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Crece la tensión entre Javkin y el socialismo por los números rojos de Rosario

Transición convulsionada en la cuna del socialismo. El intendente electo se queja de la demora en el envío de información. Acusan a Lifschitz, con quien ya se disputan el control del progresismo.

“Hay mucha tensión, no blanquean los números”, se queja a viva voz uno de los integrantes de la mesa chica que rodea al intendente electo de Rosario, Pablo Javkin. Pese a ser socios dentro del Frente Progresista, la transición de gobierno entre el socialismo y el ex radical acumula espinas.

 

Los números, el rojo de la Municipalidad. Esa es la principal preocupación y la que se roba las horas en el comando de Creo, la fuerza local mediante la cual Javkin accedió a liderar el Palacio de los Leones. Prueba de ello, este mes los sueldos de gabinete y autoridades superiores se pagan de manera desdoblada.

 

La cosa sería más sencilla si el socialismo revelara sin palos en la rueda la situación financiera real del Estado rosarino. “Para que haya una sociedad tiene que haber dos voluntades. Si quieren que nos vaya bien nos tienen que ayudar con los números”, reclamó un dirigente que trabaja junto a Javkin desde la época universitaria.

 

En las últimas dos semanas la información comenzó a ser entregada, “tarde” y “con mucho tiempo de ocultamiento”. No obstante, le sirvió a Javkin para dimensionar el complejo escenario que le espera.

 

 

 

El secretario de Gobierno, Gustavo Leone, y el de Hacienda, Santiago Asegurado, actuales funcionarios, ponen la cara por el Partido Socialista en la mesa de transición. “Pero responden a (Miguel) Lifschitz y el que tiene que dar la orden de que nos den todo es él”, bramaron al lado de Javkin en diálogo con Letra P. La intendenta Mónica Fein no es interlocutora.

 

La disputa de poder hacia dentro del espacio se cuela entonces en el traspaso de mando. A futuro, quizás más temprano que tarde, Javkin quiere convertirse en un referente de la oposición y reunir detrás suyo a lo que llama “pan radicalismo”.

 

El gobernador Lifschitz, por su parte, ejercerá desde la presidencia de la Cámara de Diputados, si es que resulta elegido para ese cargo, el liderazgo del Frente Progresista. Desde allí jugará su juego.

 

 

 

La escalada de conflictividad es tal que, por el momento, puso en duda la inclusión de socialistas en el gabinete de Rosario. Letra P manejaba la información de que el titular de Vialidad Provincial, Pablo Seghezzo, sonaba como número puesto, pero se desechó su nombre. “Era uno de los nombres, pero ahora está afuera”, aseguraron cerca del intendente electo.

 

Por otro lado, uno de los elementos que más llamó la atención a los entrantes es la “dependencia extrema” del municipio para con el gobierno provincial en los últimos doce años, los gobernados por el Frente Progresista. “Rosario no vive sin la ayuda de la provincia, la situación es explosiva”, reveló otro de los integrantes del núcleo duro de Javkin.

 

El actual concejal y sus laderos pusieron la mira especialmente en Salud, área de índole municipal que, afirman, no funciona sin la ayuda de la provincia. Con un gobierno superior del mismo color político, la cosa marchaba. Pero Javkin tendrá a un mandatario peronista como Omar Perotti encima suyo.

 

Vamos, el espacio que nuclea a intendentes y presidentes comunales peronistas de Santa Fe.
Federico Angelini y José Nuñez, junto a Patricia Bullrich.

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