El presidente Mauricio Macri se sacó un peso de encima en la derrota electoral de octubre ante Alberto Fernández. Lo que él consideró, desde lo personal, una derrota aceptable y con buen volumen de voluntades para erigirse como líder opositor, lo llevó a un rélax voluntario total. En Villa Allende, Córdoba, descansó, jugó al golf e hizo reuniones políticas con propios. Pero también dio indicaciones a sus funcionarios mientras caminaba por el campo con un caddy presidencial. “No hagamos nada que requiera mucho esfuerzo de gestión”, les dijo a algunos de sus ministros predilectos y les pidió que en la transición se debatan sólo cuestiones de orden político y se relegue la acción de gobierno. Más allá de la orden puntual, no parece nuevo: hace tiempo que los ministerios dejaron de operar con normalidad y cerraron la persiana.
Riquelme y Macri, una relación compleja desde los años en Boca.
La mayoría empezó una especie de catarsis tuitera con videos institucionales que repasan los cuatro años de gestión. Un caso es el del ministro de Transporte, Guillermo Dietrich, que hizo el resumen de la gestión cuando aún faltaban casi dos meses para terminar el ejercicio.
Otro caso, más simpático, es el del ministro de Producción, Dante Sica. Generó furia entre los industriales un comunicado que difundió la cartera según el cual él y Macri se reunieron con 30 empresarios pymes en Olivos. Los allí convocados estaban entre los “protagonistas de los videos con mayor alcance realizados por el Ministerio” en estos cuatro años. Sica señaló que “la comunicación audiovisual del ministerio fue una herramienta muy importante para contar las historias de los protagonistas de cada industria, de cada emprendimiento, de cada proyecto”. Cuando lo leyeron, los industriales de la UIA se sorprendieron, luego de un período en el que Macri no sólo dejó de lado a las pymes, sino que no tuvo un solo hito rescatable desde el fomento a las fábricas, una tarea central del ministerio.
La última semana fue para Macri un dolor de cabeza. A la rebelión del secretario de Salud, Adolfo Rubistein, con el protocolo del aborto no punible y su posterior derogación, se sumó el mal trago que le hizo pasar Juan Román Riquelme. El presidente refunfuñó ante Daniel Angelici por el fichaje en las filas de la oposición en Boca del mejor jugador de la historia local. Su alfil y titular de la institución de la ribera y el candidato Christian Gribaudo le habían venido que JR10 sería parte de la campaña oficialista. Pero Angelici se enteró por televisión de la jugada política del ídolo.
Cuentan los que estuvieron cerca de Macri que pidió que Angelici hiciera conocer los detalles de las negociaciones que tuvieron con Riquelme. Aseguran que esos encuentros fueron grabados. En la desesperación por devolver el golpe, algunos funcionarios del gabinete le propusieron a Macri un acercamiento con Diego Maradona y una repatriación de Martín Palermo para ser parte de lo que queda de la campaña.
La decisión del ex futbolista fue un doble baldazo para Macri, porque la movida permitió una unidad de la oposición que garantiza una victoria del anti macrismo en Boca. Una elección que puede marcar la extinción del PRO como fuerza hegemónica.
El titular del PJ porteño y jefe del gremio de encargados de edificios, Víctor Santamaría, decidió bajar la lista que comparte con Santiago Carreras para ponerse atrás del pedido de unidad de Riquelme. Así, la lista de Ameal-Mario Pergolini quedó al borde de ganar. Como hasta cinco horas antes del cierre de las listas no se habían definido candidatos en ninguna de las agrupaciones, sus laderos y el propio Angelici le pidieron a Macri que pusiera el cuerpo y jugarea en la fórmula.