"Es más ganas que información". La frase que lanzó un albertista de pura cepa, asiduo visitante de la Quinta de Olivos, es para pedir un milagro de Pascuas: la emancipación de Alberto Fernández de Cristina Fernández de Kirchner. Ni siquiera él, testigo del pensamiento presidencial, se anima a arriesgar si el tan anticipado retoque de gabinete ocurrirá este fin de semana o quedará en un amague más. Todo depende del mandatario.
Arrinconado, más que en anteriores ocasiones, el propio jefe de Estado repite, como mantra, que habrá cambios ministeriales este fin de semana. Entre el Jueves Santo y el Domingo de Resurrección, todo podría ocurrir. En público, Fernández esquivó la pregunta de Jorge Rial en Radio 10 y sólo habló de cambio de pañales. En paralelo, a un selecto grupo de gobernadores le llegó, como contrapropuesta, que les convenía postergar para la próxima semana la cumbre del CFI, prevista originalmente para este martes. A cambio, a partir del lunes 18, la oferta es que se sentarán a debatir con un ya anunciado renovado electo ministerial.
La llegada de Francisco, su primer hijo con Fabiola Yáñez, operó un milagro en la previa de Pascuas. Poco duró la buena onda desde aquel mensaje cariñoso de la vicepresidenta. Este miércoles, de forma elíptica pero certera, le endilgó que el poder no depende sólo del bastón y que no tomar decisiones también es parte del problema. "Ni te cuento si, además, no se hacen las cosas que hay que hacer, no te cuento, pero bueno, dejémoslo ahí”, pidió al auditorio al inaugurar la asamblea de la EuroLat en el CCK.
Dos días antes, el ministro de Economía, Martín Guzmán, el más criticado en el Instituto Patria, lanzó un desafío con banca presidencial: continuarán sólo quienes están alineados con la política económica de este gobierno, lo que es decir el plan acordado con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Poco después, Aníbal Fernández revalidó el ultimátum. En el cristinismo no respondieron, como después de las PASO, con una catarata de anuncios de renuncias, pero remiten al mensaje de la vicepresidenta como una réplica implícita: si quieren apartar a alguien, actúen, pidan que se vaya.
En medio de las tensiones, incluso en la Casa Rosada anticipan tres posibles escenarios. Hay un cuarto, en realidad, uno que nadie desea ni siquiera verbalizar: que siga el status quo de tensiones, un clima que parece imposible de mantener.
El gabinete de CFK
"No es por los nombres, sino por las políticas", solían atenuar en el Instituto Patria los ruegos de cambio de gabinete, pero ahora hay nombres y también apellidos, aún antes de asimilar el esperado golpe del 6,7% de inflación de marzo, terremoto de este miércoles. Encabeza esa lista negra, no es novedad, Guzmán. No sólo por el acuerdo con el FMI sino, dicen que afirma la vice, porque a ella y a Máximo Kirchner les "mintió" sobre el avance de las negociaciones. En el Gobierno y en Hacienda, a su vez, juran que el ministro afirmaba en privado lo mismo que en público, en las entrevistas de TV.
Bajo esta hipótesis, Alberto Fernández cede por completo y entrega la cabeza de Guzmán. Algo poco probable por los últimos gestos pero no sería la primer marcha atrás en el aire. Ahora, no es el único cargo del gabinete económico que reclama el cristinismo. Desde el peor momento de la pandemia miran de reojo a Matías Kulfas (Producción) y a Claudio Moroni (Trabajo). Junto a Vilma Ibarra, la secretaria de Legal y Técnica, son los tres albertistas en el blanco K. Había un cuarto que tuvo una salida decorosa de la jefatura de Gabinete: el canciller Santiago Cafiero. Otro sigue exiliado: el exsecretario de Comunicación, Juan Pablo Biondi.
¿Hay reemplazos? No, y esa es una de las miradas que permiten el reproche albertista: Cristina quiere cambiar un ministro pero no pagar el costo de que a su recambio le vaya mal. La imagen de un Sergio Massa como superministro de Economía volvió a aparecer por estos días de fragor. Pero no hay danzando nombres de K puros. Ya pasó con Cafiero, que fue sucedido por Juan Manzur, sugerencia epistolar de la vice pero no de ella.
