El dólar siguió entre sobresaltos este miércoles, rebelde ante los esfuerzos de un Banco Central que volvió a subir la tasa de interés de las Letras de Liquidez (Leliq, instrumentos a una semana de plazo que coloca entre los bancos para regular el circulante) a su mayor nivel en cuatro meses. Como la divisa cotizó en alza toda la rueda y recién bajó a último minuto (0,8% hasta $41,20 en el segmento mayorista), al costo de que esa tasa trepara hasta el 63,804% en la segunda licitación del día, la polémica sobre la falta de herramientas del Gobierno para prevenir un eventual rebrote de la corrida contra el peso volvió a cobrar fuerza. Impedido por el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) de intervenir vendiendo divisas, las expectativas oficiales descansan en la esperada liquidación masiva de los dólares de los exportadores de soja, de aparición supuestamente inminente. Pero muchos analistas dudan de que ese escenario optimista se concrete y encienden luces de alerta.
En el Ministerio de Hacienda se esforzaron por bajarle el tono a la reunión de Nicolás Dujovne con la titular del FMI, Christine Lagarde, de este miércoles en Washington. “La reunión es de protocolo. No vinimos a negociar ningún aval a una mayor intervención en el mercado cambiario”, le dijo a Letra P una fuente de la delegación argentina. El mercado sigue esperando otra cosa, pero la cautela pública se explica por el conocimiento que el ministro tiene de la postura férrea del organismo, que consiste en dejar que el dólar se mueva lo más libremente posible y en evitar que las divisas que se le están prestando a la Argentina se malgasten en intentos de control que, como ocurrió el año pasado, no resultan eficaces.
En cada crisis nacional, los paquetes del Fondo terminaron financiando procesos intensos de fuga de capitales, lo que ha constituido uno de sus aspectos más controvertidos. En el organismo no quieren repetir ese esquema, sobre todo cuando Lagarde y el Directorio se juegan una carta fuerte con el país, al que acaban de destinar el mayor programa de la historia por 57.000 millones de dólares. Un fracaso del proceso en curso derivaría allí en pases de factura de los países miembros y en problemas severos para sus responsables.
La visita de Dujovne se concreta poco antes de que a fin de mes el Directorio apruebe el cumplimiento de las metas por parte del Gobierno de Mauricio Macri y gatille el desembolso de 10.800 millones de dólares más. En este caso, una parte de ese dinero sí podrá ser cambiada por pesos para que el Tesoro cubra sus necesidades de financiamiento, lo que no dejará de ser oferta de billetes en el mercado. Pero el organismo no quiere que esas operaciones se realicen con un criterio discrecional para controlar coyunturas de suba brusca de la divisa, sino a través de subastas programadas y transparentes, cuyo efecto, como se probó el año pasado, resulta más que modesto a esos fines.
Así las cosas, la polémica arrecia en el mercado.
“Si se pretende que la tasa de interés sea la única herramienta que se use para contener al dólar, no va a resultar. Puede servir durante un período corto, pero no más que eso. La única alternativa para lograr ese objetivo es tener dólares para vender”, le dijo a Letra P el analista financiero Christian Buteler.
Lo que más le llama la atención a ese economista y a la mayoría de sus colegas es que el dólar viene subiendo en las últimas ruedas sin que se esté operando un volumen inusual. “No estamos en un escenario como el del año pasado, cuando se negociaban entre 1.500 y 2.000 millones de dólares por día, valores propios de una corrida. Ahora está subiendo con un volumen de 500 millones. Es más, hace pocos días subió 50 centavos en los últimos cinco minutos de la rueda por (una orden de compra de) 7 millones”, recordó.
“Lo que está faltando es oferta. El Banco Central no puede proveerla porque, de acuerdo con el pacto con el Fondo Monetario Internacional, los dólares que este presta no son para sostener el tipo de cambio”, agregó Buteler en declaraciones a FM Milenium.
Dentro de la “zona de no intervención”, el Banco Central no puede salir a regular el precio de la divisa. La misma se actualiza diariamente a un ritmo del 2% intermensual y este miércoles estuvo fijada entre $38,939 y $50,391. El reclamo que el ministro de Hacienda llevó a Washington apunta a que una banda tan amplia (cercana al 30% entre sus puntas) equivale, en los hechos, a una libre flotación, peligrosa en una coyuntura electoral en la que la dolarización de carteras de inversión es un hecho del que solo se ignora el momento de inicio.
En esa misma línea, Dujovne desea contar con la posibilidad de intervenir más decididamente en momentos de eventual turbulencia cambiaria, de modo de no dejar esa posibilidad exclusivamente a cargo de un Banco Central que apenas puede acudir al “remedio” de la suba continua de tasas, tóxico para el nivel de actividad e inocuo a largo plazo para contener al billete verde.
“Lo que preocupa no es que el dólar suba, porque la misma evolución prevista de la ‘zona de no intervención’ así lo marca. Lo que preocupa es la magnitud en la que sube en algunas jornadas, que supera en mucho lo que pasa en el resto de la región. Si, para que haya intervención en el mercado, hay que esperar que el dólar llegue a $50, posiblemente para entonces ya estemos en el medio de una corrida”, señaló Buteler.
El problema, con el Central y el Tesoro maniatados, es, como se dijo, que hoy no hay oferta en el mercado. Ante esto, el Gobierno difunde su expectativa de que los “soja-dólares” sumen 25.000 millones, pero eso resulta dudoso en el contexto actual.
“¿Por qué el campo qué va a liquidar las divisas de las exportaciones al precio actual del dólar cuando en determinado tiempo este puede ser mayor?”, se preguntó al respecto Buteler.
“¿Por qué el campo qué va a liquidar las divisas si el dólar puede subir?”, se preguntó Christian Buteler.
En efecto, analistas del sector rural consultados por Letra P no comparten el optimismo oficial respecto del nivel de liquidación de la actual campaña. Así, cabe esperar que los exportadores solo vendan lo indispensable para hacer frente a los costos pendientes de pago de la campaña que termina y a los necesarios para encarar la siguiente, pero no una liquidación masiva de dólares.
“Insisto en que lo que falta es oferta. Por el momento, no está en juego una demanda excedente producto de la incertidumbre electoral. Y eso es lo que preocupa, porque si en ese escenario tenemos una tasa del 62% y un dólar que sube más que en la región, ¿cómo lo van a controlar cuando comience la dolarización tradicional de los períodos electorales, que incluso creo que este año va a ser más intensa?”, remató el analista financiero.
Es la pregunta económica del momento. Y la política, claro.