Con el calendario para definir autoridades aún congelado por la pandemia, el radicalismo que se abroquela tras la figura de Martín Lousteau plantó bandera en las elecciones internas del radicalismo bonaerense. Empujado por la UCR porteña, el senador, como reveló Letra P, cruzó los límites de la Ciudad para lanzar en territorio Evolución Radical Buenos Aires, el espacio bonaerense que apoyará a Gustavo Posse para destronar al exvicegobernador Daniel Salvador. Es parte de una táctica que se inserta en un plan aún en desarrollo y con dos dos escenarios en mente para 2023: ponerlo a competir por la sucesión de Horacio Rodríguez Larreta en la Ciudad de Buenos Aires o forzar un lugar en la interna opositora para anotarse como candidato presidencial.
Lousteau, como cara visible del radicalismo porteño, pone un pie en Buenos Aires para expresar a ese sector y empujar un cambio de manos la conducción de la UCR bonaerense. Posse domina el aparato radical en la Primera Sección electoral y cuenta con el aval de Federico Storani y Ricardo Alfonsín, ambos entusiastas de la idea "terminar con sometimiento del radicalismo al PRO" y de mostrar un perfil dialoguista con el peronismo.
Ese concepto es el que busca pregonar la UCR porteña, afincada en la sintonía dialoguista que exhiben Rodríguez Larreta y otras figuras de Cambiemos como María Eugenia Vidal, Emilio Monzó y Rogelio Frigerio. Sin embargo la conexión de Lousteau con la exgobernadora, que incluso envalentó a un sector radical para ofrecer ese dueto como alternativa a la candidatura de Mauricio Macri de 2019, se agota en territorio bonaerense. A pesar de que el senador valora a la exmandataria y defiende públicamente su gestión, hay grises.
Vidal apoya a Salvador, mientras que Lousteau y los radicales porteños lo quieren correr de la conducción. Creen que el exvicegobernador representa "la grieta". Este sector hace una división: encasilla a Salvador, el jefe del bloque UCR en Diputados, Mario Negri, y a Ernesto Sanz como radicales cercanos al macrismo y busca correrlos de los puestos cumbres del partido. Convivieron en plena tensión durante el gobierno de Macri y el último detonante fue la polémica por las sesiones virtuales en el Congreso. Ese clima enrarecido, heredado de los cuatro años de gestión de Cambiemos, se mantiene tal cual hoy en día.
El radicalismo porteño, hoy aliado a Rodríguez Larreta, se imagina gobernando la Ciudad en 2023, pero también hay un Plan B, aún más ambicioso, que es encontrarle a Lousteau un lugar en el lote de presidenciables al calor de, según sostiene la UCR capitalina y los rebeldes bonaerenses, la falta de figuras nacionales en el partido. Esa táctica tuvo un ensayo previo en 2019: parte del radicalismo, con el mendocino Alfredo Cornejo en primera fila, le reclamaba a Macri ir a internas o, incluso, sellar diferencias con una fórmula Vidal-Lousteau que jamás prosperó.
El radicalismo porteño busca instalar a Lousteau como voz de la UCR nacional. Reclama un lugar que, sostienen fuentes del economista, el sector del radicalismo cercano al PRO jamás le otorgaría. Bajo esa lógica, según evalúan en el entorno de Lousteau, un triunfo del intendente de San Isidro y el ala refractaria al PRO los posicionaría.
El acuerdo con Posse se inició en la previa a la cuarentena: hubo foto, caminata y guiños mutuos. Ahora, Lousteau suma espacio propio en la provincia de Buenos Aires para darle músculo a la candidatura del sanisidrense y abrirse paso en otras geografías donde tiene peso electoral el radicalismo. Acorde a los tiempos que corren, la primera actividad de Evolución Radical bonaerense fue una charla vía Zoom con el analista político Luis Tonelli y el secretario General de la UCR bonaerense, Pablo Domenichini.
Organizados por Domenichini, Lousteau acumula encuentros virtuales con referentes radicales bonaerenses en los que se conversa sobre economía, la gestión del Gobierno y la respuesta ante el coronavirus. Cambian los títulos de las charlas, pero el libreto es el mismo: debatir sobre el rol del radicalismo dentro de Juntos por el Cambio, un reclamo que se profundiza con la coalición de vuelta en la oposición y que pone en jaque el lugar que el PRO le asignó durante su estadía en la Casa Rosada.