TUCUMÁN (Corresponsalía Norte Grande) A su lado estaba el presidente Alberto Fernández y no dejó pasar la oportunidad. "Vamos a defender el federalismo, vamos a seguir queriendo a nuestro país, vamos a trabajar por nuestra patria, a la cual amamos. No como el centralismo porteño, que se siente dueño del país al cual detesta", disparó esta semana el gobernador de Santiago del Estero, Gerardo Zamora, para dejar en claro en qué lado se para en la disputa por la coparticipación federal que la Casa Rosada mantiene con el alcalde porteño y presidenciable PRO Horacio Rodríguez Larreta. En rol de abanderado de los intereses de las provincias, cual caudillo de las montoneras que sentaron las bases de la independencia nacional, el santiagueño redobló su apuesta y añadió: "Que me vengan a buscar. Si tengo que ir preso por defender a Santiago del Estero, aquí estamos". La diatriba provocó un inmediato aplauso en el moderno edificio provincial para conferencias conocido como Fórum, construido durante su gestión. A su lado estaban sus pares de Chaco y Santa Fe, Jorge Capitanich y Omar Perotti.
Zamora es una de las voces cantantes del grupo de gobernadores oficialistas del Norte Grande, un scrum federal siempre atento a denunciar las asimetrías entre el interior y el AMBA. Sin embargo, llamó la atención el tono de la declaración. Letra P consultó a un miembro del oficialismo santiagueño en la Cámara de Diputados acerca del motivo de la irrupción que rebotó en los medios nacionales. "Porque puede y le da el cuero", fue la lacónica respuesta del referente que suele transitar por los pasillos de la Casa de Gobierno santiagueña.
En la provincia norteña enumeran varias ventajas comparativas de cara a 2023 que favorecen a Zamora, un dirigente radical que abrazó la causa kirchnerista en 2005 y tejió alianzas sólidas con el peronismo. El cacique santiagueño tiene un año más aliviado que el resto de sus pares, porque no debe enfrentar elecciones provinciales ejecutivas ni legislativas, lo que le da aire para jugar su propio juego de proyección nacional. Por esa razón, en su espacio político, el Frente Cívico, no descartan que intente meterse en la discusión por la fórmula oficialista para la Presidencia en los comicios del año que viene.
Mientras sus pares transpirarán en los próximos meses para sacar pecho en las urnas de sus distritos, los números de Zamora juegan a favor de su pretensión de erigirse como un referente de los intereses del norte argentino y de las provincias. En las elecciones locales de este año, ganó en 25 de los 26 municipios de Santiago del Estero en donde se disputaban cargos para intendencias y concejalías. En 2021 fue reelecto con un contundente 57,80 % de los votos, mientras que Juntos por el Cambio sacó el 14,66 % de los sufragios. Esto le permitió que su esposa, la senadora y exgobernadora, Claudia Ledesma Abdala, fuera electa como presidenta provisional del Senado, en donde se sentó también por su cercanía con la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner.
Radical K, desde su primer mandato como gobernador en 2005 incrementó su poderío electoral de la mano de un Acta de Reparación Histórica que firmó ese mismo año con el entonces presidente Néstor Kirchner, que le garantizó millonarios fondos frescos que hicieron posible un crecimiento de esa provincia en varios ámbitos, desde la producción hasta las actividades deportivas de proyección internacional, como la construcción del Autódromo en Termas de Río Hondo y más aquí, el Estadio de Fútbol Madre de Ciudades, en la ciudad de La Banda.
Santiago del Estero dista de ser una tierra con matriz industrial y el peso del empleo público es clave para la actividad económica, pese a que los sueldos estatales se encuentran entre los más bajos del país, según cifras oficiales. En ese marco, los últimos datos de desempleo que dio a conocer el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) le permiten mostrar al gobernador que en el conglomerado urbano que integran la capital provincial y la populosa ciudad de La Banda la desocupación es solo del 1,6%. Sin embargo, el empleo privado registrado en Santiago alcanza solo el 8,5%, según un informe elaborado por la Oficina del Presupuesto del Congreso. Esta cifra dista del 26,6% en Ciudad y provincia de Buenos Aires, el 21,4% en Córdoba y del 22,9% en Santa Fe.
De acuerdo a la oposición santiagueña, estos datos demuestran una gran informalidad en el mercado laboral y señalan que se debe a la ausencia de políticas de Zamora para ese sector. A contrapelo, afirman que creció el empleo público -hay 68 empleados públicos provinciales cada 1000 habitantes, cuando la media nacional es de 52 cada 1000,- y denuncian que el oficialismo promueve el clientelismo a la hora de votar.
Otra crítica de la oposición apunta a un blindaje mediático local que, dicen, se alimentaría de una generosa pauta estatal y porque parte del empresariado vinculado al mundo de la comunicación también tiene acuerdos con el Estado provincial en otros ámbitos, como en la construcción, energía y transporte.
El oficialismo responde a los cuestionamientos con las cifras de respaldo electoral a Zamora, que transita ya su cuarto mandato. Apalancado en ese confort, el gobernador se sube a la tensión que atraviesa el país más allá de la región norteña en contra del centralismo metropolitano. Su voz se hizo escuchar cuando sus pares debatieron con el ministro de Economía, Sergio Massa, por las tarifas del transporte y de la energía, exigiendo una reparación a las asimetrías.
Mirando a su alrededor, con Capitanich embarcado en lograr la reelección en Chaco y un Gildo Insfrán con pocas chances de trascender las fronteras de su bastión formoseño, su único rival para representar al interior profundo de la Argentina antiporteña en una fórmula del panperonismo en 2023 es el tucumano Juan Manzur, quien construye un perfil diferente para construir ese camino. Así las cosas, Zamora acelera y expone sus armas como un cruzado que va a la batalla en campo desconocido, pero con las espaldas cubiertas en su territorio.