BIO. Nació en Rosario el 13 de septiembre de 1955. Es ingeniero civil y arrancó su carrera en el ámbito municipal en el año 1989, durante la gestión del ex dirigente del Partido Socialista Héctor Cavallero. Luego, bajo las intendencias de Hermes Binner lideró varias carteras hasta que, en 2003, le llegó su turno. Fue electo intendente y estuvo al frente del municipio rosarino durante ocho años, hasta 2011. En 2007 fue reelecto con más del 57 por ciento de los votos. Entre 2011 y 2015 fue senador por el Departamento Rosario, donde esperó su oportunidad para arribar a la Casa Gris. Lo logró en una histórica elección. Se consagró gobernador tras aventajar por apenas 1496 votos al macrista Miguel Del Sel. Pretende continuar otro mandato, pero la Constitución provincial no permite la reelección. Este año enviará el proyecto de reforma a la Legislatura.
-Tanto usted como el presidente Macri llevan poco más de dos años como mandatarios, ¿cómo es la relación entre ambos?
-Ha tenido algunos vaivenes, con el correr del tiempo se ha estabilizado en marco de relación institucional madura, cordial, tanto con el Presidente como con los ministros, sabiendo cada uno el lugar donde está parado y las diferencias que nos separan.
-¿Está dentro de lo que usted esperaba?
-Sí, porque creo que es natural que el Gobierno o el Presidente tenga mayor afinidad con determinados sectores, gobernadores, algunos porque son de su propio palo, de Cambiemos, y otros porque juegan muy en sintonía por razones de afinidad política o necesidad, por lo que fuere, como algunos gobernadores. No es el caso nuestro. Más allá de haber compartido algunos temas y tratar de buscar siempre articular y coordinar, obviamente no estamos en ninguno de esos grupos. Nosotros podemos tener cierta autonomía y libertad, margen de acción para tener nuestras propias definiciones, que a veces pueden coincidir con el Gobierno, pero en muchos casos no coinciden.
Santa Fe midió 26,1% de inflación en 2017 y aplicó la cláusula gatillo. (Foto: Vanesa Fresno)
-¿En términos de política económica, este gobierno no logró corregir los errores del anterior?
-Obviamente que el modelo es distinto al del gobierno de Cristina Kirchner pero los problemas estructurales que recibió la Argentina al comienzo de esta gestión, en diciembre de 2015, no se han resuelto en absoluto, incluso algunos se han agravado. Hoy tenemos un nivel de inflación que ha disminuido un poquito, pero que está lejos de las metas que se había planteado el Gobierno. A esta altura ya deberíamos estar en una inflación de un dígito y, en nuestro caso, acabamos de dar el índice de 26,1 por ciento el año pasado, ligeramente superior al nacional. El déficit fiscal se ha incrementado, el déficit comercial es el mayor de los últimos veinte años, el nivel de endeudamiento ha crecido peligrosamente, este año por primera vez tuvimos un crecimiento en la actividad económica pero fue muy leve e impulsado por la construcción y el sector agropecuario. Pero no es para nada la recuperación de la economía y lo mismo ocurre con el empleo. Muchos datos positivos en la economía no hay, por el contrario, son preocupantes. Es la materia pendiente que tiene el Gobierno, la más importante. Porque además, si algo se esperaba del gobierno del presidente Macri, era justamente que lograra encaminar la economía.
"(Lo de Triaca) que le está haciendo un gran daño al Gobierno (...) Sobre todo en un gobierno que se plantea como una recuperación ética y republicana de la Argentina, la otra cara de la moneda frente a los hechos de corrupción del gobierno anterior".
-¿Qué rescata como positivo de este Gobierno?
