Como parte de la ley 27.343, sancionada en 2016, Makon y otros cuatro directores ingresaron por concurso a la flamante oficina de la que formarán parte por un período de cinco años. A los 76, el contador de la UBA que nació en Coronel Suárez, se inició en la militancia en el Partido Comunista y contribuyó también a la experiencia sandinista desde su especialidad, vuelve a ser testigo del vía crucis por el déficit cero y ve -con una mezcla de asombro y temor- la bola de nieve del endeudamiento externo, que resurgió de la mano de Mauricio Macri. Le toca informar sobre un Presupuesto que quedó viejo a poco de nacer, cuando hasta la oposición del PJ dialoguista reclama que el dibujo de Nicolás Dujovne sea reelaborado en forma completa. Poca cosa, para una vida a la que no le faltó el vértigo.
2001 odisea de la Alianza. Cavallo, Enrique Rodríguez, Caro Figueroa y Makon.
DEL SANDINISMO AL CAVALLISMO. Obsesivo de la burocracia estatal, de buena relación con todo el arco político, consultor de organismos internacionales como el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo, Makon tiene una trayectoria larguísima que arranca en 1963 y no cabe en un CV.
Especializado en Administración Financiera, con posgrados en Chile y Brasil, trabajó como consultor de Naciones Unidas en la década del 80 en Venezuela, Perú, Nicaragua, Ecuador, Guatemala, México y hasta Mozambique. Apodado “El Petiso”, fanático enfermo del club de Macri, con repetidas frustraciones en el campo de las dietas, la historia cuenta que conoció a Cavallo hace casi 50 años en las reuniones del Consejo Federal de Inversiones. Él era el responsable de la reforma presupuestaria provincial en el naciente CFI y el economista que llegó al poder central desde la Fundación Mediterránea tenía entonces 24 años. El joven Cavallo era subsecretario de Planeamiento y Desarrollo de la provincia de Córdoba, como estrella del gabinete del brigadier Roberto Huerta, uno de los militares que había participado del golpe contra Perón junto a Benjamín Menéndez. Makon provenía de otro mundo y pertenecía en aquel tiempo a la Juventud Comunista.
Nueva designaciones - Marcos Makon y Ricardo Mitre - DiFilm (2001)
El director de la flamante Oficina de Presupuesto del Congreso vivió en el exterior entre 1973 y 1983 y llegó a la Nicaragua sandinista como consultor de Naciones Unidas. Los memoriosos apuntan que fue clave para la confección del primer presupuesto de la revolución nicaragüense.
El ex funcionario de la Alianza recuerda que se sentaban en el piso, porque no había sillas en los despachos del nuevo gobierno. Según pudo saber Letra P, tenía una excelente relación con Henry Ruiz, el comandante “Modesto”, uno de los nueve miembros de la dirección del Frente Sandinista que entonces era ministro de Planificación y hoy se destaca entre los opositores a Daniel Ortega.
En 1991, el cavallista Gutiérrez convocó a Makon para sumarse a otra transformación, de signo opuesto: la epopeya menemista. Asumió como subsecretario de Presupuesto y puntal de la reforma del Estado noventista, “un caso líder en toda América Latina”, según llegó a considerar en diálogo con Clarín. Se fue del gobierno en 1996, cuando Menem echó a Cavallo. Fue entonces, hace casi dos décadas, cuando fundó junto a Gutiérrez -más tarde, presidente del Banco Provincia- la consultora Sidepro, especializada en administración financiera.
ENTRE MINGO Y CHACHO. El contador nunca se asumió como un cuadro del cavallismo, pero se cansó de elogiar la capacidad y la inteligencia del ex ministro y de profesarle respeto. Su mayor trascendencia pública, sin embargo, llegó durante el ensayo frustrado de Fernando De la Rúa y Carlos “Chacho” Álvarez.
Conoció al líder del Frepaso en 1998, cuando era presidente de la Asociación Argentina de Presupuesto y Administración Financiera Pública (ASAP), un organismo que integra hasta la actualidad y que volvió a conducir entre 2010 y 2018. Makon quedó impactado por el futuro compañero de fórmula de De la Rúa y se afilió al Frepaso. Cuando la Alianza llegó al poder, asumió como secretario de Modernización del Estado. Todo fue vertiginoso y confuso, en medio de una emergencia que terminó mal.
Conoció a Chacho Álvarez en 1998, quedó impactado y se afilió al Frepaso.
Pese a su perfil de técnico, Makon demostró una cintura especial para llevarse bien con distintos sectores. Quedó en la historia como el curioso puente que logró reunir a Cavallo con Chacho detrás de criterios comunes. Su protagonismo creció cuando Álvarez renunció y se activó desde su partido un llamativo intento de chachismo sin Chacho para sostener un barco que se hundía. En marzo de 2001, Makon asumió como ministro de Desarrollo Social y le tocó convivir una semana con Ricardo López Murphy como jefe de Economía. Fernández Meijide y Ricardo Mitre fueron los otros dos frepasistas que se sumaron al gabinete de De la Rúa. No pudo llevar adelante sus políticas para combatir el clientelismo: duró apenas dos semanas como ministro en reemplazo de la dirigente de la APDH que hoy revista entre los intelectuales más destacadas del macrismo.
