Las elecciones en el club deben realizarse, según su estatuto, “un sábado o un domingo de la primera quincena de diciembre”. El presidente saliente, Daniel Angelici, que finaliza su segundo mandato y ya no tiene posibilidad de reelección, consagró como su delfín al secretario general de la entidad y presidente del Instituto de Previsión Social de la provincia de Buenos Aires, Christian Gribaudo. Pero no planea irse del todo. Su deseo de seguir ocupando cargos a nivel de la Conmebol y de la FIFA lo obliga a seguir ligado al club: una vocalía o incluso la vicepresidencia son las opciones que se barajan.
VIENTO DE FRENTE Y DE COLA. El desgaste inevitable de una gestión que, de Macri a Angelici, ya cumple casi un cuarto de siglo; las polémicas políticas permanentes en torno al empresario del juego, que jamás logró escapar a su imagen de operador todoterreno; su fracaso (provisional) en cumplir con la obsesión de ganar la séptima Copa Libertadores; algunas derrotas dolorosas ante River Plate, especialmente la del año pasado en Madrid; la certeza de muchos hinchas de que se entregó mansamente a una serie larga de despojos arbitrales y disciplinarios de la Conmebol, vendetta que atribuyen a su iniciativa fallida de crear una liga de clubes sudamericana paralela; el nivel de desconocimiento relativamente elevado que sigue teniendo Gribaudo; y la ola negativa que parece arrastrar hoy a todo lo que se defina como macrista son los elementos que llevan a la oposición a soñar con que, esta vez, sí se puede.
La ventaja más relevante del oficialismo para resistir la embestida en las próximas elecciones es la división de la oposición.
Sin embargo, el oficialismo también tiene algunas cartas valiosas para resistir el embate. La primera es su manejo férreo de un club en el que, por estatuto, la Comisión Directiva no cuenta con participación opositora, algo que pone la politización del día a día puertas afuera y reduce la capacidad de control de contratos millonarios, que van de la marca de la camiseta a la esponsorización, pasando por ventas de futbolistas sobre las que a veces se informa de modo opaco. Por ejemplo, ante las ideas y vueltas de Carlos Tévez de Italia a la Argentina, de aquí a China y de vuelta al país, el propio Angelici respondió que "ya lo van a ver en el balance anual” al ser consultado sobre los ingresos y egresos de dinero.
La segunda carta del oficialismo es su capacidad de influencia sobre los votos de las peñas del interior y otros bolsones de socios.
La tercera, acaso la más relevante, es la división de la oposición. De hecho, Angelici fue reelecto en 2015 a pesar de que tuvo menos votos que la suma de las candidaturas de Jorge Amor Ameal y José Beraldi. Ni uno ni otro parecen haber sacado por el momento las conclusiones de aquel tropiezo ni que, a nivel nacional, este año es la unidad del 80% del peronismo, congregada en el Frente de Todos, lo que está a punto de sacar a Macri de la Casa Rosada.
A esos dos nombres esta vez hay que sumar el del peronista y sindicalista Víctor Santa María, deseoso de jugar por primera vez con nombre propio en la interna del club. ¿También el del máximo ídolo xeneize, Juan Román Riquelme? El 12 de agosto, un día después de las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) que ganó Alberto Fernández, el ex jugador recibió un mensaje de WhatsApp que decía: "Mañana mando a todos los pibes a pintar las paredes: Riquelme 2019". Era su amigo Sergio Massa. Su respuesta fue la onomatopeya de una risotada: ni sí ni no. El mes de las inscripciones es noviembre... ¿habrá posibilidades de que una nueva finta de JR10 cambie, como en tantas tardes y noches soñadas, el curso del partido?
EN SUS MARCAS… Concurrir a la Bombonera cualquier domingo de fútbol implica, desde hace meses pero de modo cada vez más intenso, abrirse paso entre jóvenes que volantean fixtures y propuestas de los candidatos y pasar por debajo de pasacalles que anticipan la contienda de diciembre y que, de tan numerosos, ocultan el cielo. El despliegue de recursos que se observa desde hace tiempo llama la atención.
