Martín Gill, el primer candidato en la lista para Diputados del Frente de Todos en Córdoba, vuelve a ser el hombre al que todos miran en la política provincial. Tanto opositores como oficialistas quieren saber si va a poder seguir cortando cintas como funcionario nacional en el proceso electoral, luego de la "regla ética" que lanzó el Presidente desde Perú. También quieren verlo actuar sin ese potencial beneficio a la hora de tejer relaciones con los jefes territoriales del interior cordobés.
En esa partida, el abogado de 48 años también se juega una carta a futuro. Con idéntica edad, el intendente capitalino Martín Llaryora establece lazos desde el cordobesismo con todos los sectores del peronismo de la ciudad capital, mientras que Gill sabe que si logra pisar fuerte en el interior, puede sentarse a discutir en la mesa en la que se definirán las cosas de cara a 2023.
Ambos aparecen como las apuestas fuertes de cara a la renovación del peronismo cordobés, la bisagra de una puerta que, desde la órbita nacional y desde el palacio provincial, reconocen entreabierta. La carrera por la sucesión de Juan Schiaretti también empieza a correrse en las elecciones legislativas.
Tiempo de definiciones
Gill trabaja por estas horas desde su oficina en la Secretaría de Obras Públicas. Espera por una definición, pero no se desespera. En su entorno todavía no cierran ninguna puerta respecto del futuro inmediato. Lo que sí tienen claro es que los planes de la campaña no se verán trastocados. “Los tiempos los marca el Presidente. Martín va a visitar las obras como secretario o como precandidato, pero las obras están y se van a recorrer”, advierten.
Desde el momento mismo en que Alberto Fernández señaló que quienes ocupan un cargo en el Gobierno y se postulasen para el Congreso en estas elecciones deberían renunciar para afrontar la campaña y luego asumir en caso de resultar electos, la renuncia de Gill está a disposición del mandatario. “Si se acepta la renuncia, es posible que el ministro (de Obras Públicas) Gabriel Katopodis deba tener una mayor presencia de la prevista en Córdoba”, señalan en su equipo de trabajo. Lo mismo sucedería con el eventual reemplazo del villamariense, con el objetivo de “visibilizar del trabajo que se viene haciendo en conjunto, entre la Nación, la Provincia y los municipios”.
Precisamente, uno de los ejes de la campaña será reforzar la continuidad y el compromiso de esa política de trabajo que Gill viene llevando adelante y que intenta imprimir como lógica en la tarea de reconstrucción de los vínculos entre Córdoba y la Casa Rosada, esmerándose en alojar los desencuentros en el baúl de los malos recuerdos.
Si bien en el entorno del precandidato señalan que “nada está del todo definido”, en el momento en que Fernández acepte su renuncia, Gill, hoy segundo de Katopodis, deberá volver a la intendencia de Villa María, cargo para el que fue reelecto en 2019 y en el que solicitó licencia para afrontar la tarea que la administración nacional le designó. Desde allí, encarará la campaña.
“La licencia está atada al cargo en la Secretaría. Si la renuncia se acepta, Martín vuelve a la Municipalidad. Un candidato puede hacer convivir su rol ejecutivo con una campaña, como lo hace el intendente de San Francisco, Ignacio García Aresca, precandidato de Hacemos por Córdoba, y todos los que están en las listas”, señala a Letra P un vocero del Frente de Todos.
Hilando fino, en las listas del panperonismo cordobés prácticamente todos los precandidatos y precandidatas ocupan algún cargo que deberán combinar con la campaña.
Caminar, otra vez
No será la primera vez que Martín Gill deba caminar el territorio como candidato a diputado nacional. Su primer desafío electoral provincial lo asumió en las listas del Frente para la Victoria (FpV), en 2013. Secundó a Carolina Scotto en la contienda legislativa que, a la luz de la historia, resultó la más “exitosa” del kirchnerismo en tierras mediterráneas.
Después de ser electo en dos oportunidades como rector de la Universidad Nacional de Villa María (en 2007 y 2011) y presidente del Consejo Interuniversitario Nacional (CIN), Gill fue elegido para hacerse cargo de la Secretaría de Políticas Universitarias en el año 2012. De allí viene aquello de “político con perfil académico”, que tantas veces se dijo y que fue la base de la campaña del FpV en 2013, cuando la lista estuvo encabezada por la entonces rectora de Universidad Nacional de Córdoba.
“Más allá del perfil universitario que se instaló desde el plano comunicacional, en aquella elección Gill se sentó sobre las bases territoriales de algunos dirigentes de peso del kirchnerismo en Córdoba y se dedicó a caminar el interior”, rememora un asesor de aquella campaña consultado por Letra P. Uno de aquellos referentes a los que alude la fuente fue el propio Eduardo Accastello, hoy ministro de Schiaretti y precandidato por Hacemos por Córdoba (HxC).
Según cuentan, Gill tomó protagonismo fuera de la Capital. Lo describen como un “militante” que “caminó mucho el interior con la cabeza puesta en el objetivo” que se había trazado. “En ese momento, había una decisión política muy fuerte para avanzar con las obras para los municipios, adoquinado, cordón cuneta, con la intención de fortalecer el vínculo con las intendencias”, recuerdan quienes caminaron las calles con candidatos y candidatas del FpV, notando o sin notar que el accionar actual parece tener la misma lógica.
Según describen desde el Frente de Todos, uno de los objetivos de la campaña 2021 es visibilizar el trabajo del Gobierno en la provincia desde 2019. Enumeran más de 300 obras en marcha en distintos municipios, 50 obras de infraestructura sanitaria, obras en la Capital y en las principales rutas y caminos de la provincia. Además, destacan las políticas de asistencia social que se incrementaron debido a la necesidad de hacer frente a la pandemia.
“La política que es la que definió el Presidente: llegar con las obras a todos los gobiernos, sin importar el color político; y en el caso de Córdoba, dar vuelta la página de los desencuentros. En ese aspecto, Martín tuvo un rol protagónico, en el diseño y en la implementación”, aseguran quienes imaginan una campaña en la que, más allá de la disputa, el diálogo aparezca en el horizonte de reconstrucción de cara al desafío 2023.