La grieta impacta otra vez en la estrategia anticovid. “El Gobierno de la infectadura” abre, los custodios de la libertad individual ahora claman por cuidados.
Más realista fue la ministra de Salud, Carla Vizzotti. Esta defendió el desconfinamiento hard al afirmar que "la situación epidemiológica es indiscutible (…) y es realmente óptima”, pero aclaró que “no es momento para sacarse el barbijo. Solamente deja de ser obligatorio cuando vamos caminando por la calle o estamos al aire libre sin nadie alrededor”.
Atendió así a las críticas del vocero más serio de la oposición sobre la cuestión, el ministro de Salud de la Ciudad de Buenos Aires, Fernán Quirós, y las lanzadas por varios especialistas: el anuncio pareció triunfalista, dio una falsa sensación de seguridad, resultó ambiguo al hablar de “aglomeraciones” y es, en alguna medida, un piletazo audaz en una situación cuya evolución todavía se desconoce.
Lo que el Gobierno acaba de hacer no es más que la aplicación de lo que, al anticiparlo, Letra P llamó “plan primavera”: apertura, más actividad económica, restauración de la vida social, público en espectáculos culturales y deportivos y, en definitiva, alivio en la previa del 14-N.
A propósito, ¿cuáles serían los costos políticos para el Gobierno de una eventual marcha atrás en algunos meses?
Si de un lado de la grieta, los halcones de la salud pública de ayer mutan hoy en palomas, enfrente ocurre lo contrario. Aprovechando la vocería autorizada de Quirós –alguien elogiado hasta por Cristina Kirchner–, muchos viejos defensores de la libertad, aun cuando costara vidas, devienen ahora en cautelosos custodios de la sanidad.
"Vamos a ir viendo día a día y semana a semana en estos próximos diez días”, mientras se apunta a alcanzar un nivel de vacunación con doble dosis del 70% de la población porteña, explicó el ministro de Horacio Rodríguez Larreta. “A partir de ahí le vamos a proponer a la ciudadanía qué recomendamos nosotros y cuál es la mejor manera de cuidarnos. Lo que decimos es que, por ahora, sigamos con el barbijo un poco más”, agregó.
Además de la Ciudad de Buenos Aires, Córdoba y Salta, dos distritos que oscilan entre el no alineamiento y la oposición abierta, tampoco adherirán al abandono de los barbijos en espacios abiertos.
La política sanitaria funcionó bien mientras la dirigencia política logró saltar la grieta y actuar mancomunadamente.
Al contrario, cuando las conveniencias políticas de unos y otros metieron la cola, el país vivió la peor racha de la pandemia y hoy hay que reconocer que las 115 mil muertes que se llevan contabilizadas pone al país en una situación similar, en relación con la población, a la del Brasil de Jair Bolsonaro, alguien muy criticado por su desaprensión.
El voto castigo que el Gobierno sufrió el pasado domingo 12 permanece fresco en la memoria y hay que ver en qué medida el Frente de Todos puede beneficiarse de esta apertura. Si esta es percibida como sincera, las últimas medidas podrían significar el primer paso para remontar una cuesta electoral empinada; si, en cambio, se las entendiera como oportunistas o arriesgadas, el efecto podría ser el opuesto.