Durante la campaña hubo dos mantras que en el Frente de Todos repetían cada vez que se los consultaba: no iba a haber un nuevo Fútbol para Todos y la pelota no era una prioridad para el entonces candidato presicdencial de la coalición peronista. Seis meses después de asumir, Alberto Fernandez hizo dos movimientos que lo sacaron del banco y lo pusieron decididamente en la cancha con un equipo que entrena para enfrentar a la conducción de la AFA.
En una nota con Canal 13, el Presidente confesó que había hablado con Marcelo Gallardo para ver cómo debería ser la vuelta del fútbol, una sutileza digna del "Bichi" Borghi contra la Juventus para mostrar públicamente al entrenador de River como interlocutor válido por encima de la AFA de Claudio Tapia. “Fue un mensaje directo para Chiqui, que no te queden dudas”, fue la conclusión de un allegado presidencial conciente de los sentimientos del jefe de Estado para con el Comandante.
Al día siguiente, en una acción más propia de la patada de Andoni Goikoetxea contra Diego Maradona en 1983, les apuntó a los dirigentes. “Pareciera que el fútbol fuera víctima de una Argentina que vive siempre en la coyuntura. Un día dicen que jueguen 19 equipos y al otro día son 30. Un día necesitamos que desciendan cuatro y al otro, que no descienda nadie. Todo tiene una cuota de improvisación. Un día el fútbol argentino se cae a pedazos si no existe la Superliga y al año siguiente la Superliga se termina. Uno no entiende nada de lo que están haciendo con el fútbol”. En la entrevista con con TyC Sports, además, se quejó por los aumentos en los abonos.
Incluso se pudo inferir en clave audiovisual otra de sus respuestas cuando habló del deporte olímpico. “Es el que más debe promover el Estado. No está para promover el fútbol, que es profesional, muy bien pago y tiene muchos sponsors”. Si bien en la era prepandemia comenzó el diálogo para que hubiera partidos por el canal estatal, lejos está de que se transmita todo el torneo, como pasó a partir de 2009. No hay dinero para romper el contrato ni vocación política para hacerlo.
Tapia tuvo una relación fluída con Mauricio Macri desde que era jefe de Gobierno y el sindicalista negociaba paritarias con el PRO en la Ciudad. Actualmente es vicepresidente de la Ceamse, la entidad que trata la basura del área metropolitana y a cuyo directorio llegó por la voluntad política del expresidente de Boca Daniel Angelici. Durante la campaña de 2019 no hizo gestos hacia Fernandez, algo que notaron en el oficialismo y recién se pronunció el día de la asunción con un tuit felicitándolo.
Las repercusiones de los dichos de Fernandez se vivieron puertas adentro, ya que ningún dirigente se animó a cruzarlo en público. Letra P habló con distintos miembros del Comité Ejecutivo de la AFA. Algunos ni siquiera quisieron pronunciarse off the record, otros minimizaron los dichos por considerar que “habló como un hincha” y hubo quienes reconocieron el dardo a Tapia. Unos pocos, como Andrés Fassi, presidente de Talleres y defensor del ingreso de las sociedades anónimas, o Mario Pergolini, vice de Boca, respaldaron al Presidente.
La relación del Presidente con el fútbol no es nueva. Apenas asumido Nestor Kirchner, el rol de su entonces jefe de Gabinete fue decisivo para que, autorización del Gobierno porteño mediante, Argentinos pudiera reinaugurar su estadio en diciembre de 2003.
En su primera semana de gobierno, la idea de mantenerse prescindente perdía peso cuando recibía en la Casa Rosada a Alejandro Dominguez, presidente de Conmebol, y a Tapia por la Copa América que se iba a jugar este año en el país. También participaron Sergio Massa, hoy el interlocutor de Tapia con el Gobierno; Matias Lammens, ministro y vicepresidente de San Lorenzo, y Luis Segura, expresidente del Bicho, cuya presencia no pasó inadvertida.
Segura fue el sucesor de Julio Grondona post mortem y quien empató con Marcelo Tinelli en las elecciones de la AFA de 2015, donde Fernandez fue el armador de su espacio en las sombras mientras Tapia era uno de sus cancilleres públicos contra el conductor de Showmatch. Desgastado por las luchas internas, Segura renunció a mitad de 2016 y se alejó del fútbol, en parte porque sintió que el yerno de Hugo Moyano le fue desleal. Su presencia en aquella reunión fue el primer mensaje del presidente a Tapia.
Diciembre 2019, picadito en la Rosada. Fernández, Domínguez, Tapia, Massa y Segura, el amigo presidencial.
Después no hubo más contactos públicos, aunque Massa tiene el aval fernandista para “jugar” en la interna de AFA. “Sergio no nos complica políticamente; va solo en el fútbol, pero lo dejan”, asegura un allegado al Gobierno que lo conoce.
El diputado prestó en enero su casa para la cena que selló el pacto de gobernabilidad Chiqui-Marcelo y, junto a Máximo Kirchner, iban a tener una reunión con los tenedores de los derechos televisivos antes de que el coronavirus suspendiera todo. Los diputados sondearon al presidente de Racing, Victor Blanco, para que fuera candidato a dirigir la AFA en 2021. En la Casa Rosada también veían con agrado a Tinelli. Pandemia, necesidades y la pericia de Tapia adelantaron los tiempos y arregló su reelección este año con todos adentro. Como Alberto con el peronismo.
Al exintendente de Tigre le apuntó Roberto Sagra, el presidente de San Martín de Tucumán, como el responsable de que su equipo no haya ascendido con la cancelación de los torneos. Sagra habló con todo el poder político provincial y logró que la bancada de diputados nacionales enviara una carta a la AFA reclamando el lugar en Primera. Uno de ellos es Mario Leito, presidente de Atlético Tucumán y uno de los vicepresidentes de la nueva Liga Profesional de Fútbol. Además, el gobernador Juan Manzur habló con el presidente de la Nación para ver si podía interceder.
Los puentes vínculos de Fernandez con el fútbol son Segura, Tinelli, Lammens y Rodolfo D´Onofrio, presidente de River, quien ofició de mediador para el almuerzo en la Quinta de Olivos con el DT millonario. Tiene, obviamente, una cercanía con Cristina Malaspina, el mandamás de Argentinos Juniors y ni hablar de Moyano. Además de que Massa y Máximo Kirchner tienen la libertad para hacer su juego.
Mientras muchos campeonatos sudamericanos ya tienen fecha de vuelta, el fútbol argentino tiene como norte el mes de septiembre, pero sin garantías. El Presidente sabe del impacto social del fútbol y que es una usina de poder imposible de soslayar. Si bien en campaña avisó que no se iba a meter, acaba de dar el paso que dieron todos sus antecesores y entró a la cancha. Y, además, decidió contra quién jugar.