Elecciones 2019 | Boca

No nos quedará ni la Casa Amarilla

Macri perdió su bastión fundacional y el macrismo, una caja de 3.000 millones de pesos. La caída del imperio que construyó el ingeniero. El Topo Gigio más duro de Riquelme.

Cuarenta y dos días después de haberse consumado su derrota presidencial, aquella que lo dejó afuera de la Casa Rosada, el todavía presidente Mauricio Macri perdió la elección en Boca, su bastión fundacional, y quedó afuera también de la Casa Amarilla, la fortaleza que le permitió construir un poder de fuego durante 24 años. Juan Román Riquelme lo hizo. El ídolo xeneize fue el artífice opositor que colocó al peronista Jorge Amor Ameal como nuevo mandamás del Xeneize.

 

Brandsen 805 fue el puntapié, el disparador que Macri pensó y calculó fríamente para lanzar su plataforma política. Ingresó al club en 1995, tuvo un inicio errático, pero a partir de 1998 la tríada Bianchi - Palermo - Riquelme lo catapultó. Con Libertadores e Intercontinentales, el ingeniero vendió su supuesta sapiencia a la hora de gerenciar entidades deportivas.

 

Cumplió dos mandatos y usufructuó la relevancia que le había dado el Xeneize para jugar en la grande. También le tocó perder, pero más temprano que tarde cumplió su objetivo y llegó a jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Sin embargo, nunca dejó de lado La Boca, puso gente de extrema confianza y entendió que era el reducto clave para sostener su poderío capitalino.

 

 

 

Macri pasó a liderar el PRO y, desde ahí, a partir de todo lo que Boca le había dado, construyó una fuerza política nacional. Delegó la tarea de conducir el club a Daniel Angelici, el tesorero que no le quiso renovar el contrato a Riquelme en 2010 y obligó a Ameal, presidente en ese momento, a desempatar con voto doble.

 

Angelici cumplió a rajatabla todos los deseos de Macri, pero no solo dentro del club. Fue su principal operador en el mundo de la justicia y también de la política. El presidente descansó en el binguero. Pero el titular bostero prometió volver a Japón y no solo no conoció oriente, sino que sufrió cinco derrotas directas con River, cuatro de ellas en certámenes internacionales. Lapidario.

 

 

 

Confiado de que Boca era inexpugnable, el macrismo confió la continuidad este año en Cristian Gribaudo, ex diputado nacional y hasta este martes titular del Instituto de Previsión Social bonaerense (IPS). El aparato del PRO en la Ciudad de Buenos Aires, la lógica del látigo para con las peñas del interior, el mimo a los vitalicios y el peso amenazante de la barra brava. Bajo esos cuatro pilares, Macri y Angelici creyeron que la tenían ganada. Que en Boca salvaban las papas.

 

Pero no, pasaron cosas. A lo Cristina Fernández como cuando anunció a Alberto Fernández, Riquelme jugó magistral y rompió el escenario el 20 de noviembre. Avisó que apoyaba a Ameal y se rompió todo. ¿Quién no iba a querer ir detrás del ídolo? Román jugó la campaña a fondo, sin titubeos, y se puso el equipo al hombro. Metió su segundo caño a Yepes.

 

 

 

Las agrupaciones que, enceguecidas, corrían atrás de Gribaudo pararon la pelota y viraron la mira. El radical Enrique “Coti” Nosiglia, por ejemplo, referente de Por un Boca Mejor, pegó el salto. Y, si bien la base de sustentación de Ameal es mayoritariamente peronista, no es tan lineal la cosa. Ucerreístas y hasta algunos PRO jugaron para el regreso de Riquelme. También entraron en crisis las peñas del interior, no había chequera que aguantara hasta la figura todopoderosa de Román.

 

 

 

Después de varias irregularidades durante la jornada, caída del sistema, faltante de boletas y presión de la barra a los socios, los primeros resultados dieron cuenta de una tendencia irremontable. Ameal ganaba por poco en Interior, ahí donde el oficialismo esperaba sacar una ventaja contundente. En Damas la ventaja fue abismal. El macrismo achicó en Vitalicios, pero Ameal sacó un campo de distancia en Activos.

 

Fue una paliza: más de 22 puntos de ventaja. Contra el aparato del PRO y una construcción que acumulaba más de dos décadas. Ni el tiro del final le salió a Macri, que se retira en horas de la Casa Rosada y selló anoche su boleto de salida del club que lo forjó. De la entidad que lo hizo político.

 

Mauricio Macri ubica a Adela Arning como una de las figuras de la renovación del PRO.
Martín Menem, Karina Milei y Sebastián Pareja.

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