Ante la dispersión de votos entre las listas de Juntos por el Cambio, Hacemos por Córdoba (HxC) confía en ganar las primarias y levantar, así, la cotización de su lista de cara a los comicios de noviembre. Con ese objetivo, busca hacerse fuerte en el interior de la provincia y sumar el apoyo de la mayoría de los más de 250 municipios y comunas peronistas, para evitar una fuga de votos hacia el Frente de Todos (FdT).
Con la campaña de cara al 12 de septiembre entrando en su tramo final, el oficialismo provincial puso en la cancha a su jugador más fuerte: el gobernador Juan Schiaretti. Con la intención de sortear los límites impuestos por la pandemia, el mandatario provincial recorre las ciudades más importantes del interior con las precandidatas Alejandra Vigo y Natalia De la Sota, y reúne a la militancia en un mix que se ensancha desde la virtualidad pero se afirma desde el territorio.
La gira por el interior arrancó en Río Cuarto, la ciudad que el propio Schiaretti definió como “la capital agroalimentaria" de Córdoba. De esa manera, el gobernador empezó a meterse en una disputa que también atrae la atención de quienes se disputan las candidaturas en la interna de JXC, el codiciado “voto del campo”. “Nosotros defendemos al campo, porque defender al campo es defender a Córdoba y a los cordobeses”, afirmó el mandatario en ese acto, intentando que la alianza sellada en la práctica con ese sector de la sociedad cordobesa se traduzca en el acompañamiento a las listas de HxC.
Entre el aprovechamiento y los riesgos
Salvo algunos casos excepcionales, los armados peronistas que se impusieron durante las elecciones ejecutivas de 2019 lo hicieron a través de las boletas de HxC y apoyaron la reelección de Schiaretti. Las elecciones provinciales se realizaron en mayo, cuando la existencia del FdT no estaba en los planes de nadie. Mucho menos la candidatura de Alberto Fernández. También es preciso recordar que un movimiento de último momento bajó de la disputa para la gobernación a la lista kirchnerista, y que más de 40 municipios que habían sido conquistados en 2015 por el entonces Frente para la Victoria, se retuvieron con sello schiarettista en 2019.
“En muchos pueblos esta disputa puede resultar provechosa”, señala uno de los dirigentes que se sienta en la mesa de los armados regionales y sopesa las ventajas de ser peronista bimodal, y adherir a la expresión justicialista nacional y también a la provincial. Detalla que “más allá de que pueda existir alguna presión, la estabilidad de las relaciones te permiten golpear la puerta en la Provincia y en la Nación de modo simultáneo. Cerrar algunas de esas vías de desarrollo por una campaña no es una jugada inteligente”.
Describiendo la situación actual a Letra P, considera que “HxC es un sello ganador y hay que mantenerlo. Son muchos los lugares en los que el intendente está con una de las listas y el partido con la otra. Eso se da en un marco de convivencia y respeto”. “Ya sabemos lo que viene si nos rompemos hacia adentro. Después de los cuatro años que pasamos, que nos den un foquito ya es algo para celebrar”, asegura evocando la gestión de Cambiemos y pensando también en los desafíos por venir con el horizonte en 2023.
El temor principal es que se advierta un descenso en el caudal de votos esperado y que eso pueda ser tenido en cuenta a la hora de futuras gestiones. Más allá de eso, hay un deseo superior que se impone. “Yo quiero que el 12 de septiembre a la noche, la sumatoria de las dos listas representen una mayoría”, advierte otro dirigente del interior profundo al ser consultado al respecto.
Explicitar el juego
En HxC confían en ganarle a las listas del peronismo nacional en casi todo el territorio. “Se pueden complicar en uno o dos”, de los 26 departamentos, reconocen a Letra P. Apenas vislumbran algún riesgo en el departamento General San Martín y Unión, dos de los territorios en los que se puede hacer fuerte Martín Gill. También siguen con atención lo que vaya sucediendo en el norte provincial, lugar en el que FdT fue ganando terreno desde la elección de 2019, cuando Fernández sólo pudo imponerse en departamentos de esa región: Sobremonte, San Javier, Cruz del Eje, Minas y Pocho.
En las listas del oficialismo provincial hay cinco intendentes y tres intendentas; mientras que en las boletas del FdT hay cinco mandatarios locales y una intendenta. No hay antecedentes de tal protagonismo en la historia reciente de Córdoba. De hecho, en el 2017, había un solo jefe de un Ejecutivo local en la lista del cordobesismo.
El histórico dirigente y jefe de campaña del oficialismo, Oscar González, y el ministro de Gobierno, Facundo Torres, son los encargados de afianzar los contactos para fidelizar el voto cordobesista. En ese armado también se ocuparán de esa tarea algunos de los intendentes de las ciudades más importantes de la provincia. Juan Manuel Llamosas en Río Cuarto, el candidato Ignacio García Aresca en San Francisco, y Marcos Torres en Alta Gracia son algunos de los nombres de peso que buscarán empujar los apoyos de los electorados propios y tallar en las regiones de influencia.
Además de Gill, en el FdT toman fuerza referencias como la del intendente de Leones y exdiputado, Fabián Francioni, en el departamento Marcos Juárez; y el de Viamonte, Gabriel Fernández, en el armado del ya mencionado departamento Unión. En esa región, también clave en la disputa del "voto del campo", el oficialismo nacional sacó a relucir una carta que mantenía en la manga cuando la semana pasada el precandidato a senador Carlos Caserio visitó al Presidente acompañado del exsenador Roberto Urquía, dueño de Aceitera General Deheza, una de las compañías agroindustriales más importantes de la Argentina.
Hasta el momento, el último acto de Schiaretti como protagonista central tendrá lugar el próximo miércoles en Villa María, territorio de Gill, cabeza de lista para Diputados por el FdT. El anteúltimo, será en Carlos Paz, suelo de Caserio y donde el senador abandonó públicamente el armado provincial dos años atrás. En tiempos electorales, nada queda librado al azar.