajada de Estados Unidos. La razón es otra. Eso dicen en las inmediaciones del Instituto Patria.
No habían pasado tres meses desde la asunción de Mauricio Macri y Cristina Fernández de Kirchner comenzaba a advertir que perder las elecciones le iba a traer costos más altos de lo previsto. En el verano de 2016, Claudio Bonadio dio el primer paso: la citó a indagatoria en la causa del dólar futuro, donde ya estaba procesada, y dio inicio al tiempo de revancha en Comodoro Py.
Enemigo declarado de Cristina, repentina esperanza de la República, el juez federal tomaba como punto de partida una decisión de política económica -los contratos de dólar futuro firmados entre setiembre y diciembre de 2015- y acusaba a la ahora vicepresidenta electa por el delito de “defraudación a la administración pública”. Los mismos cargos pesaban para la conducción del Banco Central que presidía Alejandro Vanoli.
Es historia, sin embargo, Bonadio dictó el primer procesamiento en una causa que hoy está elevada a juicio oral y aportó en ese momento una información que ahora vuelve a cobrar relevancia, cuando Alberto Fernández es el presidente electo y busca definir con qué equipo económico intentará sacar a la Argentina de la crisis que hereda de Macri. El juez dijo por escrito que basó su resolución en los testimonios brindados por Alfonso Prat Gay -entonces ministro de Hacienda y Finanzas de Cambiemos- y una serie de ex presidentes y altos funcionarios del Central entre los que figuraba Redrado.
JUEZ Y PARTE. Por el cargo que había ocupado entre 2004 y 2010, el economista de la Fundación Capital aportó su declaración testimonial ante Bonadio como testigo experto en la materia, a partir de informes técnicos. Aunque no había puntos de pericia en la causa, la información difundida aseguraba que el consultor que entonces militaba en el Frente Renovador junto a Sergio Massa había actuado como perito especial.
Según las palabras del propio Redrado, Bonadio lo había citado como “perito técnico” y él le había llevado un informe al juez en el que detallaba, día por día, los volúmenes negociados. “La principal causa de sospecha fue que entre septiembre y noviembre se triplicó el monto, de 5 mil millones de contratos firmados se subió a 15 mil millones en un contexto en el que el Central venía perdiendo reservas. Es una irresponsabilidad técnica muy seria avalada por la Presidenta (...). Fueron 77 mil millones de pesos que se podrían haber utilizado para mejorar la Asignación Universal por Hijo o para bajar impuestos a las pymes”, afirmó.
Más allá del rol formal que asumió Redrado en la causa, los incondicionales de Cristina no tenían duda: opositor enfático, el ex titular del Banco Central se plegaba a la maniobra política que iniciaba el juez federal que se inició con Carlos Corach y es autor de ocho de los 12 procesamientos que hoy pesan sobre la ex presidenta.
En febrero de 2016, el economista que ahora asesora a Fernández declaró: “Quien estaba a cargo del Central (Vanoli) y la presidenta sabían que se vendía algo que no tenían. Hipotecaban así el futuro y perjudicaban las arcas públicas. Ahora, todos los argentinos tenemos que pagar la cuenta (...) La pregunta que debemos dilucidar es qué sabía la ex presidenta, cuando lo supo y si dio instrucciones precisas. Cristina Fernández utilizó las reservas, sobre todo a partir del 2010 en adelante, como si fuera su chequera. El Banco Central parecía que era su cuenta corriente propia”. La vicepresidenta electa guarda copia de su declaración y todavía lo recuerda.
Dos meses después, el 13 de abril, Cristina haría una demostración de fuerzas con un acto bajo la lluvia, frente a Comodoro Py, que reunió a miles de personas. “Me pueden meter presa, pero no me van a callar”, dijo. La doctrina Irurzun recién amanecía y pocos imaginaban la cifra de ex funcionarios y empresarios ligados al kirchenrismo que terminarían en la cárcel.
ROL IMPORTANTE. Golden Boy de los años noventa, con un largo paso por el Frente Renovador, el economista guarda por estas horas un perfil de lo más bajo. Sin embargo, en las consultoras del mercado afirman que tiene “vocación y disposición” para asumir otra vez en la función pública. En setiembre pasado, Fernández afirmó en el seminario de Clarín en el Malba que Redrado iba a cumplir un “rol importante”, pero desde entonces casi no volvió a mencionarlo.
De llegada privilegiada a la comunidad de negocios internacional, cuenta, además, con respaldo en sectores empresarios y sindicales. En el peronismo, afirman que tiene el impulso del power trío albertista que integran el gremialista Héctor Daer, el farmaceutico Hugo Sigman y el gobernador Juan Manzur. De buena relación con Cristobal López, administró el Banco Finansur, y también exhibe un vinculo histórico con José Luis Manzano. En el mercado y en el Círculo Rojo, sobran sus propagandistas: lo ven como el indicado para conducir la etapa que viene en un gobierno al que, consideran, “no le sobra margen” para ensayar ninguna variante “excéntrica” y donde -según Fernández anticipó- habra medidas “ortodoxas y heterodoxas”.
Hoy, en el albertismo afirman que los economistas de cabecera son hoy Matías Kulfas y Cecilia Todesca; Guillermo Nielsen aparece enfocado en la energía y la negociación de la deuda y Emanuel Álvarez Agis parece haber quedado rezagado. Ninguno cumple con la característica de un “ministro fuerte”, la definción que dio el ahora presidente electo antes del 27 de octubre.
De Redrado, poco se sabe, salvo el plan que presentó la Fundación Capital el 30 de octubre -difundido por el sitio Urgente 24- en el que recomienda un plan de lo más ortodoxo, con un programa de facilidades ampliadas con el Fondo. Sin embargo, en los círculos empresarios sostienen que Cristina Kirchner vetó su nombre y que sigue pidiendo por Roberto Lavagna. Cerca de la vicepresidenta electa aseguran que la decisión es de Fernández, pero admiten que el cuestionamiento más profundo se debe al rol que jugó Redrado en la causa del dólar futuro. “Martín se ofreció a prestar declaración. Jugó muy mal y en forma innecesaria”, le dijo a Letra P un incondicional de la senadora. Dependerá del presidente electo saldar esa tensión que subsiste.