Paradoja de la política, los dos partidos más votados de La Pampa, el peronismo y la UCR, se metieron en un brete y ahora pagan los costos políticos de una Legislatura paralizada: el rejunte opositor para negarle cuórum al “impuesto a la riqueza” castiga sobre todo a los espacios tradicionales, que amagan con un acuerdo, pero nunca cierran el pacto.
El radicalismo tira de la cuerda de semejante modo que su bloque legislativo tendrá que elegir con quién pelearse y si agrieta Juntos por el Cambio: debe optar entre sus aliados en la Cámara de Diputados (el PRO y Comunidad Organizada) o sus propias intendencias, que cada vez en voz más alta piden que sus representantes en la Legislatura abandonen esa oposición intransigente.
El peronismo sufre: la deuda nacional deja al Ejecutivo sin recursos frescos, el presupuesto queda desfasado, las partidas para la emergencia alimentaria ya se agotaron. Además jugó todas las fichas políticas sin éxito. El gobernador Sergio Ziliotto se juntó en persona con los jefes opositores para que salga el “aporte solidario obligatorio”, pero el proyecto ya lleva medio año empantanado.
Tres sesiones sin cuórum: nunca había pasado en La Pampa
Ya hubo tres sesiones sin cuórum, una circunstancia histórica en La Pampa: nunca había ocurrido antes, con el peronismo siempre en el Ejecutivo desde 1983 y con la UCR siempre como principal oposición, disintiendo y/o acordando según temas, momentos y circunstancias.
También es consecuencia del mapa que diseñó la elección del año pasado y que tampoco nunca se había dado antes: la Legislatura está empardada, con 15 bancas oficialistas y 15 de partidos opositores.
Aunque las urgencias cotidianas de la calle eclipsan las cuestiones del palacio, la parálisis legislativa ya se vuelve molestia para quienes siguen la cosa pública y el desencanto que se percibe en distintos ámbitos pone en su blanco a “la casta”.
En ese escenario, el PRO se refriega las manos porque su naturaleza es, por cuestiones históricas, de oposición exacerbada al peronismo y porque tiene menos intendencias de las que hacerse cargo en el día a día.
Ni qué hablar Comunidad Organizada, el espacio tiernista que si bien tiene apenas dos bancas en la Legislatura especula con la posibilidad de tensar al máximo, hasta la ruptura, para convertirse en referencia libertaria cuando se empiecen a definir las candidaturas del año que viene.
La UCR se dobla y se rompe
El jefe del bloque radical, Hipólito “Poli” Altolaguirre, es quien ahora tiene la pelota en su campo. La UCR rosquea en modo intenso qué hacer si hay una próxima convocatoria: se esperaba que apareciera el cuórum la semana pasada, porque tras el encuentro con Ziliotto se aceitaron conversaciones y el peronismo cedió en varios de los puntos que propuso la oposición.
El proyecto original de “aporte solidario obligatorio” recaía originalmente en el sistema financiero, los propietarios de cinco inmuebles urbanos o autos de alta gama y los altos salarios de la administración pública. Fruto de las negociaciones, se incluyeron los juegos de azar y se dejaron de lado sectores trabajadores, para que alcance sólo a funcionarios públicos. El PJ hasta terminó cediendo en el caso de los inmuebles y vehículos: a esos ricos no los tocan.
En algún momento, la oposición hasta sugirió eliminar los gastos reservados, pero la propuesta quedó en el olvido cuando comprobaron que los recursos más suculentos en ese rubro están en el propio Poder Legislativo.
Las intendencias ya habían reclamado que se avanzara de una vez: las jefaturas comunales opositoras perciben que Ziliotto en general les atiende el teléfono y aún siendo un adversario político es el único palenque donde pueden rascarse en tiempos en que la Casa Rosada la maneja el topo que ama destrozar el Estado desde adentro.
Palos en la rueda del peronismo
Aunque en el nuevo contexto había varios diputados radicales ya dispuestos a ocupar sus bancas, finalmente Altolaguirre quiso sostener el rejunte opositor unido y se plegó a la estrategia de no dar cuórum, fogoneada por el PRO y Comunidad Organizada.
El macrismo, con María Laura Trapaglia como jefa, sigue tirando de la cuerda porque es el juego que pretende y que mejor le sale. El partido amarillo no quiere tocar a los bancos y reclaman que también se los deje al margen.
El tiernismo disputa casi desde los márgenes y sabe que todo conflicto de este tipo le significa ganancia, plantándose en la vereda de enfrente, cuestionando incluso a sus propios socios: les reprocha que fueron al pie a negociar con Ziliotto a su despacho. Incluso Comunidad Organizada agita un supuesto pedido de intervención federal si el PJ insiste en su ley, a la que tildan de “inconstitucional”.
Ese ha sido uno de los argumentos para no dar cuórum: parte de la oposición plantea, aunque sin mucha convicción, que todo nuevo gasto debe tener una mayoría especial, mientras el PJ piensa sancionar el proyecto con su mayoría simple.
Hasta la intendenta radical Agustina García, a cargo del Ejecutivo de Intendente Alvear, desechó la excusa con un ejemplo reciente: recordó que en 2020 ella misma, siendo diputada y junto a sus correligionarios, votó una ley similar, en aquella ocasión para cubrir gastos de Salud Pública.
Peronismo y UCR, del diálogo a la pirotecnia
Ese ruido que sacude a la UCR se volvió a expresar en un encuentro el último fin de semana, después de la sesión fracasada. Otra vez las intendencias metieron presión para que el radicalismo legislativo no tire más de la cuerda con una cuestión tan sensible.
El jefe del bloque peronista, Espartaco Marín, tiró munición mediática y acusó a Altolaguirre de ser “furgón de cola” del tiernismo y del PRO. En realidad fue una devolución de gentilezas, porque antes el propio jefe del bloque radical le había dedicado pirotecnia verbal: “Al final voy a darle la razón al exgobernador Carlos Verna, Marín no entiende”, dijo.
Así, Altolaguirre se aprovechó de la furiosa aparición tuittera que la semana pasada hizo uno de los conductores de la mayoritaria línea Plural. En la oposición no se tragan que Marín, que además tiene que lidiar con el fuego amigo, les pida casi todos los días que “vayan a laburar”.
Chicana va, chicana viene, los mismos partidos que hace unos días machacaban con la necesidad del diálogo ahora se cruzan y se dañan mutuamente: los partidos tradicionales, y los más votados, paradójicamente son los que están pagando mayores costos con la paralización de la Legislatura en la que son los dueños de la mayoría de las bancas.