MEMORIA & BALANCE

El pacto del Presidente y la burguesía nacional posible

Fernández planea otro encuentro con ceos. Sumará a la UIA y la CGT a la reunión del gabinete económico. El delicado equilibrio del vínculo con los gigantes.

Marcelo Mindlin, el titular de Pampa Energía, jugó con todos. Como todos, fue oficialista de muchos gobiernos. Es uno de los empresarios que mejor comprende que en la Argentina no hay negocios sin política. De vínculos muy fluidos con el peronismo y sus vertientes, fue el garante de una medida relevante del Gobierno en plena pandemia: hizo lobby en todo el sector para bancar el congelamiento de tarifas de la energía hasta que aplaque la oleada de COVID. Se lo agradeció Alberto Fernández en la inauguración de Genelba, la central de ciclo combinado más grande del país.

 

Allí, el Presidente casi que trazó su idea de gobierno. Habló de “desarrollismo” y de colaboración “público-privada”. Y mencionó a los empresarios nacionales, una burguesía que hoy es difícil de catalogar. Hay algunas certezas: como casi todos los presidentes que atraviesan situaciones de crisis, incluido Mauricio Macri, Fernández decidió rodearse de grandes empresarios. Si bien tiene en el Ministerio de Desarrollo Productivo un polo de funcionarios con foco en la pequeña y la mediana empresa, el gran empleador del país, en la mesa de las decisiones no está ese sector. Sí los popes del Círculo Rojo.

 

Fernández en contacto virtual con Mindlin.

 

 

No hay que ser tan agudo para observar que este tipo de predilección responde más a una necesidad que a un deseo. Cumplidos hace pocos días los primeros seis meses de gestión, el Frente de Todos nunca gobernó en condiciones normales: primero, una recesión furibunda con el sistema productivo destruido, herencia de Cambiemos; luego, una de las pandemias más grandes de la historia.

 

A contramano de buena parte de las lecturas, a pesar de las indefiniciones, errores propios y otras yerbas, la relación del Gobierno con los hombres y las mujeres que manejan el poder real en la Argentina es no sólo fluido, sino piadoso. “La verdad, cuestionar ahora que el Gobierno no tiene o no muestra un plan económico es ridículo. Tenemos que salir de esto y después veremos”, comentó un empresario de la alimentación en diálogo con uno de los ministros con más llegada al establishment. Otros, más afectos a la ideología, le critican el pragmatismo, que el mismo Fernández predica como una virtud. Se quejan de que cita a Raúl Alfonsín más que a Juan Perón y que el desarrollismo es una entidad sin demasiada identidad más que una cuestión netamente teórica. Igual, lo bancan.

 

 

 

Visto en la perspectiva más reciente, el apoyo también perdona y olvida movidas que sacudieron la agenda, como la expropiación fallida de Vicentin. El asunto duró algunos días en la agenda del establishment, pero nadie lo creyó sistemático y hoy ni siquiera se habla de eso. De hecho, fue el titular de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, el que citó muy brevemente el asunto en la última reunión con la Unión Industrial Argentina (UIA).

 

Hace unos días, Fernández empezó a trabajar junto a sus gestores en nuevos encuentros con el Círculo Rojo. El secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Béliz, ya trabaja en uno que será en Olivos. Esta vez, se buscará sentar nuevamente a una convocatoria más amplia. Buscarán al Grupo de los Seis (bancos, construcción, industria, Bolsa, comercio y campo). Esta iniciativa incluyó la sugerencia de un ministro de "sumar mujeres". Las últimas postales de encuentros tuvieron 100% de cupo masculino

 

 

La última reunión con gigantes. Quieren una con cupo femenino.

 

 

Detrás de ese armando también está el titular de la UIA, Miguel Acevedo, el articulador con el sector privado. No es la única movida de reagrupamiento de Fernández con empresarios en medio del vendaval. Buscan que de la próxima reunión del gabinete económico participen la UIA y la CGT para poner en marcha el mini Consejo Económico y Social y coordinar medidas de la “nueva normalidad”. A tales fines, el equipo de economistas de la UIA que comanda Diego Coatz arma una carpeta con sugerencias para mejorar exportaciones y mercado interno.

 

Toda esta vinculación con los sectores de poder, solamente interrumpida por las diferencias con el líder de Techint, Paolo Rocca, no sólo configura a un gobierno, sino que se impone como desafío. Los ceos que se enamoran sin infidelidad son pocos y, a la larga, llegan las recriminaciones. Ya hay en la mesa algunas alertas: para sentarse a negociar, los privados quieren tumbar la regulación al teletrabajo y cortar la prohibición de los despidos. Es lo que se viene en una recesión que pondrá a prueba lo que ahora es romance incondicional.

 

Donald Trump y Elon Musk
Toto Caputo.

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