En septiembre de 2011, dos meses después de asumir la dirección del FMI y transformarse en la primera mujer en conducirlo, la parisina Christine Lagarde nombró al estadounidense David Lipton como primer subdirector gerente del organismo. A 60 días de cumplir ocho años como jefa del organismo, la francesa dejó el sillón en manos de Lipton, un economista que integra las filas del Partido Demócrata de los Estados Unidos y que antes de llegar al Fondo se desempeñó como “asistente especial” del presidente Barack Obama y director Principal de Asuntos Económicos Internacionales del Consejo Económico Nacional de Estados Unidos y del Consejo de Seguridad Nacional, en la Casa Blanca.
No fue su primer paso por la sala oval. Entre 1993 y 1998 trabajó en el Departamento del Tesoro, durante la administración del presidente Bill Clinton, como secretario adjunto y subsecretario para Asuntos Internacionales, pero enfocado en “la respuesta del Tesoro a la crisis financiera en Asia y el esfuerzo para modernizar la arquitectura financiera internacional”.
Este economista comenzó su carrera profesional en el Fondo y se ocupó en “cuestiones relacionadas con la estabilización económica en los países pobres y de economías emergentes”. Un paso previo a dos funciones clave que tuvo en Wall Street, primero en el fondo de inversión Moore Capital Management y luego como director gerente del Citi, como titular de la sección de “Gestión Mundial del Riesgo País”, una especialidad que lo llevó a presidir el comité global en esa materia del Citi.
Cuando Lagarde oficializó el desembarco de Lipton en 2011, definió la conducción compartida del FMI, por entonces encabezado por una europea, secundado por dos codirectores: el estadounidense que impulsó Obama y el chino Min Zhu, que coronó el reclamo del gigante asiático de tener un representante en la dirección del organismo internacional.
Cuando Lagarde, Lipton y Zhu ocuparon los sillones más importantes del Fondo, la Argentina no estaba dentro de su cartera de crédito, hasta que el presidente Mauricio Macri inició conversaciones en 2017, luego de una corrida cambiaria que jaqueó su política económica y pocos meses después de la asunción del republicano Donald Trump como 45° presidente de los Estados Unidos. La partida de Obama, la derrota de Hilllary Clinton y el desembarco del magnate del real estate en la Casa Blanca marcaron una inflexión para la carrera de Lipton, reconocido como un férreo opositor a utilizar los créditos del organismo para intervenir en el mercado de cambios.
Aunque la Casa Rosada apostaba a una posible salida de Lipton con la llegada de Trump, el primer director gerente no fue removido. En medio de las negociaciones con Argentina, el nombre del subsecretario de Asuntos Internacionales del Tesoro, David Malpass, sonó como un posible reemplazo de Lipton, pero especialmente para aplicar en la dirección del organismo a un economista más alineado con la política económica de Trump.
A pesar de las especulaciones, no fue necesario el cambio porque finalmente cumplió las instrucciones impartidas por el actual titular del Tesoro, Steven Mnuchin, considerado como la pieza que utilizó Trump para hacer valer su peso en el directorio y forzar las decisiones del FMI a favor de la Argentina, con el objetivo de evitar un préstamo directo de los Estados Unidos.
“Nunca fue un hombre de Trump, sino que es un activo militante del Partido Demócrata”, confió otro alto funcionario de Hacienda, para explicar por qué se oponía abiertamente a conceder nuevos permisos a Macri para frenar la devaluación del peso con los dólares prestados por el fondo.
Un especialista argentino que conoce los entresijos del FMI explicó a Letra P que “por más que Lipton se oponga, la decisión que tomó el directorio del Fondo ya es irreversible y no hay marcha atrás”.
Para el economista consultado, esa decisión impulsada por la Casa Blanca para respaldar a Macri será más determinante que las resistencia que pueda ofrecer Lipton, a quien le pronostican una permanencia en el cargo “hasta octubre o fin de año”.