-Hay un mayor nivel de diálogo político, o por lo menos institucional, aunque no siempre es correspondido con acciones. Hay más cercanía de los funcionarios, del propio Presidente, que ha venido a Santa Fe no menos de siete u ocho veces en estos dos años. Lo mismo ha hecho en otras provincias, eso es bueno. Ha recuperado protagonismo el Congreso y eso también es bueno. Creo que hubo algún intento de jerarquizar una cierta independencia del Poder Judicial, pero hoy por hoy no se vislumbra que eso sea una política firme. Se vuelven a visualizar interferencias e injerencias del oficialismo sobre la Justicia. Creo que en el inicio hubo algunas decisiones que fueron correctas, comparto la idea de salir del cepo cambiario, la de resolver el tema de los holdouts. Había que reestablecer un marco de apertura y de relaciones internacionales que se había perdido en los últimos años, pero tomando recaudos.
-¿Qué opinión le merece la situación del ministro de Trabajo, Jorge Triaca, que tenía una empleada en negro?
-Me parece que es un caso muy emblemático y creo que le está haciendo un gran daño al Gobierno. Desde lo simbólico, que un ministro de Trabajo tenga un empleado en negro resulta no solo paradójico, casi parece una broma. Y que además haya usado su posibilidad de designar gente en un gremio intervenido, justamente por causas de corrupción, para nombrar a esa misma empleada en cargos cuasi públicos, entraña ya una falta de ética más grave. Sobre todo en un gobierno que se plantea como una recuperación ética y republicana de la Argentina, la otra cara de la moneda frente a los hechos de corrupción del gobierno anterior. Cuando tiene una investidura tan importante hay un compromiso de ejemplaridad que hay que respetar y hay errores en esos lugares que no se pueden ni se deben cometer.
"El déficit fiscal se ha incrementado, el déficit comercial es el mayor de los últimos veinte años, el nivel de endeudamiento ha crecido peligrosamente, este año por primera vez tuvimos un crecimiento en la actividad económica pero fue muy leve (...) Muchos datos positivos en la economía no hay".
-¿Le sorprendió que no haya renunciado y que no se le haya pedido la renuncia?
-Sí, las dos cosas me sorprenden.
-¿Va a contramano del relato de Cambiemos?
-Creo que sí.
-En Santa Fe se teje la posibilidad de construir una nueva fuerza y se habla de la posibilidad de integrar a socialistas y peronistas, ¿se malinterpretó su idea de relanzar el Frente Progresista?
-La idea es simple. A veces los términos, las especulaciones o la interpretación que hace uno u otro periodista le va dando un cariz más en un sentido que en otro. Pero básicamente nuestra idea, y en eso hay consenso entre los distintos dirigentes del Frente, es no quedarnos con lo que tenemos, que es mucho y lo hemos consolidado en todo el territorio. Hoy no hay una fuerza con más presencia y poder territorial que el Frente Progresista. En 2017 hemos hecho la mejor elección de nuestra historia en lo local, con la excepción de Rosario. Ganamos Santa Fe, Villa Gobernador Gálvez, nuevas ciudades. Como socialistas tenemos dos nuevos intendentes, como Frente Progresista ganamos más de treinta comunas que eran del peronismo o partidos vecinales. Lo que tenemos es importante pero hay que ampliar la base de sustentación. Esto implica abrir una convocatoria a dirigentes sociales, de instituciones intermedias, a dirigentes que en algún momento estuvieron dentro del Frente y por alguna circunstancia se fueron alejando, sectores del radicalismo, de nuestro propio partido. Y esto también incluye a algunos dirigentes del peronismo. De hecho, en estas elecciones en el Frente tuvimos candidatos a presidentes de comuna que son peronistas.
"Argentina, más que un proyecto anti Cambiemos, necesita un proyecto superador de Cambiemos pero también superador de las distintas experiencias del peronismo anterior, del menemismo y el kirchnerismo".
-¿El grupo de senadores del PJ es el que tiene mejor feeling con el socialismo?
-Algunos de ellos. Son once senadores que no tienen una identidad política común. Si bien son todos justicialistas, responden a distintos liderazgos. Algunos están más cerca de (Omar) Perotti, otros han estado más cerca del kirchnerismo y otros tienen una mirada más territorial. El hecho de compartir la Cámara les da un denominador común pero eso no quiere decir que vayan, desde el punto de vista político o electoral, a actuar como un bloque.
-¿Por qué no acuerda con la idea de armar un frente anti Cambiemos?
