El gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti, y su sucesor, Martín Llaryora, partieron este miércoles hacia el continente asiático para encabezar una misión institucional y comercial por el Golfo pérsico. Sin embargo, el viaje estará marcado por las conversaciones que delinearán el futuro político del peronismo provincial y el juego en el mapa nacional.
En esa gira -que tiene como destino a Arabia Saudita y Kuwait y que se extenderá por más de diez días- le darán forma al "Nuevo Partido Cordobés” de Llaryora, configuración que trasciende al peronismo y las fuerzas que con las que Schiaretti y José Manuel de la Sota gobernaron la provincia desde 1999.
A su vez, cerrarán el grueso del armado de los gabinetes de la provincia y la ciudad capital; y, se descuenta, debatirán la la postura del cordobesismo ante la segunda vuelta que protagonizarán Sergio Massa y Javier Milei, el próximo 19 de noviembre.
¿Quién tiene la última palabra?
Si bien hay bastante consenso respecto a la conveniencia de no posicionarse abiertamente, Schiaretti reiteró en las últimas horas que él no es “dueño de los votos de los cordobeses”, pero también considera que la definición debería ser analizada y definida por Llaryora.
El sanfrancisqueño ya fue contactado -de un lado y del otro- para pensar en un trabajo conjunto de cara a la próxima gestión. Schiaretti lo sabe pero, por lo menos hasta el momento, no presiona.
Al llaryorismo le resultaría mucho más cómodo que el gobernador, que fue el candidato a presidente, defina los pasos a seguir. Sin embargo, todo ingresará en el gran combo de la transición.
Llaryora sabe que, a diferencia de sus futuros colegas agrupados en pertenencias políticas nacionales más amplias, un paso en falso podría ser determinante de cara a su desembarco en la gobernación.
Por eso, todo hace suponer que no se posicionará en público, del mismo modo que tampoco dejará de hablar en privado con nadie.
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La transición
El martes por la tarde, Osvaldo Giordano presentó el proyecto de Presupuesto 2024 que el equipo económico saliente elaboró en conjunto con los hombres que Llaryora ya confirmó en su equipo. El futuro encargado de las Finanzas cordobesas, Guillermo Acosta, forma parte de la comitiva oficial que completan el ministro de Servicios Públicos, Fabián López, y el de Obras Públicas, Ricardo Sosa.
Como anticipó Letra P, el proyecto apuesta a mejorar la recaudación y controlar el gasto corriente, de manera tal que el Estado provincial en el que se pueda destinar una mayor inversión en las políticas dirigidas a contener la crisis y a garantizar una continuidad, cautelosa, del "modelo Córdoba" anclado en el hacer. El ministro le llamó “priorización de la inversión en infraestructura y el gasto asistencial”.
Con la hoja de ruta ya lista, que el actual responsable de la cartera cordobesa reconoce como marcada por “la incertidumbre”, Llaryora tiene que terminar de ponerle nombre al croquis de su gabinete. De esa serie de decisiones también depende el futuro gabinete municipal, donde el intendente tiene a algunos de los hombres y mujeres de mayor confianza.
Lugares reservados
Letra P también anticipó que, más allá de lo que se converse en el viaje y del loteo de espacios que Schiaretti y Llaryora puedan terminar de combinar, nada se cerrará definitivamente hasta después de la elección presidencial. Hay lugares estratégicos que se reservan pensando en el diálogo institucional con la Nación y no es lo mismo proyectar una gestión conjunta con el candidato de Unión por la Patria que con el de La Libertad Avanza.
Los confirmados hasta ahora son Sergio Busso en Agricultura; Manuel Calvo en Gobierno; Acosta en Finanzas; Victoria Flores, que asumirá en el flamante ministerio de Ambiente y Julián López se encargará del también novel Ministerio de Cooperativas y Mutuales. También hay otros nombres que estarían ya definidos, como Horacio Ferreyra en Educación, pero a los que todavía le falta la confirmación definitiva.
En el corazón del llaryorismo hacen cuentas y hablan de casi una decena de nombres más, para completar la base de una estructura que, al menos en principio, no será muy diferente a la actual.
Serán días para afinar el lápiz y dar comienzo a una transición que, por más natural que parezca, se demoró demasiado tiempo. Primero, por la candidatura de Schiaretti, después, por el sorpresivo resultado de la elección general.