Al cierre de esta nota, el guión de la marcha del millón aún seguía incompleto. La hoja de ruta, que desfilaba entre la Jefatura de Gabinete nacional y la Jefatura de Gobierno porteña, tenía únicamente un orador: el presidente Mauricio Macri, que apelará otra vez a un " shock emotivo" con el objetivo puntual de lograr, a fuerza de optimismo y un discurso que apunte únicamente al votante amarillo, un incremento de la participación electoral.
Para el oficialismo, la convocatoria de este sábado a las 17 en el Obelisco no es una parada más en el plan de recorrer 30 ciudades en 30 días. Los organizadores esperan más de 100 mil personas y una especie de clamor popular que alimente la leyenda "Sí, se puede" que el jefe de Gabinete y de campaña, Marcos Peña, volvió a instalar como leitmotiv proselitista. Casi un cierre de campaña anticipado.
La locación tiene un componente simbólico: Macri hablará desde el monumento más reconocido de la Ciudad de Buenos Aires, el pago chico PRO que lo catapultó a la Casa Rosada y el distrito en el que, pese a la merma en imagen e intención de voto, aún conserva su principal capital político.
En el Gobierno porteño también miran de cerca el impacto de la marcha del millón. Si bien habrá réplicas en otras ciudades de Argentina y en algunas capitales de otros países, el epicentro estará en la Ciudad. Para Horacio Rocdríguez Larreta, es vital que se incremente la participación y, fundamentalmente, en el sector de la tercera edad, que el macrismo domina con comodidad en el distrito.
Además, este último agrupamiento de votantes se ausentó a sufragar justamente en las comunas donde Macri y Larreta hicieron su mejor elección: la 2 (Recoleta), la 13 (Belgrano, Colegiales) y la 14 (Palermo). En la Jefatura de Gobierno creen que hay 50 mil macristas que en agosto no fueron a votar. Faltaron por estar de vacaciones, por frío o por el desinterés por las PASO. El oficialismo busca sacarlos de su casa y, desde el 11 de agosto, pide que vayan a votar. Para quienes aún dudan hay dispuesto un operativo para transportarlos hacia el establecimiento de votación.
Para este sábado, el equipo de campaña de Juntos por el Cambio montó un escenario sobre la Plaza de la República en dirección al norte. Según lo previsto, la meta es que quienes asistan se ubiquen desde la Avenida Corrientes para el lado de la Autopista Illia. Habrá pantallas en las cuadras aledañas al Obelisco y está previsto que el Presidente haga su discurso a las 17.30, flanqueado por la primera dama, Juliana Awada; el candidato a vicepresidente por Juntos por el Cambio, Miguel Ángel Pichetto; la diputada nacional por la Coalición Cívica Elisa Carrió y Larreta.
Macri seguirá los primeros minutos de la marcha del millón desde la quinta familiar Los Abrojos, ubicada en el partido bonaerense de Malvinas Argentinas. Según lo detalles de la organización del comando de campaña, viajará en helicóptero hacia la Casa Rosada y luego se dirigirá en auto por Diagonal Norte hacia el Obelisco.
El Gobierno navega las turbulentas aguas previas al 27-O con cierta tranquilidad. Es una quietud que se recrea al comparar los días previos a las PASO, con un Macri furioso cargando contra la oposición y sus votantes por la tormenta financiera, una guerra sin cuartel entre los distintos referentes que integran Juntos por el Cambio y una inestabilidad cambiaria que amenazaba con crisis institucional. "Fue una locura", se sinceró ante Letra P un hombre con despacho en Balcarce 50.
El Gobierno está políticamente más ordenado que hace dos meses. Fue vital en ese ordenamiento interno el acuerdo para posponer la campaña hasta el mes de septiembre, cuando Macri arrancó formalmente con las marchas del #SíSePuede.
Tras la derrota ante Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner, nadie en el oficialismo esperaba llegar a la semana final de las elecciones con un Macri activo, en campaña permanente y, según admiten quienes lo frecuentan estos días, "emocionado". Para este clima de paz interna en el oficialismo colaboró la estabilidad económica, que únicamente se centra en la calma temporal del dólar luego de un alza de más de 15 pesos después de las primarias. De hecho, los indicadores económicos siguen generando dolores de cabeza en el oficialismo: para el INDEC, la inflación de septiembre fue del 5,9%.
A pesar de este marco, el Gobierno está políticamente más ordenado que hace dos meses. Fue vital en ese ordenamiento interno el acuerdo para posponer la campaña hasta el mes de septiembre, cuando Macri arrancó formalmente con las marchas del #SíSePuede. La génesis de esta gira proselitista es la marcha del 24 de agosto, convocada por referentes del mundo artístico y a la que el Presidente se sumó de imprevisto cuando saludó eufórico desde el balcón de la Casa Rosada.
En el oficialismo, los ánimos en torno a la elección están divididos: Macri y Peña se esperanzan con una milagrosa llegada a un ballotage, pero también tantean de cerca los movimientos de quienes imaginan una derrota segura y empiezan a trazar el primer bosquejo del posmacrismo. Para el jefe de Gabinete, el posmacrismo es con Macri. No alcanza con una exitosa marcha del millón (más de 100 mil personas en el Obelisco) para erigirlo como figura excluyente de la futura oposición, también depende del resultado electoral para empezar a desentrañar el futuro político del líder del PRO.