Uno de los presentes en la mesa le dijo que las chicas, a veces, eran demasiado ambiciosas. “Eso es un poco machista. Ustedes no son nada ambiciosos, ¿no?”, respondió, rápido de reflejos. Unos meses después, Carolina Castro asumiría como prosecretaria del Comité Ejecutivo de la Unión Industrial Argentina (UIA) y otras siete mujeres la acompañarían con cargos en la entidad. Miguel Acevedo, presidente de la organización, había logrado lo que pocos en la historia de la central fabril: un nivel de inclusión y cupo femenino inéditos.
Cuadro. Acevedo despunta el vicio de la política desde la actividad gremial empresaria.
A principios de los años ´80, Acevedo empezó a trabajar en Aceitera General Deheza (AGD). En los ´90, se casó con una de las hijas del dueño de la compañía. Ya despuntaba el vicio político uno de sus cuñados, Roberto Urquía, el cordobés que le abrió la tranquera de esa provincia al presidente electo de la Nación, Alberto Fernández. Nunca le gustó la política como para acercarse tanto. Por eso, se dedicó a la gremial empresaria. Si bien durante el gobierno de Cristina Fernández asumió un interinato en la UIA cuando reununció el plástico Héctor Méndez, se transformó en presidente electo en la entidad recién en 2017.
Acevedo fue también el primer titular de UIA en irse de su empresa y dedicarse 100% a la central fabril. Su antecesor, Adrián Kaufmann (Arcor), había sido el presidente de la transición entre el kirchnerismo y el macrismo y a Acevedo le tocaría la tarea de afrontar uno de los períodos más duros para las fábricas.
De perfil bajo, sus colegas cuentan que “se hizo dirigente a los golpes”. Siempre en el tren del diálogo, apoyó a Cambiemos cuando en 2017, en un acto en Pilar, Mauricio Macri y la gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal, recién iniciaban un camino que los industriales creían distinto. Sin quererlo y casi como una premonición, fue ese evento en el parque industrial el primer cortocircuito -esta vez, simpático- con el Presidente. Recién operado de la rodilla, Macri parecía incómodo lidiando con una banqueta alta en el escenario. “La próxima pónganme otra silla”, le dijo a Acevedo, contrariado. La banqueta alta la había pedido Ceremonial de Presidencia, pero el dirigente industrial prefirió guardar el secreto.
Otros tiempos, risas con Macri.
El siguiente encuentro entre ambos fue más áspero. Abril de 2018, Quinta de Olivos, reunión de Macri y sus funcionarios con empresarios. De un lado, el presidente junto a Gustavo Lopetegui, entonces vicejefe de Gabinete, y el ex ministro de la Producción Francisco “Pancho” Cabrera. Del otro, Acevedo, Eduardo Eurnekian (Corporación América), Cristiano Rattazzi (FIAT) y Alfredo Coto, entre otros. Mientras Macri celebraba los brotes verdes en la economía, que mostraba señales dispares, Acevedo lo frenó en tono amistoso, pero férreo. “Mire, presidente –dijo-, va a haber una caída fuerte en el empleo y esto que usted dice sobre los autos (la producción tocaba entonces el millón de vehículos) es un 70% importado; se están yendo dólares, no es positivo”. “No seas negativo, vos hablás de los textiles, el calzado, pero esos sectores tienen que reconvertirse, es la economía mala eso”, le respondió Macri.
Acevedo había llevado datos del INDEC de febrero de 2018 a un encuentro que fue en abril. El tiempo le daría la razón: en la gestión Macri hubo 18 meses consecutivos de caída en el PBI industrial. Casi al mismo tiempo, Cabrera había llamado “llorones” a los empresarios fabriles. Fue el crack definitivo con el Gobierno, sin tocar lo ideológico, sólo centrado en la falta de resultados de Cambiemos.
Antes de las PASO, Urquía, cuñado de Acevedo, lo sorprendió. Recibió al entonces candidato Fernández en la planta cordobesa de AGD. Acevedo estaba en París, se enteró del evento cuando bajó del avión en Buenos Aires y vio la foto. Nunca había hablado con Fernández más que algún saludo puntual. El tiempo lo pondría en una relación fugaz pero estrecha que le generó algunos celos entre sus pares, que lo criticaron por acercarse demasiado al poder político.
El candidato del Frente de Todos lo llamó y se reunieron en su búnker de la calle México. Unos días después, con el resultado de las PASO, visitó la UIA entre risas y beneplácito de muchos de los presentes. Un gesto contra-cíclico: Macri siempre había esquivado ese reducto. Antes, había viajado a Tucumán junto al líder de CGT, Héctor Daer, para la celebración del Día de la Industria, un hecho que terminó en una foto con Fernández, gremios y otras empresas en lo que se configuró como el lanzamiento del pacto social del albertismo.
El acercamiento a Fernández, que Acevedo perjura que no es ni será político, terminó con un choque con Cambiemos. Cuando el candidato de la coalición peronista visitó la UIA de Córdoba, asistieron muchos CEOs, entre ellos, Acevedo. Ese evento lo cerró Macri. Cuando se subió al escenario, se lamentó de que Acevedo se hubiese ido antes de tiempo. El aceitero y un puñado de colegas de UIA se habían tomado un avión a Buenos Aires para ver el River-Boca por la copa Libertadores. Signo de los tiempos y consecuencia del malestar de los sectores ignorados, esos que avisaron de la crisis bastante antes de que ocurriera.