A Martín Guzmán, el ministro de Hacienda, no lo conoce ningún sector productivo. Por eso el presidente Alberto Fernández lo sentó cerca suyo en un almuerzo que compartieron con la Asociación Empresaria Argentina (AEA). En los hechos, el pupilo de Joseph Stiglitz es una especie de secretario de Finanzas con una responsabilidad suprema y central. Resolver el tema de la deuda, puntapié inicial para que se empiece a ver un hoy ausente plan económico. Por eso, el mandatario le está dando a sus primeros días de gestión una impronta más política que económica, más de relación y búsqueda de apoyo que de anuncio virtuoso, más de contención de ansiedades que de un rosario de buenas noticias.
Fernández, este mediodía, en la comida con AEA.
Los pedidos de acompañamiento que hizo en la comida del Four Seasons, observado desde la mesa más cercana al atril por Luis Pagani (Arcor) y Héctor Magnetto (Clarín), van en esa línea. Hasta hubo gestos amistosos, como el uso de los nombres de casi todos los empresarios para mostrar cercanía. Los mencionó a casi todos en diferentes hechos y momentos. Ya no sólo Héctor es Héctor, sino que Luis es Luis y hasta Kauffman es Sergio. El titular de la firma Accenture, uno de los últimos socios en sumarse a AEA, será anfitrión del presidente en una de sus nuevas oficinas en las que prevé anunciar la creación de nuevos empleos.
Fernández construye hegemonía en el Círculo Rojo como un paraguas. Algo de toda esta movida se entiende con algunos hechos puntuales. El martes a las 17 horas entraron al despacho del Jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, el presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA), Miguel Acevedo, junto a dos de sus vices de peso, el santafecino Guillermo Moretti y el representante de Techint, Luis Betnaza. También fue, por si la reunión lo requería, el economista de la central fabril, Diego Coatz, pero no fueron necesarios sus servicios. Los recibieron, además de Cafiero, los mosqueteros de Fernández, la mesa chica que también lo secundó en AEA: el secretario Gustavo Béliz, el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas y la vicejefa de Gabinete, Cecilia Todesca Bocco. Horas antes, en la última reunión de Junta de la UIA, se habían preguntado por qué no había aún medidas concretas para el consumo, más allá de la moratoria a las pymes.
Luego de pasar por Balcarce 50, los CEOs se fueron con un pantallazo más claro. Entre Cafiero y Béliz explicaron que la prioridad es resolver la deuda, que se hará con una extensión de los plazos de pago y antes de febrero. Que a partir de eso, empezará a verse el detalle fino de un plan económico que tiene una piedra en el zapato. Si no se zanja la discusión de la deuda, no habrá crédito disponible para que empiece a moverse la economía. “Por eso necesitamos tranquilidad en el mercado interno”, les dijeron los funcionarios. Cuando salieron, en la puerta aguardaban para entrar Jorge Di Fiori, presidente de la Cámara de Comercio (CAC) y su mano derecha, Mario Grinnman, además de directivos de Grimoldi. “Estamos dispuestos a construir los consensos necesarios para salir adelante”, explicaron desde la CAC, donde aseguraron que recibieron el mismo mensaje dado a la UIA.
Béliz, activo en las reuniones.
El martes último, Fernández dio el mismo discurso de concordia sin definiciones precisas más que generalidades en el lanzamiento del Plan Productivo del sector Autos que dio la Asociación de Fabricantes (ADEFA), en un acto en la sede del Sindicato de Mecánicos (SMATA).
En principio, como durante este fin de semana ya arranca el éxodo a la costa argentina y uruguaya de los CEOs, se acordó además arrancar en enero con la convocatoria al Pacto Social. Según supo Letra P, será de precios, salarios y consumo, en una primera instancia. Lo que sí se moverá más rápido mientras se negocia la deuda son las cuestiones vinculadas a los precios de productos básicos.
La mesa chica de Fernández, en tanto, tiene algunas particularidades: el rol de Béliz es central, casi más que el de Cafiero, que es la mano derecha del presidente. Pero en el fondo la decisión es de uno. “Es todo Alberto, el que decide hasta lo más pequeño es él”, concluyeron los que lo vienen frecuentando.