El gabinete del ala blanda
"Unidad hasta que duela", repetía el sanjuanino José Luis Gioja en los albores del Frente de Todos. Hay quienes siguen pregonando una tregua en la que cedan ambas partes y nadie pierda, al menos del todo. Hay poco margen. Son quienes sostienen que no habrá grandes modificaciones, pero leen la frase de Guzmán como el último aviso: se alinean o se van; mientras tanto, sigan gestionando.
En ese escenario, haría su esperado reingreso Agustín Rossi, que viene amagando con volver hace meses. Rechazó la titularidad de la AFI y un puesto de asesor, junto a Ricardo Forster y el escriba presidencial Alejandro Grimson. Fernández está en un laberinto si quiere sumarlo a un puesto de jerarquía sin pisar una mina terrestre. ¿Jefe de Gabinete? Retuvo a Manzur cuando quiso irse y el tucumano no deja de ser uno de sus principales exégetas ante los gobernadores. El otro, el que institucionalmente debe tener ese oficio, no es propio y apartarlo escalaría el conflicto con CFK.
Desde China, en febrero, la portavoz presidencial, Gabriela Cerruti, llamó a Eduardo de Pedro para negarle las versiones de su mudanza a Justicia; un salto que volvió a ponerse de moda por estas horas, a pesar de la reconciliación con Fernández después de la ofensa por su renuncia que no fue. Desde entonces, el ministro del Interior protagoniza una gira personal que lo llevó a Europa y a una audiencia privada con el papa Francisco. Salvo con el sumo pontífice, logró un importante portfolio de fotografías para una eventual candidatura, que no pocos ya imaginan. En Interior se desentienden de los rumores. "Acá no pasa nada", repiten cerca del funcionario cercano a CFK. Por lo bajo, igual, deslizan que no aceptaría reemplazar a Martín Soria, a pesar de sus aceitados vínculos en el ámbito judicial. ¿Ahora sí se iría? Si vuelve a poner su renuncia a disposición, difícil que Fernández no se la acepte.
Sin Jefatura ni Interior, el único lugar albertista para un enroque con acceso a la botonera del Estado es la Secretaría General de la Presidencia. Allí está el amigo presidencial Julio Vitobello. No es una idea nueva: meses atrás, Fernández ya la desestimó cuando se la propuso un funcionario de confianza. Los tiempos eran otros.
El gabinete albertista
La hipótesis que manejan los halcones de Fernández: "Alberto nunca más va a ser el Alberto manejado por Cristina". En una remake del fin de semana de locura en el que entraban y salían piezas del gabinete de Mauricio Macri, con la televisión mostrando el portón verde de la residencia de Olivos, alguno imagina un mensaje que no deje lugar a dudas de que habría un cambio: frente a las cámaras de los noticieros, el vedado Juan Pablo Biondi ingresando a la Quinta. Con nombre y apellido, por carta, la vicepresidenta demandó su cabeza acusándolo de operar en su contra.
De ahí para abajo. Guzmán, Kulfas, Moroni y todos los apuntados por el Instituto Patria quedarían empoderados, pero no sólo eso: podarían los ministerios de elementos cristinistas insertados como parte del loteo institucional hecho al asumir. Cerca de Guzmán piden únicamente vaciar un despacho, el del subsecretario de Energía Eléctrica, Federico Basualdo. Sangre en el ojo de la avanzada que no fue. Con otros funcionarios menos albertistas, aclaran, no tienen tantos problemas, como los secretarios Darío Martínez (Energía) y Roberto Feletti (Comercio Interior). Como mensaje, sobre todo el segundo, no tendrían espacio en el gabinete A, como reclaman en la Casa Rosada. “No es saludable que Feletti se muestre crítico", le dedicó Aníbal Fernández este miércoles. En su honor, hay un estorbómetro para medir la viabilidad de la continuidad.
Por fuera de la conducción económica, hay un caja de financiamiento a la que el albertismo le puso la mira. La ANSES de Fernanda Raverta, la YPF administrada por La Cámpora y Pablo González, amigo de Máximo Kirchner, y el PAMI de Luana Volnovich son las principales. El golpe de timón, pretendido por el albertismo más duro, debería incluirlas en este rearmado del gabinete, del cual no habría marcha atrás con Cristina. La pelota estaría del lado de su cancha.