Finalmente, Colombo lo captó como su segundo para la jefatura de Gabinete bajo el cargo de secretario de Coordinación General. Las crónicas de la época ubican a Makon como uno de los artífices para lograr la llegada de Cavallo al Gobierno, en reemplazo de López Murphy. Ya entonces, el superministro lo consideraba el hombre que más sabía sobre presupuesto público en Argentina. Sin embargo, en su desembarco, Cavallo no prestó atención a sus planteos. Las crónicas de la época recuerdan que renunció el 20 de noviembre de 2001, justo el mismo día que Federico Sturzenegger, el entonces secretario de Política Económica de Cavallo.
Llegó a la Nicaragua sandinista como consultor de Naciones Unidas. Fue clave en la confección del primer presupuesto de la revolución nicaragüense.
OFICINA DE LA DEUDA. Consultado por Letra P, Makon se excusó de hablar antes de tiempo. Su balance de la experiencia de la Alianza, última escala en el Poder Ejecutivo, no se conoce. Desde entonces, conserva el sabor amargo del fracaso, el horror a la gestión pública a la que no retornó y una buena relación con dirigentes que siguieron caminos contrapuestos.
Viejos militantes de antaño y ex frepasistas que compartieron gabinete con él lo recuerdan como una buena persona, de alto nivel profesional y mucha generosidad. También los radicales sobrevivientes que hoy integran la nueva coalición de gobierno, especialistas en cuestiones presupuestarias, le reconocen su expertise. “Es un apasionado estudioso de la reforma aún no hecha del Estado. Ayudó a escribir la ley de Administración Financiera que incluye la Auditoría. Era y es un tipo muy respetado”, le dijo a este portal Raúl Baglini, por aquellos años, presidente de la comisión de Presupuesto de la Cámara de Diputados.
En la nueva etapa, Makon anticipó un trabajo intenso de su equipo que incluye la difusión de tres informes públicos en el corto plazo: uno sobre el gasto social, otro sobre el plan de inversiones públicas y otro sobre subsidios.
En su primera presentación en el Congreso, la semana pasada, el contador advirtió que, para cumplir con la caída del 2,4% del déficit que prevé el Presupuesto en 2018, en el segundo semestre de este año debería haber una baja en la actividad del 4,3% para poder llegar al 0,5% en 2019.
Escoltado por Laspina y Esteban Bullrich, remarcó que el derrumbe en la inversión previsto para 2019 en un 9,7% “es la mayor caída de los últimos 13 años” y apuntó a otros dos aspectos centrales, que conspiran contra la recuperación que sueñan en el Gobierno.
Por un lado, la relación entre la inflación prevista en 23% -casi la mitad de la que se estima para todo 2018- y el tipo de cambio proyectado en 40 pesos. “Eso puede afectar una de las proyecciones macroeconómicas fundamentales que es la del crecimiento de las exportaciones”, dijo. Como marca el informe elaborado por la nueva oficina, si el tipo de cambio se mantiene en 40 pesos, se produciría “una apreciación real del tipo de cambio con posibles consecuencias sobre las exportaciones y la recaudación”.
Por último, el talón de Aquiles del déficit cero que propagandizan Macri y Dujovne: los intereses de la deuda, que no son computados en el déficit primario. El ex ministro explicó con detalle la ecuación venenosa que Cambiemos generó y amenaza con alterar los días de cualquier futuro gobierno: los intereses de la deuda pública, que pasan de representar 2,9% del producto en 2018 a 3,2% en 2019.
La caída del PBI argentino medido en dólares agiganta una bola de nieve que ya crecía como reverso oculto del gradualismo antes de la megadevaluación que arrancó en abril. “Con la baja del producto bruto, el porcentaje de la deuda pública en el producto pasa del 57,1 por ciento al 87 por ciento, para bajar en 2019 al 75,3 (...) Y desde el punto de vista neto, tomando el tipo de cambio de diciembre de cada año, la participación de la deuda pública en el producto pasa del 29,4 por ciento al 52 por ciento”, advirtió Makon.
El ex polifuncionario de la Alianza tendrá que ocuparse de un Presupuesto que no sólo quedó viejo a poco de andar. Además, cuenta como componente esencial el peso de los intereses que genera el endeudamiento externo, la partida que más crece y equivale a 15.200 millones de dólares en 2019, según la nueva oficina.
“No nos podemos endeudar a la velocidad que nos estamos endeudando. Argentina tiene que tener cuidado porque padece el síndrome del borracho, sobre todo cuando empezamos a tener mayor peso la deuda externa que la deuda interna”, le dijo Makon a Radio Cooperativa en 2017, cuando todavía presidía la Asociación de Presupuesto (ASAP).