Su máxima preocupación por el momento son los números rojos del municipio rosarino que el socialismo abandonará tras 30 años de gobierno. Pero el intendente electo Pablo Javkin sabe que es observado desde arriba. Sabe que tanto el peronismo como las ramas de Juntos por el Cambio siguen de cerca sus movimientos. Él juega el juego, tensa al socialismo en la interna provincial y no se niega a ninguna foto en la escena nacional.
En ocho días metió reuniones con los dos máximos aspirantes a la presidencia, Alberto Fernández y Mauricio Macri, y en el medio coló una actividad de la UCR en Buenos Aires junto al candidato a senador Martín Lousteau. A ninguno le dijo que no. Tampoco le negó un encuentro a la diputada provincial electa Amalia Granata, foto con la que se ganó el rechazo de parte del progresismo que lo ve como un aliado.
Javkin es hoy una figurita deseada. Acaso más deseado por extraños que por los propios. Es que en el pago chico tiene dificultades en varios planos. Va a asumir una intendencia con acuciantes problemas financieros y siente que el socialismo le retacea información básica. Si la transición de Miguel Lifschitz y Omar Perotti es convulsionada, la rosarina no anda muy lejos.
En el aspecto más político y rosquero también hay sinuosidad en el vínculo de Javkin con sus socios. El intendente electo reniega del presente del Frente Progresista y no confía ciegamente en Lifschitz. “Los socialistas no entienden que perdieron y Pablo ganó”, le dice a Letra P un dirigente que se sienta a la mesa chica del futuro jefe comunal.
“Ya no hay liderazgos excluyentes en el Frente Progresista”, entienden en Creo, la fuerza local que lidera Javkin, y la prioridad pasa ahora por respaldar a las jefaturas propias de las dos ciudades más grandes de la provincia: la Rosario que conducirá y Santa Fe, que gobernará Emilio Jatón.
El reverdecer de la discusión por la reforma constitucional –entiende el electo– es una buena oportunidad para volver a poner en agenda la autonomía municipal de Rosario, la ciudad más grande de la provincia, con ciertas limitantes a la de hora de disponer de los recursos que genera y le corresponden. Lifschitz se esfuerza por estos días en contener los votos de los diputados progresistas y evitar el impulso del PJ. Javkin no estaría en la misma sintonía y preocupación.
El día después del primer debate presidencial, el mandatario electo Perotti le armó agenda a Fernández en Rosario e invitó al rosarino a sumarse a la ronda de café. Javkin se sentó a la mesa del dúo peronista en el piso 15 de un hotel cinco estrellas y les manifestó las dificultades que le esperan, el “ahogo financiero” al que –juzga– será sometido.
El peronismo que volverá a gobernar no le pondrá palos en la rueda. Perotti sabe que no puede prescindir de la trascendencia de Rosario y sabe también que Javkin puede ser un aliado silencioso ante su verdadero adversario, el socialista Lifschitz, quien hará oposición desde la Cámara de Diputados. Sin la ayuda de la provincia, Rosario no puede. Javkin necesitará de la ayuda de Perotti. Alcoyana, alcoyana.
El presidente del PRO provincial Federico Angelini fue el artífice del encuentro que mantuvieron Macri y Javkin en el aeropuerto de Rosario y que se extendió por unos veinte minutos. El futuro intendente le habló al presidente de su sentir “muy preocupado” sobre la situación del municipio, tal como se lo manifestó a Fernández. Gane quien gane, precisará de la Casa Rosada.
En Juntos por el Cambio también le siguen los pasos. El macrismo lo buscó para sumarlo a sus filas, pero él siempre dijo que no. Hasta Marcos Peña le pidió que juegue con el todavía oficialismo. Pero siempre rechazó el convite y se quedó en el progresismo santafesino.
“Sería ingenuo pensar que el PJ no va a venir por Rosario. Además, los votos de Pablo son los de (Roberto) Lavagna y Macri y, la verdad, no vemos un escenario donde haya tercios en la provincia”, analiza un operador amarillo.
Los macristas, a los que les espera una reconfiguración en Santa Fe, entienden que la política a futuro se dividirá entre peronistas y no peronistas, que ya no habrá espacio para tres. Y Javkin, en esa línea, puede ser un gran vaso conductor entre las partes.
En el medio de ambos encuentros con los candidatos, Javkin tuvo tiempo para sentarse a la mesa de presentación del libro “Adelante radicales”. Allí se encontró con Martín Lousteau y el presidente de la UCR, Alfredo Cornejo. El rosarino fue presidente de la Juventud Nacional de la UCR, pero creció políticamente de la mano de Elisa Carrió en el ARI. Ahora que navega por las aguas de las grandes ligas, los correligionarios que hablan de “pan radicalismo” lo cuenta como uno propio.
De 47 años de edad, Javkin será el intendente no peronista con mayor cantidad de votos obtenidos. A su lado aseguran que las cumbres con los popes solo tienen el objetivo de encontrar “recursos para poder gobernar” y repiten que el líder de Creo apunta a gobernar Rosario por ocho años y “no es competencia de nadie”. Los rosarinos son prioridad en la agenda del intendente electo, pero eso no quita que sea una figurita atractiva para varios. Buscada y deseada.