Justo el 14 de febrero, Día de los Enamorados, había sido la última vez que Alberto Fernández había recibido a Eduardo de Pedro. Fue a puertas cerradas, sin foto. El reencuentro, privado, llegó después de meses de tensión con el recuerdo hiriente a flor de piel en la Presidencia de la catarata de renuncias cristinistas que desató, tras la derrota en las PASO, el ministro del Interior. Mientras en el Congreso se pulseaba por el dictamen del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), ahora el Presidente volvió a reunirse con el integrante más camporista del elenco ministerial. Y difundieron esta vez la instantánea.
Una devolución de gentilezas. Desde China, en medio de su última gira presidencial, Fernández envió a la portavoz Gabriela Cerruti a negarle a Wado, por teléfono, que un nuevo recambio de gabinete lo mudaría a la cartera de Justicia y Derechos Humanos. Hubo una catarata de versiones. A su regreso, Fernández lo recibiría para ratificarle su continuidad. Ya entonces, Máximo Kirchner había renunciado a la jefatura de la bancada oficial de Diputados, spoileando la postura de La Cámpora sobre el entendimiento con el FMI: no está de acuerdo con el acuerdo, más allá del juego de palabras.
Para el #1M, con una plaza que vio nacer al albertismo callejero, De Pedro y Kirchner fueron los grandes ausentes del discurso presidencial. Ninguno estaba en la Ciudad de Buenos Aires, pero el funcionario, por lo menos, ni siquiera estaba en el país: estuvo de gira por España, donde se reunió con el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, la ministra de Derechos Sociales, Ione Belarra, y hasta el cineasta Pedro Almodóvar.
Si bien la excusa oficial fue su participación en el Mobile World Congress 2022, en Barcelona, Wado tomó distancia no sólo de la interna todista, sino del rechazo camporista al entendimeinto con el Fondo. “El acuerdo con el FMI evita la catástrofe económica en Argentina", dejó como título ante el diario El País. Desde su oficina de la planta baja de la Casa Rosada, replicaron el reportaje.
La opinión que mandó el ministro desde España cayó bien en un albertismo que busca fantasmas. Precisamente con ese apodo ("el fantasma"), lo habían bautizado a De Pedro cuando transitaba los pasillos del Gobierno sin interacción con sus pares. "Será porque me tienen miedo", llegó a mofarse el ministro cuando sus colaboradores le revelaron el mote despectivo. Después de la renuncia que no fue, con un breve reencuentro en septiembre del año pasado, cerca del funcionario remarcaban que el mercedino buscaba recomponer la relación que había llegado a construir con el Presidente, cuando pasó a ser más que un nexo de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner en Balcarce 50.
Un líbero, De Pedro comenzó a usar su ligazón con el interior bonaerense para acercarse al ruralismo, el ente simbólico del enfrentamiento kirchnerista. “El sector agropecuario y el desarrollo vinculado al campo generan trabajo y más actividad económica para el país", resaltó el martes en Expoagro.
Así como, a su regreso de Rusia y China, Fernández lo recibió en su despacho; ahora fue al retorno del ministro que el Presidente volvió a convocarlo en una jornada en la que la Casa Rosada se convirtió en una central de operaciones con la visita de Sergio Massa, titular de Diputados, que busca allanar el camino hacia la sesión del jueves con la firma de un dictamen que contenga a parte de la oposición.
"Durante la reunión, analizaron temas de agenda para seguir trabajando y avanzando desde el Gobierno", reza el parte oficial sobre la visita de De Pedro a Fernández, con una continuidad deslizada, a horas de que el albertismo haya iniciado el operativo Proyección '23 después de que Fernández remarcara que este es, apenas, su primer mandato.