MEMORIA & BALANCE

Ceos en cuarentena: boom de la uva, home office VIP y picardías salariales

Subieron más de 10% las ventas de vinos con el aislamiento. Los ejecutivos piden delivery a las bodegas, desde Punta y las chacras comandan la crisis local y quieren ajustar a los teletrabajadores.

La industria del vino pasaba los días penando por las goleadas de la cerveza. Jamás esperó que en plena pandemia mundial tuviera revancha. Las penas y las ansiedades de buena parte de los argentinos, según los datos de grandes supermercados, se ahogan en el elixir de la uva. En la primera semana de la pandemia, las ventas crecieron más de 10% interanual, en todos los formatos. Los que no son pobres pero también tienen tristeza se inclinaron por compras directas a bodegas. Lo han hecho empresarios de peso en Argentina y el Uruguay, país vecino en el que moran en cuarentenas top.

 

Marcos Galperín, el ceo de Mercado Libre, lo pasa en su casa de Punta del Este. Desde allí maneja a control remoto las acciones de Juan Martín De la Serna, el presidente de la filial local que lo cubrió en su exilio antiperonista. El hombre en cuestión es uno de los que sugieren medidas anticrisis en uno de los grupos de Whatsapp escindidos del mítico Nuestra Voz:

 

De la Serna integra “Reactivación”, el chat que armó Gonzalo Tanoira, de Bemberg Estate Wines. Allí sugieren ideas varias para salvataje de compañías y subsidios. Incluso, muchos economistas liberales antiestado, como el jefe de la Fundación Libertad y Progreso y principal fund raiser de la campaña presidencial de José Luis Espert, Agustín Etchebarne. “Al final, este es el final de los libertarios, todos quieren guita del Estado”, se escuchó de boca de uno de los industriales menos conservadores del subgrupo. En las interacciones, naturalmente, hubo críticas al impuesto patriótico que ideó Máximo Kirchner para que las grandes fortunas financien la crisis y hasta chistes por la licitación oscura de alimentos en el Ministerio de Desarrollo Social.

 

Super REPRO, la polémica discusión por los salarios en grandes firmas. 

 

 

Otro que sigue la crisis desde lejos es el ítalo argentino Cristiano Rattazzi, que comanda y observa desde su chacra en Balcarce. Es la envidia de sus compañeros de la Unión Industrial Argentina (UIA), que van y vienen desde sus hogares a la quinta de Olivos o la Casa Rosada cada vez que suena el teléfono. Los industriales se comprometieron tanto con el combate a la pandemia, que muchas empresas ya contrataron infectólogos propios para tener un panorama personalizado para tomar decisiones.

 

En la otra esquina, los más afectos a plantear que la cuarentena ampliada terminará extinguiendo la supervivencia económica empezaron a hablar con el gurú pro ruptura del confinamiento: el especialista en tecnología y creador del portal Educ.Ar, Martín Varsavsky. Hace unos días, el empresario, que además es ceo de una empresa de fertilidad, le agradeció al jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, una gestión de recibimiento de sus padres, que venían de Madrid. 

 

 

Galperín sigue la cuarentena desde Punta del Este.

 

 

El panorama de articulación del Círculo Rojo con el Estado parece óptimo, con algunas pecas que no son menores. Matías Kulfas, el ministro de Desarrollo Productivo, es el más reconocido por los privados. El segundo más elogiado, el propio Fernández. Los que lo frecuentaron la última semana cuentan con sorpresa sus anotaciones obsesivas y que “sabe todo lo que le decimos antes de que se lo digamos”.

 

Los problemas serios, que van a venir, tienen que ver con los bancos. Al presidente del Central, Miguel Pesce, le está costando poner en caja a las entidades fincnaieras. Enfurecido, un hombre de la Cámara Argentina de la Construcción (Camarco) llamó a otro pidiéndole que mire sus balances. “Estos tipos ganaron en la híper, zafaron en 2001, en 2009 sabían todo antes y con Macri se la llevaron mientras todos perdíamos”, se envalentonó. Hay bronca porque los préstamos no llegan, esquivan la baja de tasas y a las pymes que califican en situación de mínima insolvencia no le prestan.

 

 

 

Esta situación, más una crisis que los empresarios entienden que durará hasta el fin el tercer trimestre, hace evaluar otras salidas. Algunas, peligrosas. La CGT está al tanto de una serie de conversaciones que se darán sobre una salida a la cuestión salarial. Llegó a oídos de Héctor Daer la inquietud de qué hacer con los sueldos de los empleados de locales que, al ser administrativos o no tener que estar físicamente, teletrabajan. Los ceos le plantearán al Gobierno que estas empresas accedan a un REPRO especial que compense una jugada inédita: pagarles menos a los que hacen home-office.

 

La movida, cuentan, explica la génesis de los 1.500 despidos de Techint en la construcción: mostrar que las grandes empresas también necesitarán, según ellos, apoyo estatal. De hecho, mágicamente desaparecieron del plano los listados que había de empresas pidiendo Proceso Preventivo de Crisis (PPC). “Después de lo de Paolo (Rocca), ya no tenemos más ganas de confrontar”, dijeron.

 

Franco Mogetta, futuro secretario de Transporte
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