LIBERTARIOS VS. FEDERALES

Subcomandante Nacho: Ignacio Torres, el líder rebelde menos pensado para Milei

De custodio de la boleta LLA en el ballotage a la piedra más filosa en el zapato del Presidente. Desde Chubut, encendió la mecha del interior sublevado.

Ni piquetes ni cacerolas ni viejos caciques asociables al estigma K: la mecha de la rebelión que amenaza a Javier Milei se encendió en el rincón menos pensado. Lejos de los catálogos de “la vieja política", el gobernador de Chubut, Ignacio Torres, se convirtió en el subcomandante de la patria del interior rebelada.

Sub 40, cara nueva, antikirchnerista, descontracturado y de sport, hiperactivo, el muchachito de la película del PRO que el año pasado les ofrendó la primera gran foto de la victoria y la unidad a Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta. Nacho Torres llegó a la gobernación con un discurso anticorrupción y dio el batacazo después de 20 años consecutivos de panperonismo.

Ahora, dos meses después, es la piedra más filosa en el zapato de Milei. El Presidente no se lo esperaba.

Ignacio Torres en modo Chávez

En Chubut, las huestes de Torres cuidaron la boleta de La Libertad Avanza en el balotagge, como se ocupó de recordar el propio gobernador en un diálogo flamígero con la señal TN. Antes, Nacho reactivó el chat con su amigo Ramiro Marra y tendió más puentes con ese espacio. El propio gobernador se entusiasmó con las reformas anunciadas por el presidente libertario, militó relativamente la motosierra en su propio territorio y lo llamó a “dejarse ayudar” en el Congreso para aceitar las leyes claves. Hoy, en la vereda de enfrente, lidera a la Patagonia Rebelde y avanza en modo Chávez.

“Santiago Caputo me amenazó con sacar los tanques a las redes si no me callo”, tiró este sábado, encendido. La furia tuitera del Presidente pasó la frontera de la medianoche del viernes replicando amenazas y agresiones. Lo llamó “Nachito”.

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Ignacio Torres había presentado una medida cautelar para suspender la quita del subsidio al transporte.

Ignacio Torres había presentado una medida cautelar para suspender la quita del subsidio al transporte.

Torres ya había decidido: ni un paso atrás. “Que manden la Gendarmería y me metan preso, no me importa”, dijo el Torres respondón. "Presidente, quiero decirle que, a diferencia de otros, yo no le tengo miedo. No vamos a ceder ante sus insultos, amenazas o aprietes”, abundó.

Lo corren en las redes, lo salpican con el mote de casta, lo quieren poner contra la pared los tres mosqueteros de los canales televisivos al servicio del gobierno nacional, pero se sostiene en sus tonos.

La Patagonia Rebelde vs. el ejército de trolls

Torres banca su posición de líder de una revuelta de todos colores también porque siente que tiene la fuerza de la razón: lo respaldaron primero sus pares de la región, que no por casualidad fueron los primeros unidos y organizados. Después llegaron, en cadena, las solidaridades del resto de los gobernadores, sin distinción de regiones ni de compañeros y correligionarios.

En las horas previas al estallido, el ministro de Economía, Toto Caputo, lo había llenado de elogios: lo puso como ejemplo nacional porque Torres decidió que su provincia armaría un fondo propio para reemplazar el Incentivo Docente retaceado por Milei. Torres cuidó su quinta con esa decisión: una de sus grandes promesas de campaña fue atender la educación, estallada en la provincia.

Tuit de Caputo sobre Chubut e Ignacio Torres.png

Pero… “detonan sistemáticamente todos los puentes con quienes queremos ayudar”, lamentó Torres y volvió a levantar la voz. “Es nefasto lo que hace Santiago Caputo y se le va a terminar el ejército de trolls”, atacó al primo del ministro, gurú comunicacional del Gobierno.

Antes de todo, Torres ya había decidido volcar su identidad política a una suerte de provincialismo, una estrategida que en la Patagonia viene dando buenos rendimientos: hizo sutiles operativos de despegue del PRO más porteño y de los ruidos internos nacionales y empezó a gestar su “movimiento ciudadano”, como llama a su proyecto político. Sueña con bautizarlo, en algún momento, como “Despierta Chubut”.

Javier Milei bebió de su propia medicina

Este viernes sonó el reloj. “Si para el miércoles a Chubut no le sacan la pata de encima, no sale un barril de petróleo más”, dijo Torres en tono de barricada en un acto público que ya estaba preparado para disgustar al poder central. Tiró esa piedra desde la populosa Comodoro Rivadavia, uno de los territorios chubutenses que quedó en manos peronistas. Se sacó la foto, además, con el intendente electo Othar Macharashvili.

Preparó el acto uno de los aliados impensados de Torres, Jorge Ávila, más conocido como Loma. Esa sociedad política es un fruto no calculado en las lógicas tradicionales: Ávila, ahora diputado nacional de Juntos por el Cambio, viene del peronismo y es un sindicalista del petróleo que nadie imaginó subido a un tren con la locomotora en manos del macrismo. Sin embargo, arte de lo posible, la política acomodó algunos bultos.

Ávila fue uno de los que llamó a Milei a “dejarse ayudar”, pero no. Después quedó escrachado en la lista de “traidores”. Antes, Milei generó más condiciones para la ofensa chubutense: cuando habló de coimas legislativas y votos aceitados en el Congreso, reflejó puntualmente los negocios pesqueros. La primera vez que Torres se paró de manos fue para voltear los cambios que contemplaba la norma en la pesca, justamente, con acuerdo de gremios, empresas y de su propia oposición política.

El choque de la ley maldita

Esa vez hubo buenos modos: el ministro del Interior, Guillermo Francos, abrió las puertas de su despacho y se construyeron acuerdos, pero, como la ley ómnibus fue un fracaso, nunca quedó claro si el compromiso adoptado por el Gobierno iba a ser respetado.

Torres ya había abierto el paraguas, aunque sus históricos modos de cortesía, políticamente correctos, no hacían imaginar una reacción con la cara pintada. Milei bebió de su propia medicina y el efecto sorpresa todavía dura en corazón del poder central.

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