LETRA PEPE

El scrum de Fernández: aguantar y avanzar, con pocos cambios

El Presidente demora los movimientos en el gabinete. Sinfín de rumores y más críticas de CFK. Gobernadores y CGT, a la espera de resultados.

Parecía, una vez más, que se avecinaban cambios rutilantes y definiciones estruendosas, pero Alberto Fernández se encargó de congelar las expectativas. Poco afecto a los relanzamientos y las revoluciones, el Presidente piensa movimientos quirúrgicos que empiecen a suturar las heridas con el cristinismo, se resiste a llamar a Cristina Fernández de Kirchner, pide tiempo a quienes presionan, imparte instrucciones de gestión y espera que la mejora de los indicadores macroeconómicos lo fortalezca. En medio de la turbulencia, dice que quiere que prime la “cordura”.

 

La llegada de su hijo, Francisco, abrió una ventana temporal. Instalado, primero, en el Sanatorio Otamendi y, después, en la Quinta de Olivos, el Presidente pasó los últimos días rodeado solo por su círculo íntimo de amistades y familia y logró postergar definiciones. Mientras, empoderó a Martín Guzmán, operó para bajar una cumbre de gobernadores que asomaba como una demanda a la Casa Rosada y recibió, por interpósita persona, las explicaciones que hizo llegar Cristina sobre la frase de la banda, el bastón y el poder, que se leyó como un disparo contra Fernández. “No fue para Alberto”, juró el emisario de CFK. Cerca del Presidente lo tomaron como una tregua.  

 

Pese a los intentos de las mesas chicas y las segundas líneas, Fernández sigue sin intenciones de reunirse con la vice. Así como recibió el mensaje de la concordia, a oídos del Presidente también llegan otras noticias. Por ejemplo, que Máximo Kirchner habla con naturalidad de la posibilidad de perder las elecciones en 2023 para replegarse en la provincia de Buenos Aires y volver cuatro años después con un proyecto más cristinista puro o que Cristina les pide a algunos dirigentes cercanos que dejen de insistir con la importancia de la unidad.

 

Hasta dirigentes que fueron siempre fieles a la vicepresidenta, como el gobernador de Chaco, Jorge Capitanich, y el ministro Jorge Ferraresi, salieron preocupados de sus últimas reuniones con Cristina en lo que respecta al futuro del Frente de Todos y del peronismo, en general. “¿No toman dimensión de que esta vez, si gana Juntos, vamos a terminar todos presos, pero en serio? Ahora sí, vienen por todos”, se lamentó, espantado, otro gobernador que en los últimos días estuvo activo en el armado de la reunión de la Liga del Interior en el Consejo Federal de Inversiones (CFI).

 

En alerta por los números de la inflación y también por lo que consideran una parálisis del Gobierno fruto de la grieta y de las tensiones del FdT, los mandatarios empezaron a organizarse para presionar con su propia agenda. Se reunieron en el CFI a fines de marzo y agendaron un nuevo encuentro para el martes 12, pero recibieron llamados desde la Casa Rosada para que aplazaran el cónclave. A cambio, dicen que consiguieron que el Presidente prometiera avanzar en el ordenamiento de la política interna. Desconfían, pero decidieron dar una muestra de buena voluntad y postergaron el encuentro para el lunes 18.

 

¿Eso implicaba un anuncio de cambios en el gabinete? Quienes presionan para que eso sucediera entendieron que sí. En las provincias circularon, incluso, nombres con todo tipo de posibilidades. Se habló de la salida de Eduardo de Pedro del Ministerio del Interior, de la vuelta a Tucumán de Juan Manzur, de la llegada de Agustín Rossi, de la vuelta al país de Daniel Scioli, de un recambio en la Cancillería, donde desembarcaría Jorge Argüello; de la designación de Guzmán como embajador en Estados Unidos, de un pase de Santiago Cafiero a la Secretaría General, de un cambio de funciones de Julio Vitobello, de la salida de Matías Kulfas, de la expropiación de cajas a La Cámpora y de la creación de un superministerio económico para Sergio Massa.

 

El entorno presidencial se encargó de dar por tierra con todas las especulaciones. Repitió que Fernández “odia la idea del relanzamiento” y también las operaciones de quienes se instalan como aspirantes a ocupar cargos. Asegura, su círculo más cercano, que el Presidente piensa en un recambio de figuras, pero con una lógica que no emita señales de fractura, siguiendo con la línea que instaló desde el primer día: “No voy a hacer nada para romper el Frente”. En los últimos días, ese entorno le sugirió hacer “una reestructuración quirúrgica”: tocar referentes de todos los sectores de la coalición para que CFK no pueda sentirse personalmente agredida. En ese esquema, el Presidente debería considerar la posibilidad de “entregar” una pieza importante de su propia tropa. ¿Podría hacer cambios sin hablar antes con Cristina?

