CORONAVIRUS | DETRÁS DE ESCENA

Las tensiones, las miserias y las rebeldías en la paritaria de la cuarentena XL

Las provincias sin casos quieren abrirse, el comercio insiste con que el remedio será peor que la enfermedad y la UIA se alió al plan sanitarista. El tablero de Fernández en el aislamiento extendido.

El día después de la reunión entre el Gobierno, los sanitaristas y los sectores empresario y sindical lejos está de mostrar una adhesión total a la idea del presidente Alberto Fernández de mantener la cuarentena estricta al menos hasta mayo. En una mañana plena de reuniones virtuales, los diferentes rubros analizaron el escenario y abrieron una grieta entre los pro cuarentena y los anti. Una brecha que se calca, además, entre los gobernadores.

 

Cuando Eduardo Eurnekian y Jorge Di Fiori, los popes de la Cámara Argentina de Comercio (CAC), se sentaron en la mesa de reuniones de la Casa Rosada, el resto de los presentes se sorprendió por el documento que le dejaron al jefe de Gabinete, Santiago Cafiero. El paper planteaba abrir el comercio y hasta restaurantes y shopping al 50% de su capacidad. Dirigentes de la Unión Industrial (UIA), entre ellos su titular, Miguel Acevedo, y el dirigente de la Coordinadora de Productores de Alimentos (Copal), Daniel Funes de Rioja, abrieron los ojos. “El asunto es que si la gente no se nos muere de coronavirus se va a morir de angustia o de no poder tener ingresos por falta de trabajo”, sonó en esa mesa.

 

La UIA tiene una particularidad: aún con números muy negativos y una perspectiva de abril y mayo como meses perdidos, se alineó a la teoría sanitarista de Fernández y la milita al límite. La situación del comercio es diferente. Tiene presión de buena parte de los minoristas, que aunque tienen pocos empleados están facturando cero pesos, además de los problemas sindicales que afronta por el pago de los salarios de los 1,2 millones de trabajadores que tiene la actividad.

 

 

La disputa tiene un escenario inexplorado y del que poco se habla: el Gobierno no tiene pensado, al menos hasta junio, flexibilizar la circulación de público en las calles. Algo naturalmente vital para el comercio pero no tanto para los industriales, que se garantizan aperturas para firmas exportadoras, para metalmecánica -actividad que produce insumos para otras fábricas-, de toda la cadena de valor de los alimentos y otros no esenciales, como los textiles.

 

La UIA tiene estimado que, en todo el mundo, las industrias pueden aguantar entre 20 y 25 días sin ingresos ni actividad, por lo cual los plazos ya corren peligrosamente, pero Acevedo está convencido que el camino que eligió el Presidente garantiza una recuperación menos larga.

 

Un dato que se compartió entre el Gobierno y los industriales es que, en Argentina, los casos de infectados se duplican cada ocho días, mientras que ciudades muy complicadas, como Nueva York, lo hacen cada dos o tres. Esto responde a que no se adhirió rápido a la cuarentena y a la idea de Donald Trump de que lo económico debe primar. Para la UIA, si la curva sigue como hasta ahora, la recuperación podría llegar a fines del tercer trimestre.

 

Nadie quiere que una liberación impacte negativamente en los avances. De hecho, una empresa de envergadura con operaciones en Brasil le dijo a Fernández que había que hacer lo posible para no contagiarse del "virus Bolsonaro", de una apertura que ponga en riesgo el futuro del país.

 

 

Con vía libre de sus pares, Acevedo banca la tesis sanitaria de Fernández.

 

 

En este contexto, las provincias hicieron diferentes planteos. Aunque se desespera con el deterioro económico, el gobernador bonaerense, Axel Kicillof, llevó el apoyo a la continuidad de la cuarentena. Tiene en la mira un objetivo: ganar tiempo para preparar su territorio para contener la pandemia. La preocupación no es solo por la respuesta en los hospitales sino que obedece, principalmente, a la necesidad de terminar de montar los lugares de aislamiento para que los infectados con el virus que no requieran asistencia médica y que no tienen lugar en sus casas pueden hacer allí la cuarentena.

 

El Ministerio del Interior, que encabeza Eduardo "Wado" de Pedro, coordina el montaje de 16 mil camas no hospitalarias. En la provincia de Buenos Aires hay 130 obras en marcha, correspondientes a infraestructura sanitaria, guardias y unidades de atención primaria. Kicillof necesita más tiempo para terminarlas antes de que llegue el pico de la pandemia. En la provincia admiten, sin embargo, que "no hay plata que alcance" para contener el desastre económico.

 

Otras provincias que acompañaron la continuidad del aislamiento fueron Chaco, Entre Ríos y Tucumán. La provincia que gobierna Jorge Capitanich es una de las más castigadas por el virus, con 123 casos, la mayoría focalizados en Resistencia. En tanto, el entrerriano Gustavo Bordet y el tucumano Juan Manzur comparten el criterio "sanitarista" del Presidente. Con una situación más controlada respecto de la pandemia, San Luis, que tiene 11 casos, fue la que más insistió en la necesidad de flexibilizar la cuarentena para oxigenar la producción.

 

 

 

En este contexto, el presidente Fernández les pidió a los gobernadores que en las próximas horas le envíen al ministro De Pedro la propuesta de flexibilización para cada una de sus provincias, con el detalle de qué actividades pueden liberarse, siempre que prime el control sanitario.

 

Entre todos los sectores de la grieta pandémica hay un denominador común: un pase de factura a los bancos, un sector que entienden como el único que no comprendió que todos van a perder. Los empresarios aseguran que no flexibilizan lo créditos, que no quieren ceder a la tasa cero. Le meten presión, a tales fines, al presidente del Banco Central, Miguel Pesce, al que culpan de no ofrecerles garantías para que suelten dinero para capital de trabajo.

 

Alberto Fernández
Javier Milei presiona a los gobernadores

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