Su plan es, como hizo el macrismo desde sus primeros pasos en la política nacional, presentarse a las elecciones presidenciales como la contracara de un kirchnerismo que es señalado como la madre de todas las corrupciones. Sin embargo, el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, no le suelta la mano a su ministro de Seguridad, Marcelo D'Alessandro, embadurnado hasta el cuello en una secuencia de escándalos revelados por dos tandas de chats que el sospechado insiste en tachar de falsos y adjudicarlos a una sofisticada producción audiovisual de los laboratorios del kirchnerismo. Según Infobae, el alcalde no echará, al menos por ahora, al colaborador que lo está salpicando con ese lodo.
El portal precisó que Larreta tomó esa decisión durante una reunión virtual de urgencia que encabezó desde Villa La Angostura. Del encuentro, siempre según la fuente citada, no participó D'Alessandro, que no solo consiguió la sobrevida en su función, sino el respaldo de su jefe para salir a los medios a defenderse; cosa que hizo inmediatamente en una entrevista con la señal TN en la que calificó de "opereta nefasta" a la difusión de chats que revelarían -el condicional es un recaudo impuesto por la procedencia del material- conversaciones indebidas con un estrecho colaborador del presidente de la Corte, Horacio Rosatti, y con un empresario vinculado al acarreo de vehículos en infracción.
“Ellos (por el Gobierno) generan una posverdad. Los chats son inventados, son falsos. Nunca tuve una denuncia en mis años de trabajo hasta que la condenaron a Cristina Kirchner y la Corte falló a favor de la Ciudad por los fondos de coparticipación”, dijo el ministro sobre las conversaciones difundidas, que incluyen audios. Dato: esta nueva tanda de diálogos electrónicos sale a la luz después del fallo del máximo tribunal que benefició a la administración porteña, pero la anterior, que reveló la cumbre de Lago Escondido, de la que después hubo foto y video del encuentro de sus participantes en un aeropuerto, fue filtrada antes de esa resolución judicial.
Como reseñó Marcelo Falak en desPertar, el newletter de Letra P, la divulgación de nuevos mensajes de texto reveló que D’Alessandro no sería solo un compañero de andanzas de jueces y fiscales con cargo al Grupo Clarín en Lago Escondido, con quienes complotaría para encubrir delitos de dádivas o algo más. Ahora surgen indicios de relaciones peligrosas.
Por un lado, el material filtrado indica que frecuentaba el restaurante El Secreto del hotel Four Seasons con su amigo Silvio Robles, mano derecha del juez supremo Horacio Rosatti. Los nombres de los lugares que visita el jefe de la seguridad de la Ciudad parecen ideados por un guionista poco talentoso, pero eso es lo de menos. Ambos –D’Alessandro y Robles– al parecer departían indebidamente sobre el curso de la causa por la coparticipación en el alto tribunal, así como sobre la que dirime la integración del Consejo de la Magistratura. En esos textos, el vocero de Rosatti parece sugerirle argumentos políticos y legales a su amigo y hasta cursos de acción sobre cuándo dar y cuándo no dar cuórum en el Congreso para tener en el futuro buena suerte en la propia Corte. Otros chats mostrarían a D’Alessandro recibiendo pedidos de favores –y, todo indica, concediéndolos– para ahorrarle multas y aceitarle contratos a Marcelo Violante, quien maneja el negocio de las grúas en la Ciudad de Buenos Aires.
Mancha venenosa
Acaso Larreta le crea a D'Alessandro. Quizá el alcalde esté convencido de que, como dice el ministro, los secretos mal escondidos que salieron a la luz son pura ficción inventada por una conspiración kirchnerista. No se entiende, si no, por qué elige quemarse con un escándalo que socava los cimientos del discurso de la transparencia PRO. A menos que el candidato a presidente necesite mantener bajo fuego al ministro para que las llamas no lleguen directamente a él.
La primera muestra inequívoca de respaldo que le dio el jefe al colaborador fue el 5 de diciembre, cuando el apoyo fue institucional y colectivo y abrasó (sí, son ese) a todo el oficialismo porteño: la bancada (mayoritaria) de Juntos por el Cambio bloqueó un pedido de juicio político que impulsaban, juntos como casi nunca, el Frente de Todos y la izquierda.
La segunda más contundente fue hoy: ante la nueva catarata de chats envenenados; el alcalde le dio un nuevo waiver al ministro y, lejos de esconderlo, lo habilitó a salir a defenderse.