Ameal, que propone “recuperar la identidad xeneize”, y Beraldi, que ofrece “volver a ganar”, ya están lanzados otra vez e incluso tienen compañeros de fórmula. Mario Pergolini será el del primero; Rodolfo “Royco” Ferrari, hasta febrero vice de Angelici y hombre a cargo del estratégico Departamento de Interior y Exterior (las peñas), el del segundo. Las diferencias de Ferrari con la actual conducción y sus aspiraciones personales lo eyectaron de la Comisión Directiva. Así las cosas, como hace cuatro años, la idea de una unidad resulta por el momento imposible.
Ameal y Pergolini, fórmula opositora.
Beraldi y Ferrari, otra dupla en competencia.
MÁS QUE UN CLUB. Desde hace ya mucho tiempo la grieta nacional también late en el templo. El repudio a la Conmebol es cantado a voz en cuello por toda la Bombonera en cada partido. En el pasado, ante alguna frustración deportiva, muchas veces los insultos alcanzaron a Angelici, aunque en ese punto la concurrencia se dividió entre quienes lo denostaban, quienes solo miraban y la barra brava que acallaba los gritos con cánticos de aliento al equipo.
Un tiempo después de que Macri llegara a la Casa Rosada, Carlos Zanini, plateísta de larga data del sector A, vivió un escrache muy agresivo de parte de decenas hinchas anti K (ni por lejos la mayoría, pero por entonces envalentonados) que nunca habían siquiera reparado en su presencia. Desde ese domingo, al ex secretario de Legal y Técnica de Cristina Kirchner y ex compañero de fórmula de Daniel Scioli se lo ha visto esporádicamente.
Llama la atención el despliegue de recursos de campaña que se observa desde hace tiempo en los alrededores de la Bombonera.
Para este artículo, Letra P entrevistó a los postulantes más instalados de la oposición (Ameal, Beraldi y Santa María); Gribaudo se excusó de hacer declaraciones.
AZUL, PERO SOBRE TODO AMARILLO. La agenda electoral bostera consta de varios ítems calientes. Uno de los puntos en los que hay coincidencia entre los tres opositores es la necesidad de ponerle fin a la excesiva partidización del club y despegar su imagen de la del PRO, que tiene copada la Comisión Directiva.
Jorge Amor Ameal, presidente desde el 5 de noviembre de 2008, debido a la muerte de Pedro Pompilio, al 14 de diciembre de 2011, le dijo a Letra P que “cuando la política partidaria entra a un club, el club desaparece. Somos enemigos de eso; para nosotros es una premisa fundamental”.
Cuando se le pregunta por qué el partido amarillo se aferra tanto al club, Ameal, quien salió segundo en las elecciones de 2015, recuerda que “Boca dio un presidente de la Nación, como Mauricio. Él encontró en el club exposición y conocimiento, pero no queremos más nada de eso. En lo personal, se sabe que soy peronista, pero meter la política partidaria conmigo va a estar prohibido”.
En tanto, Beraldi, que afirma no haber tenido nunca militancia partidaria, golpea, acaso sin advertirlo, en un flanco bien político al proclamar que “hay que terminar con la lógica de un club cerrado, que trata a los socios como si fueran clientes”.
“A mí no me importa cómo vota la gente que trabaja conmigo ni cuál es su ideología. Tengo amigos de todos los partidos. Mi grupo de gente viene a trabajar y, si en algún momento alguno tiene aspiraciones políticas, va a tener que renunciar. Lo que no quiero es que se haga política partidaria en el club”, agregó.
-Si los dos están de acuerdo en terminar con una etapa de politización extrema en Boca, ¿qué es lo que impide una fórmula de unidad? -les preguntó Letra P a ambos.
