EL CÍRCULO ROJO ALBERTISTA | NOTA II

Hugo Sigman, el ceo progre de los silencios

Jefe de uno de los grupos más grandes del país, se define socialista a la europea. En esta nota de noviembre, el excéntrico que armó la tribuna que Fernández usó para celebrar el respaldo del Fondo.

Arreciaba la gripe aviar en la Argentina. Obsesión con los barbijos, el alcohol en gel y faltante de vacunas. En 2009, Juan Manzur, ahora gobernador de Tucumán, era el ministro de Salud de Cristina Fernández. Arrinconado y preocupado, le llegó una solución del cielo: Hugo Sigman, un empresario de los laboratorios, le sugirió que lo dejara asociarse con Novartis para tener en Argentina la licencia suiza para fabricar en el país la vacuna contra la gripe, que hasta ese momento se importaba. El CEO prometió invertir cien millones de dólares en una planta en Garín a tales fines. No era gratis: le pidió al ministro que le garantizara la compra de esa vacuna por diez años, con la actualización de precios que dispusiera la Organización Panamericana de la Salud (OPS).

 

Junto a Manzur. Amistad y política. 

 

 

Psiquiatra de profesión, Sigman inició allí una relación de amistad con Manzur que siguió años después con visitas a la provincia. Una histórica: en 2016, cuando Adrián Werthein era presidente del Consejo Interamericano para el Comercio y la Producción (Cicyp), se armó en Tucumán una celebración por los 200 años de la independencia. Mega fiesta en el Sheraton y un asado multitudinario en la casa del gobernador en los cerros. Los empresarios más grandes del país, Sigman, y otro amigo del que casi es canciller en la Argentina: el ex presidente de España, Felipe González.

 

En los años del segundo kirchnerismo, Manzur fue su ancla con el gobierno cuando el empresario ya rompía lanzas con CFK, por las mismas diferencias que la alejaron de casi todo el Círculo Rojo. Se llevaba bien con Néstor Kirchner, como casi todo el poder económico, y lo conoce al electo Alberto Fernández desde aquellos años, al igual que al posible canciller, Felipe Solá. Vivió el resultado de las elecciones desde España, donde reside siete meses del año y mantiene buena parte de sus negocios de medicinas. Desde allí se contactó con Fernández, lo felicitó y se puso a disposición. Cuentan los que lo tratan a diario que “lo han consultado para ver qué le parecen los posibles ministros, sobre todo de salud, pero ninguno de los que están en danza es un hombre de él”.

 

 

 

 

 

Sigman tiene una virtud que lo une a Fernández: se maneja solo, con su teléfono, habla con gente mientras sus laderos no están al tanto y está encima de todo, hasta del mínimo detalle del Grupo Insud. Es silencioso. Cuando se da una charla hay que acostumbrarse a sus silencios estratégicos.

 

Sigman tiene un imperio, pero un imperio en serio: el centro de su negocio es la actividad farmacéutica, vía el laboratorio ELEA, que convive con empresas de agro y forestales, biotecnología para el campo, hotelería, medios de comunicación ( Le Monde Diplomatique), una editorial ( Capital Intelectual) y una productora de cine. Ecléctico en sus preferencias de negocios, su hobby es leer libros y ver películas. Se define como socialdemócrata a la europea y mantiene una línea “progre” en su faz cultural, la que mantiene con el dinero que ingresa por remedios. Todo el grupo tiene un ingreso cuyo 65% proviene del exterior, de las plantas de medicinas en España.

 

 

"El Clan". Produjo la película de Francella, uno de los primeras veces que no perdió plata en el cine. 

 

 

La obsesión por canalizar sus gustos lo hizo apostar por el cine tras la salida de la crisis de 2001, con todos títulos ligados, de una u otra manera, a su preferencia política: produjo “Mundo grúa”, “El Perro”, “Kamchatka” y “El último Elvis”, todas sin el éxito esperado. Perdió plata hasta que hubo un quiebre con “Relatos Salvajes”, la más vista en la historia argentina, y luego “El Clan”. Hoy proyectan otra de su factoría, el intento antigrieta “La Odisea de los giles”.

 

En los años de Cambiemos le fue mal en todos los rubros salvo en el agro. “Yo pensé que, como Macri era ingeniero, le iba a dar preponderancia a la producción”, suele contarles a sus amigos, lamentando los años perdidos.

 

Con el Gobierno se llevó mal, además, por la guerra que Cambiemos decidió librar contra los laboratorios nacionales. Sigman tiene varios directivos de peso en la Cámara Industrial de Laboratorios Farmacéuticos (CILFA), que recibió presiones para bajar precios, recibió denuncias penales de Elisa Carrió y quedó sin un negocio importante cuando el PAMI reordenó la entrega de remedios.

 

 

El hijo de Sigman militó con "Wado" de Pedro, de allí se conocen. 

 

 

Uno de sus hijos, Lucas, cursó y militó en el Nacional Buenos Aires con Eduardo “Wado” de Pedro, con quien Sigman mantiene una relación estrecha, como casi todo el Círculo Rojo, que parece ahora amar al camporista perdonable. Lucas y De Pedro compartieron los años de militancia con el gobernador electo de Buenos Aires, Axel Kicillof; el ex candidato a intendente porteño del Frente de Todos, Matías Lammens, y hasta el actual presidente del Banco Central (BCRA), Guido Sandleris.

 

Hincha de River y el Barcelona, el padre de los Sigman fue el gestor de la reunión entre Fernández y el CEO de Mercado Libre, Marcos Galperín. Contó algunos detalles en una entrevista con el diario Perfil. Cuando recibió una llamada de su colega, se contactó con De Pedro para coordinar el encuentro. Los más duros aseguran que en esa reunión, el camporista le pasó factura por muchas cuestiones pendientes. Sigman y Galperín comparten un espacio, el chat de WhatsApp Nuestra Voz, que se creó para dar respaldo a políticas de Macri y que, a tono con el cambio de signo político, empezó a virar a un reestructurado más amplio. 

 

Sigman observa en Fernández algo que remite al primer Kirchner: un hombre dispuesto a la apertura, al diálogo, con un perfil productivo y una inclinación más centrista dentro del peronismo.

 

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