El albertismo no nació, el cristinismo comanda, el massismo cada tanto muestra las garras y los movimientos sociales buscan hacer valer sus reclamos en el territorio y transformar su poder en votos. Juan Grabois es el exponente más incómodo para el oficialismo. Ya tiene candidato y lo dice on the record: Máximo Kirchner. Pero, así como Grabois pesa en la opinión pública, el Movimiento Evita crece en y con el Estado, con tres secretarios y varios diputados, y también en el territorio. Fiel a su estilo, Alberto Fernández intentó ser amplio y, para acallar internas, mandó lotear el Ministerio de Desarrollo Social con espacio para La Cámpora y un abanico de movimientos amigos. Más de una vez laudó a favor del ministro Daniel Arroyo.
En diciembre de 2019, con el debut del Gobierno, se presentó en sociedad el gremio de la UTEP, en el que confluyen trabajadores de la economía popular y los barrios populares kirchneristas, peronistas no K, albertistas, dirigentes del Partido Comunista, la Corriente Clasista y Combativa, el Frente Darío Santillán, dirigentes de izquierda, algún votante del PRO y apartidarios. En lo social, comparten agenda: tierra, techo y trabajo fueron y siguen siendo sus consignas. No siempre ni en todo se mueven en equipo.
Dentro del heterogéneo mapa social, Grabois lidera la pata política de su sector, el Frente Patria Grande; el diputado Juan Carlos Alderete, la CCC; el subsecretario de Políticas de Integración y Formación de la Secretaría de Economía Social, Daniel Menéndez, coordina Barrios de Pie y Esteban "Gringo" Castro, secretario general de la UTEP, recibió en el despacho presidencial el agradecimiento por el sostén a quienes se cayeron del sistema en cuarentena. Su compañera, Mariel Fernández, es referente del Movimiento Evita y primera intendenta de Moreno. Gracias a la gestión del porteño Leandro Santoro, el Presidente buscó arrebatarle al macrismo un símbolo y recibió a Margarita Barrientos, la cara de los sectores más empobrecidos durante el gobierno de Mauricio Macri.
Esteban "Gringo" Castro y Emilio Pérsico, claves en los movimientos sociales que apoyan al Gobierno.
En año electoral se revalidan alianzas y favoritismos. "En lo político, la hipótesis del Frente Patria Grande es fortalecer el rol de Máximo Kirchner en la coalición gobernante. Es nuestro aliado principal en política", dice Grabois a Letra P un año y cinco meses después del triunfo electoral del frente por el que su sector logró dos bancas en el Congreso (Itaí Hagman y Federico Fagiolil) y una en la Legislatura de la Ciudad (Ofelia Fernández).
Los "Evita"
Emilio Pérsico es secretario de la Economía Social. Repite una anécdota: internado por coronavirus, vio a dos enfermeras que leían un diario del otro lado del vidrio y comentaban la noticia respecto del aumento del monto a depositar en la tarjeta Alimentar. Una de ellas se quejó. "Es injusto", oyó el funcionario mientras la mujer comparaba la suma de lo que cobraba en sus dos trabajos con lo que recibiría en asistencia social una vecina. El Movimiento Evita, que lidera e integra Pérsico con El Chino Navarro, pide una reestructuración del modelo productivo sobre la base del impulso a pequeños productores de alimentos y cooperativas. Coincide en ese reclamo Grabois. Además, como una familia ensamblada, el Evita busca ampliar su poder de fuego interno y sus referentes conversan con Menéndez sin Victoria Donda de Somos que se separó el año pasado, para avanzar en un proyecto de unidad.
Pérsico pone reparos con respecto a la nueva suba de la tarjeta Alimentar, que "satura" de recursos a un sector de la sociedad más vulnerable. Reclama "la reconstrucción de la cultura del trabajo" a través de proyectos de construcción que empleen a cooperativas o un cambio en la matriz productiva que permita, por ejemplo, la producción lechera en todas las provincias para ahorrar los abultados costos que demanda la logística. "Es más fácil la política de la renta que discutir una política de empleo para los sectores populares", se queja. Tampoco Navarro cree en la teoría del derrame y pide políticas que impulsen el empleo, pero, más "comprensivo", espera que avance el plan de vacunación.
Imponen la urgencia la pandemia y la pobreza, que alcanza al 57% de la niñez argentina. En esa línea, el ministro Arroyo afirma que la pobreza estructural es un "drama" que exige medidas para el corto y el largo plazo y, con buenos modales, pone la cara para defender al Gobierno.
Aún con altos índices de contagio, un par de semanas atrás impactó la foto de una movilización convocada por la izquierda y otros sectores más y menos amigos del Gobierno. Algunos habían aceptado integrar el Consejo Argentino contra el Hambre junto con ONGs y la Iglesia.
La calle es de la izquierda
El ala dura de los movimientos volvió a la calle en los últimos meses y redobló sus reclamos. Está fuera del Gobierno, aunque en la Casa Rosada la escuchan mientras advierten que no todos los sectores humildes están representados por ella.
En la última marcha se unieron el Partido Obrero, Barrios de Pie -tras su división, eligió a Silvia Saravia como su presidenta, mientras Humberto Tumini lidera el brazo político, Libres del Sur-, el MST y el Frente de Organizaciones en Lucha (FOL). En medio de un nuevo pico de contagios por COVID-19, Arroyo y su equipo activaron sus teléfonos celulares. Retomaron reuniones y, a pedido de los movimientos sociales, dejaron la cuestión de la seguridad (sanitaria y de circulación) para una agenda paralela que encabeza Gabriel Fuks como secretario de Articulación Federal de Seguridad.
Acuerdos con movilización: los movimientos sociales no abandonan la calle.
La Corriente Clasista y Combativa de Alderete sigue firme en el Frente de Todos y mantiene sus críticas: profundizar políticas tributarias para que paguen más los que más tienen (en la lógica del impuesto a las grandes fortunas), avanzar contra los dueños de Vicentin y en contra de la licitación de la Hidrovía. Saravia se indigna: "Nos incluyeron como esenciales durante la cuarentena, pero no en el protocolo de vacunación". Redobló otra vez el pedido de alimentos y de planes sociales, el Potenciar Trabajo.
La segunda ola reversionó el IFE en un pago de 15 mil pesos por familia para la segunda mitad de abril; paliativos que hasta los propios movimientos sociales consideran insuficientes y clientelares.
Dieciséis meses después de la vuelta del peronismo, la principal deuda social aumenta a caballo de la pandemia: el hambre y la pobreza. El Gobierno cabalga entre la asistencia y la negociación con el FMI sin terminar de imponer en la agenda pública sus planes de Vivienda, Obra Pública y la política de precios. La inflación atenta contra los pobres y contra la clase media. Los aliados piden reformas estructurales aunque muchos bajan la voz y mantienen la unidad frente a la crudeza opositora. En el horizonte, despunta el año electoral.