La tirria parece personal. “En la elección de 2011, respeté un acuerdo con Ameal y con (Roberto) Digón, por el cual Ameal iba a ser el candidato esa vez y yo, en 2015. Pero cuando llegó el momento, él me dijo que como no había ganado, el acuerdo no existía y no me iba a acompañar”, respondió Beraldi.
"Todos salimos del oficialismo de Macri, nadie se puede hacer el distraído", dijo José Beraldi.
Beraldi, que quedó tercero hace cuatro años, tuvo que lidiar entonces con la acusación de haber actuado como un caballo de Troya del oficialismo, ya que la división del voto opositor posibilitó la reelección de Angelici. Él se defiende. “Todos salimos del oficialismo de Macri, nadie se puede hacer el distraído. Además, en lo personal estoy fuera del club desde hace siete años y medio, durante los que rechacé muchas ofertas para volver”, explicó.
“Nosotros abrazamos cualquier posibilidad de unidad con quienes son opositores, no con pseudo opositores", disparó Jorge Ameal.
“Hay cuestiones políticas. Ameal es peronista o kirchnerista, algo que a mí no me importa porque no valoro de esa manera a la gente. En él hay una cuestión de ego personal. Está en su derecho de seguir su camino”, cerró el tema.
Ameal, en tanto, disparó a repetición. “Nosotros abrazamos cualquier posibilidad de unidad con quienes son opositores, no con pseudo opositores. Hay que leer todo lo que (Beraldi) declaró en el último tiempo: primero dijo sí a un estadio shopping y ahora apoya el proyecto esloveno de ampliación de la Bombonera cuando en su momento sostuvo que era malo. No tenemos nada que ver con ese sector, estamos en las antípodas”.
“Con Víctor Santa María hablé, pero no queremos política partidaria en el club. En la elección pasada él jugó con Beraldi, así que no sé si esta vez va a ser opositor u oficialista”, chicaneó.
Santa María es presidente del Partido Justicialista de la Ciudad de Buenos Aires, secretario general del Sindicato Único de Trabajadores de Edificios de Renta y Horizontal (SUTERH) y director general del grupo de medios Octubre. Consultado por este medio sobre la simbiosis entre la conducción del club y el macrismo, respondió que “si Ameal y Beraldi priorizan sus broncas e intereses personales es porque trabajan para Angelici y le hacen el juego al oficialismo. No hay nada superior a los intereses de Boca. De hecho, los dos trabajaron y formaron parte de la vieja dirigencia, los dos estuvieron en tiempos de Mauricio Macri”.
Santa María, actor emergente en la interna xeneize.
Ante ese escenario, propuso “una elección previa entre todo el arco opositor, para generar una candidatura única frente al actual oficialismo. Trabajar todos juntos para terminar con este ciclo que tanto daño le hizo al hincha y al socio es la única alternativa”. Todo indica que no va a ser posible.
Otra idea de Santa María fue que todos los sectores se encolumnaran detrás de una candidatura de un emblema como Riquelme, pero el ídolo, que prepara un partido de despedida que puede devenir en acto político dado su enfrentamiento histórico con el macrismo-angelicismo, por el momento mantiene silencio.
Juan Román Riquelme, en la tarde-noche del Topo Gigio, su primer desafío a Mauricio Macri.
Beraldi no quiere volver a ser señalado como el responsable de la continuidad de la actual conducción. Por eso hace pocos días difundió un video en el que hizo un último llamamiento a la unidad.
La respuesta de Ameal fue áspera y le puso punto final a las especulaciones.
LOS EJES DE LA CAMPAÑA. El punto más caliente de la agenda electoral es el destino de la mágica Bombonera, ícono del fútbol argentino en todo el mundo y destacada por medios especializados, ex jugadores del club y hasta rivales enconados.
Ante el problema de un escenario que late como ninguno pero que quedó vetusto en su concepción (fue inaugurado en 1940), que resulta incómodo en sus accesos y que, debido a la tendencia a que cada vez más espectadores estén sentados, ha reducido su aforo a 50 mil personas, cada espacio se diferencia con una postura. Y la ideología se cuela por los intersticios del debate.
