En el mismo momento en que el gobernador de La Pampa, Sergio Ziliotto, se aprestaba con aparente éxito a aplacar la ofensiva enemiga, le apareció un fuego amigo: subido a la guerra del gas reapareció en acción y recargado el exgobernador Carlos Verna, para chicanear las mieles del PJ pampeano con Axel Kicillof.
La batalla impensada se desató en las redes sociales, donde Verna rompió el silencio y festejó que la mayor inversión de YPF en su historia se lleve a cabo en Río Negro y no en la provincia de Buenos Aires. El exsenador peronista, que conserva un altísimo poder de daño y funciona como uno de los líderes de la mayoritaria línea Plural dentro del PJ, terminó así de pararse en la vereda de enfrente del gobernador, que no sólo es de su partido sino de su propia línea interna, pero con quien sostiene una espasmódica puja de poder, espacios e influencias.
Con el año electoral a la vuelta de la esquina, pero con 2027 también bajo la lupa, se aviva la llama de la interna entre los popes y como ocurrió también en Buenos Aires sacude al peronismo en pleno. "La Pampa nunca será el patio trasero de Buenos Aires", bramó Verna.
Axel Kicillof - Sergio Ziliotto, tandem con consecuencias
Ziliotto fue el elegido de Verna cuando salió de la cancha en 2019. Desde entonces, alternaron abrazos de ocasión y tragos amargos. El gobernador inició un lógico proceso de empoderamiento de su gestión y eso generó recelos.
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Al ultravernismo le molestan desde hace tiempo los vínculos que prefiere Ziliotto y en especial su alianza fronteras adentro con la lideresa local de La Cámpora, María Luz “Luchy” Alonso, diputada provincial y vicepresidenta del PJ provincial, además de mano derecha de Cristina Fernández de Kirchner.
Además, fronteras afuera, Ziliotto teje con paciencia pero con visibilidad su alianza con Kicillof. Son los nombres principales de la resistencia a la avanzada de Javier Milei. La visita del bonaerense a La Pampa fue el mojón más fuerte de esa movida, que el pasado fin de semana tuvo otro punto de peso: los bancos de ambas provincias firmaron un convenio para funcionar en conjunto y potenciar economías regionales.
Ziliotto buscaba paz en estos días: abrió las puertas de su despacho a un encuentro con jefes legislativos de la oposición, invitándolos a una fumata para que den cuórum al “impuesto a la riqueza”. Cuando esas negociaciones avanzaban varios casilleros, según las distintas partes, al gobernador le apareció el fuego amigo: aprovechando la guerra del gas, Verna salió a echarle combustible a una pelea interna que estaba silenciada. Ahora, el PJ pampeano arde.
Los "cagadores" y una "buena noticia para la Patagonia"
Desde agosto del año pasado que Verna no aparecía en ningún lugar público. Desde hace tiempo la cuenta en Twitter es la plataforma de sus definiciones políticas. Desde allí se quejó prontamente del gobierno de Alberto Fernández, cuando renegó: “nos cagó un compañero”.
Aunque es líder respetado del peronismo pampeano y uno de los dirigentes con mejor imagen, también protestó en plena campaña el año pasado: “Y ahora nos cagó Sergio Massa”, posteó a fines de julio cuando el entonces ministro de Economía y candidato presidencial pactó con San Juan la continuidad de una obra en perjuicio de La Pampa.
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Pasaron las PASO, la primera vuelta y el ballotage y Verna no dijo ni mu. Tampoco se quejó de la multimillonaria deuda nacional, ni del ajuste a la obra pública o a los fondos coparticipables, pero ahora volvió a la andadas. Mientras un Kicillof encendido protestaba por la decisión nacional de que la planta de GNL se instalara en Río Negro, el exsenador lanzó su tuit: “¡Una buena noticia para la PATAGONIA y para los trabajadores petroleros de Río Negro, Neuquén y La Pampa!”.
Mucho más que un saludo a la provincia sureña fue un regodeo con la derrota política de Kicillof y, de carambola, una chicana a su enemigo íntimo Ziliotto, que viene agitando los encuentros con el bonaerense.
Carlos Verna, Sergio Ziliotto y sus soldados
Verna siempre ha estado atento al mundo petrolero: en La Pampa fue algo así como el primer gobernador que le vio el rédito a ese negocio, cuando la provincia no miraba con interés el oro negro. Siempre aceitó relaciones con las empresas y con el sindicalismo, especialmente con su colega durante tanto tiempo de Senado, Guillermo “El Caballo” Pereyra.
El nuevo posicionamiento de Verna no fue tan bien recibido, incluso dentro del compañeraje, que lo respetó con silencio público, pero no disimuló algunas quejas en voz baja por la oportunidad para semejante aparición.
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Tanto que se produjo un detalle literalmente extraordinario: un ziliottista del riñón, como Marcelo Pedehontaá, le salió al cruce. En la misma red social, le contestó: “Carlos, permitirme disentir, para nuestros trabajadores del sur, hubiera sido mejor Bahía Blanca. Además, no olvidemos que por culpa del acompañamiento de los gobernadores de Santa Cruz, Neuquén y de Rio Negro hoy nuestros trabajadores tienen que pagar Ganancias. Para nada confiables!”.
Pedehontaá es Ziliotto: fue empoderado como presidente del último congreso partidario y es el hombre del gobernador en Santa Rosa, donde dicen las lenguas ni tan malas ni tan buenas que el ultravernismo hizo una suerte de pacto con el intendente Luciano di Nápoli.
El que también cobró de Verna fue Espartaco Marín, jefe del bloque legislativo. Osó decir públicamente que la instalación de la planta de YPF fue "una medida del presidente netamente política". El exgobernador lo ninguneó: "Espartaco, las razones de la instalación de la planta GNL en la PATAGONIA son técnicas, no políticas. Si queres te las explico pero, no se si las vas a entender".
Patagonia, sí; patrio trasero, no
El PRO local se plegó al relato de Verna y castigó duro a Ziliotto por su vínculo con Kicillof. El exgobernador, como nunca, se vio obligado a una reaparición aclaratoria. Por un lado, trató de separarse del gobierno libertario y reivindicar a la Patagonia; por otro lado, subió la apuesta.
“La Pampa forma parte de la Región Patagónica sin beneficio de inventario. El Gobernador de La Pampa integra la Liga de Gobernadores Patagónicos y los Diputados Provinciales de La Pampa integran el Parlamento Patagónico. La Pampa nunca será el patio trasero de Buenos Aires”, aseveró.
Como sucede cuando dos gigantes están a punto de chocar, lo de alrededor es silencio y quietud. La mayoría de la dirigencia del PJ sólo habla en off the record. El intendente de la oesteña y siempre simbólica Santa Isabel, Guillermo Farana, fue uno de los pocos en animarse a abrir la boca este jueves. “No hay que embarrar, no hay que estar desunidos”, dijo y completó desde el innegable sentido común que se huele en las bases peronistas: “si estamos separados, nos van a comer”.