 

No será, en principio, Guzmán, el hombre a sacrificar. El Presidente fue quien impulsó la salida mediática en la que el ministro dijo que gobernará “con quienes estén alineados con esta política económica”. Ratificado por Fernández, el titular de Economía desembarcará este lunes en Washington para participar de las reuniones de primavera del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial. Llevará en el bolsillo dos logros que el Gobierno considera importantes.

 

El primero es que el directorio del FMI aprobó, el miércoles pasado, la creación de un fondo de resiliencia, una nueva línea de crédito con 20 años de plazo. Fue a partir de un planteo que hicieron varios países - entre ellos, enfáticamente la Argentina en el último G20- y que le permitiría renegociar en un futuro con el Fondo y mejorar los términos del acuerdo ya firmado. Aunque sea un logro para el mediano o el largo plazos, entre quienes siguen de cerca el diálogo con el FMI lamentaron que la noticia hubiera pasado tan desapercibida. “Está todo tan contaminado por las internas que es imposible. Ni la ven. Están todos ciegos”, dijeron.

 

El segundo consiste en haber logrado que la Secretaría de Energía, que conduce Darío Martínez, convocara a audiencias públicas para avanzar en la actualización de las tarifas de los servicios de gas y electricidad y la segmentación de subsidios. El aumento forma parte de la hoja de ruta pactada con el Fondo.

 

En el gabinete no florecen ganas de defender a Guzmán. El ministro no hizo buenas migas con sus pares, pero las voces albertistas coinciden en remarcar el mismo punto: nadie tiene una propuesta seria de reemplazo, ni Cristina ni Massa. “Ahora quieren instalar que Martín Redrado sería mejor que Guzmán. ¿Desde cuándo piensan que Redrado recién baja de Sierra Maestra?”, apunta una fuente que ocupa una silla importante en el ala económica del Gobierno.

 

Sobre los demás nombres en danza hay pocas certezas. Se dice que el Presidente evitará tocar a De Pedro para prevenir una ruptura total con CFK;  que La Cámpora veta a Rossi, que Manzur se reafirmó en su cargo en las últimas semanas y que el Presidente le encargó que reimpulse la gestión. Entre especulaciones, algunas certezas. Bajó la orden a su tropa de "no responder" al cristinismo, no hablar de la interna, defender al Gobierno y dedicarse a trabajar. 

 

Mientras piensa los posibles cambios, gana tiempo con resultados positivos de la macroeconomía. Baja de desempleo, reducción de la pobreza, crecimiento de la actividad, movimiento de la industria, aumento de las exportaciones... La contracara, una inflación galopante y la falta de reacción frente a la crisis del bolsillo de la clase trabajadora.

 

Frente a eso, el Gobierno apura medidas de contención entre las herramientas disponibles. Guzmán habló de un proyecto para capturar la renta extraordinaria de quienes se beneficiaron con un hecho externo, la guerra, sin hacer un esfuerzo extra. ¿Serían retenciones móviles a las que busca llamar de otra forma para no alterar los ánimos del campo? Buscará un nombre más creativo y las usaría para financiar una especie de Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) para monotributistas del sector medio y bajo. También busca la forma de inyectar recursos en la economía popular. Eso apuraría la creación de la agencia que manejaría el Movimiento Evita. Dependería de Jefatura de Gabinete.

 

Expectante ante la situación que apremia a los bolsillos de trabajadores y trabajadoras y ante la incertidumbre política interna, las centrales obreras desecharon, por ahora, sumarse a la organización de una marcha en apoyo al Gobierno que los movimientos sociales pretenden convocar para el 1 de mayo.

 

Sin convocatoria presidencial ni voz en la mesa que evalúa los posibles cambios de gabinete, después del acto del CCK, Cristina viajó al Sur para pasar Semana Santa. El diálogo entre Fernández y la vice está cortado y las segundas líneas ya casi se resignaron a que una reunión próxima entre ambos es improbable. Las conversaciones progresaban hasta el discurso de la vicepresidenta por los 40 años de Malvinas y el envío del libro de Juan Carlos Torre como regalo de cumpleaños. Algo más cayó mal sobre el acto del CCK. La dirigencia que acompañó a Cristina cantó "vamos a volver". "¿Volver a dónde? ¿No forman parte del Gobierno", se molestaron en la Casa Rosada. 

 

En el sector que responde a la vicepresidenta no solo hay críticas a la política económica del Gobierno. Cristina colecciona, también, malestares por la política internacional y el alineamiento con Estados Unidos, que se expresó en el apoyo a la propuesta del Departamento de Estado para suspender a Rusia como miembro del Consejo de Derechos Humanos de la ONU. Los principales e históricos aliados de la región, México y Brasil, se abstuvieron. Esa posición se profundizaría en junio, con la participación del Presidente, que a su vez es titular de la CELAC. Afuera del convite quedarán Venezuela, Cuba y Nicaragua, tres de los países que lo votaron como presidente de ese organismo. Cerca de Cristina protestan por la “falta de coherencia” y aseguran que esa línea también demora la reconciliación. 

 

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