El oficialismo quiere construir un estadio nuevo, bien a la europea y para 80 mil espectadores sentados, en terrenos adquiridos en Casa Amarilla, operación que organizaciones barriales han cuestionado como una licitación “a medida”. Para los detractores de Angelici, se trata de un “estadio shopping”, elitista y sin identidad.
Ameal insiste en completar el anillo del estadio, proyecto llamado Bombonera 360, que, además, privilegiaría las ubicaciones de popular por sobre las de plateas. Para él, la compra de las dos medias manzanas que dan a calle Del Valle Iberlucea es posible. Para eso planea ofrecerles a los propietarios de las mismas un 20% más que el valor de mercado y, para los renuentes, habla de un proyecto de ley de expropiación en la Legislatura porteña que, de avanzar, los obligaría a conformarse con el valor fiscal de las viviendas. "Los que especulan van a ser los primeros en vender", dicen cerca suyo.
Santa María apunta en la misma dirección.
En tanto, Beraldi, que califica de fantasiosa" a la Bombonera 360, va con otro plan (el llamado "esloveno" por respetar el diseño original del arquitecto de ese origen Viktor Sulcic), que consiste en comprar solo las 19 casas del Frente de Del Valle Iberlucea para, de ese modo, levantar una nueva tribuna que permita ganar entre 18 mil y 22 mil localidades.
Mientras, los hinchas se movilizan en las redes sociales, donde surge que el respaldo a un estadio nuevo fuera del emplazamiento actual es muy escaso. Será Bombonera 360, proyecto esloveno o no será nada, parece. Como resumió Riquelme, dueño del sensor que mide el ánimo de los hinchas: “Hagan lo que quieran, si quieren una cancha nueva háganla, pero asegúrenme que se va a mover como está”.
Otro asunto candente, vinculado a la la limitada capacidad actual del estadio, es el de los socios adherentes, básicamente miembros de una lista de espera para convertirse en activos conforme alguno de estos deje de pagar, se dé de baja o fallezca. Son 120 mil, pagan una cuota mensual y tienen asignado un pequeño cupo en los partidos que Boca juega como local. Su aporte es valioso en términos económicos para un club que recibe mucho de ellos pero les devuelve casi nada.
“Yo creé la figura del socio adherente durante mi presidencia, pero no esta realidad de 120 mil personas que no tienen derechos”.
Beraldi, por su parte, señaló: “Para los adherentes habrá que reservar un sector con tres mil o cuatro mil. El resto seguirá igual, pero sabiendo que con la ampliación de la Bombonera más de 20 mil de ellos pasarán a la categoría de activos”.
Otra vez vuelve la acusación velada de elitismo a la conducción del PRO cuando se pregunta por la vida social y cultural de la entidad. En efecto, la percepción es que Boca es un club de fútbol potente, pero que esos ítems no están ni remotamente a la altura de su importancia.
Para Ameal, “el capital tiene que estar al servicio del hombre y en Boca debe pasar lo mismo. Queremos un club de puertas abiertas, cambiar la seguridad privada que se puso por todos lados por chicos que hoy están afuera y que deberían estar adentro haciendo deporte”.
Beraldi, en tanto, sostuvo que “es bárbaro tener un club ordenado, pero hoy Boca no tiene vida social. Algo que me interesa especialmente es poner en marcha la Oficina de la Mujer”.
De acuerdo con Santa María, “la única virtud de la actual conducción es mostrar balances positivos, aunque eso también hay que revisarlo. La dirigencia macrista usó a Boca, lo partidizó. No terminan de entender cuáles son los intereses que representan y por eso ponen a Boca a su servicio, cuando debería ser al revés”, cerró.
La oposición cuestiona, pero no se une. Angelici, por su parte, se juega todo a conseguir, casi a la hora del adiós, la Copa Libertadores que podría cambiar el ánimo de muchos.
La pelea está declarada.