57 intendentes y una intendenta, sobre un total de 135 distritos bonaerenses, lograron plantar la bandera de Juntos por el Cambio en 2019, en un contexto de derrota generalizada que terminó eyectando del poder a Mauricio Macri y a María Eugenia Vidal. Tuvieron que aceptar la reconfiguración política que los obligó a hacer equilibrio entre las necesidades que imponen la gestión local para administrar una de las peores emergencias de la historia y la reconstrucción partidaria. Un año y medio después de aquella elección, algunos de sus principales actores se plantean nuevos desafíos, como los que emergieron con la creación del Grupo Dorrego, y coincidieron en que la clave para no sufrir una nueva caída ante el peronismo está en el territorio y mantenerse unidos. De aquella sobrevida al aluvión peronista a golpear la mesa para conducir a la oposición en el principal distrito electoral del país. En eso anda el intendentismo de JxC, que, al mismo tiempo, enfrenta a la exgobernadora, quien volvió para ejercer el mando.
Buena parte de los jefes comunales de la oposición coinciden en que desde el inicio mantuvieron buen diálogo con los gobiernos peronistas nacional y provincial, e incluso línea directa con muchos de sus principales ministros, aunque aclaman que obtuvieron pocas respuestas. “Siempre nos atendieron el teléfono, pero las soluciones también siempre llegaron a cuenta gotas”, ejemplificó un funcionario que comparte trabajo diario con uno de los intendentes del conurbano. Acaso por esto, y por la necesidad y urgencia de superar una crisis creciente, es que muchos de ellos decidieron reactivar algunos espacios como el Foro de Intendentes de Juntos por el Cambio, que en épocas en que eran oficialismo estaba eclipsado por la Casa Rosada y la Gobernación de la provincia de Buenos Aires, y remarcar que pese a los resultados en las urnas la unidad y la horizontalidad de conducciones debían ser los nuevos artículos de la carta orgánica que aún los unía.
Apenas unas semanas después del domingo 27 de octubre de 2019, el alcalde de Vicente López y presidente del PRO bonaerense, Jorge Macri, remarcó las nuevas reglas políticas que pretendían imponer, ante la retirada del expresidente y la exgobernadora de su espacio. “Ahora estamos todos en un pie de igualdad”, sostuvo ante una nueva mesa sin cabeceras en la que había una silla y un voto por cada integrante de Juntos por el Cambio. Un escenario acordado que, en principio, favoreció el surgimiento de nuevos espacios internos y evitó la fractura generalizada, pero que también generó tensiones a la hora de hablar con el kirchnerismo, como en enero de 2020 a instancias de las negociaciones para cerrar un acuerdo por la ley Fiscal e Impositiva de Axel Kicillof.
En aquella oportunidad, con Vidal de viaje en el exterior, y sin una terminal política clara, se vivieron días de extrema tensión y desencuentro que, algunos días después con el proyecto sancionado, intentaron olvidar con una reunión de la que participó por el oficialismo el jefe de Gabinete bonaerense, Carlos Bianco, la vicegobernadora Verónica Magario, el presidente de la Cámara de Diputados de la provincial, Federico Otermín, y el diputado Carlos Moreno y, por la oposición, el exjefe de Gabinete vidalista, Federico Salvai, y los presidentes de bloque de Juntos por el Cambio Maximiliano Abad (Diputados) y Roberto Costa (Senado). “Ese acto sirvió para presentar como válidos a los nuevos interlocutores”, dice hoy una fuente que trabaja junto a la exgobernadora, que ante el reclamo de los intendentes decidió también mantenerse al margen de la política pública y refugiarse en el silencio, una estrategia que le sirvió para no entorpecer la gobernabilidad y para construir desde ahí un perfil de moderación que la encumbre en 2023.
“Los intendentes que hoy están en el Grupo Dorrego ya venían con una historia, una identidad y peso propio, pero comenzaron a surgir con mayor fuerza ante un Macri desdibujado, una Vidal sin aparecer y una Bullrich sin tanta fortaleza”, afirmó a Letra P un hombre que trabaja en uno de las ciudades más grandes de Buenos Aires. El primer hecho importante se dio a fines de agosto del año pasado: los cuatro barones del PRO, Macri, Néstor Grindetti (Lanús), Julio Garro (La Plata) y Diego Valenzuela (Tres de Frebrero) se juntaron en Vicente López para consolidar un proyecto político propio con identidad bonaerense, que tenga influencia directa en el armado de listas de aspirantes para las elecciones legislativas, y chances de pelear por la Gobernación en 2021. Dos semanas después, la foto se tradujo en la fundación del Grupo Dorrego, que buscaba amalgamar el peso territorial de los distritos, más algunos intendentes caídos en desgracia como Ramiro Tagliaferro (Morón), Nicolás Ducoté (Pilar) y Martiniano Molina (Quilmes).
Desde esa fecha hasta la actualidad, el Grupo Dorrego amplió la base a legisladores y legisladoras e, incluso, nombró un un jefe comunal por cada sección electoral con la intención de manejar el tablero de control de Juntos por el Cambio. Además, según pudo saber este medio de uno de sus integrantes, podría cerrar el ciclo en la previa de la campaña electoral con un documento conjunto a mediados de mayo a modo de manifiesto.
La propuesta de los intendentes sigue siendo buscar la amplitud del espacio y ganar protagonismo, aun ante el regreso público de Macri y Vidal, e intentar constituir en base a esos cimientos un manual de conductas claras ante el avance de otros dirigentes sobre territorio bonaerense que hacen tambalear sus proyecciones, como el vicejefe de Gobierno porteño, Diego Santilli, que cierra del mejor modo el proyecto presidencial de Horacio Rodríguez Larreta, o incluso, en menor medida, el intento de regreso del expresidente de la Cámara de Diputados macrista, Emilio Monzó, o el reciente avance de la agrupación La Territorial.