-Hoy por hoy no veo una sociedad que esté reclamando ese tipo de armado político. Si hubiera una situación de crisis, de riesgo, de amenaza para el país, uno podría pensar "vamos a juntar todo para ganarle a tal o cual candidato, proyecto". Pero hoy no veo esa necesidad y creo que Argentina, más que un proyecto anti Cambiemos, necesita un proyecto superador de Cambiemos pero también superador de las distintas experiencias del peronismo anterior, del menemismo y el kirchnerismo. Para mí el desafío es construir esa propuesta, que no es no anti Cambiemos ni anti kirchnerista, corre por otros carriles.
-¿En ese carril es dónde hay que leer sus reuniones recientes con Margarita Stolbizer y Ricardo Alfonsín?
-Sí, por ahora son solamente exploratorias, con la idea de recuperar la charla que habíamos tenido el año pasado. Margarita es una referencia importante es el espacio progresista a nivel nacional, es una figura instalada, conocida, tiene prestigio personal, su experiencia con el massismo no fue buena para ella.
-¿Acercarse a ella implica acercarse al massismo? ¿La relación es transitiva?
-No, de ninguna manera. Tengo la sensación, si bien ella no lo dice, que está un poco de vuelta de esa experiencia, y yo la considero una referencia importante. El mismo caso que Ricardo Alfonsín, no solo por lo que simboliza su historia, su apellido, sino porque es una persona honesta, muy identificado con los ideales progresistas del radicalismo, que no se siente cómodo dentro de Cambiemos. Creo que representa un sector de radicales de todo el país, algunos de aquí de Santa Fe, que se sienten incómodos en ese lugar, con lo cual me parece que también es una referencia importante para nosotros. Creo que a partir del proceso electoral del año pasado, se abre de nuevo el espacio para que aparezca una fuerza alternativa. Me parece que la polarización llegó a su techo.
-¿Es descabellado pensarlo como líder nacional de esa fuerza alternativa?
-Yo todavía tengo mucho trabajo acá en la provincia, no tengo mucho tiempo para ocuparme de los temas nacionales. Este año es clave para la gestión de la provincia, así que mi esfuerzo y energía está puesta aquí en Santa Fe.
-¿Realmente está “muy verde”, como usted dijo, la chance de alcanzar una reforma constitucional en la provincia?
-Estas cosas van madurando sin que uno se dé cuenta y de golpe se dan las condiciones para que madure del todo o no. Venimos avanzando, hay buen diálogo, ninguno de los actores que tiene que definir tiene posiciones negativas. Creo que hay que despejar especulaciones. La reforma es muy importante independientemente del tema de la reelección y sería un gran legado para las futuras generaciones que la dirigencia política de esta época, tanto en la Legislatura como en el gobierno, le dejara una Constitución moderna a Santa Fe. Vamos a ponerle todas las pilas este año.
"Si puedo lograr una reforma constitucional dentro de mi mandato, o por lo menos dejarla lanzada, me doy por satisfecho (...) (La reelección) no es lo determinante"
-¿Marzo es el plazo máximo para derivar el proyecto a la Legislatura?
-No tengo un plazo máximo, tenemos dos años. Estaría bueno si lo pudiéramos hacer ahora, pero si fuera en junio, julio o septiembre estamos a tiempo.
-¿Tiene en mente que todo el proceso, desde el envío del proyecto, su aprobación y finalmente la convención, termine antes de 2019?
-Sí, pero no necesariamente debiera ser así, podría extenderse más tiempo. Si puedo lograr una reforma dentro de mi mandato, o por lo menos dejarla lanzada, me doy por satisfecho.
-¿No importa que se ponga en juego su hipotética reelección?
-No es lo determinante, por lo menos para mí. Desde luego que me gustaría, porque hay un montón de cosas en marcha, algunas de las cuales voy a dejar totalmente plasmadas, otras encaminadas. Tenemos un plan para varios años en la provincia, de infraestructura, de iniciativas, de reformas del Estado, que no vamos a poder terminar en dos años. Pero tampoco eso me desvive, nadie es imprescindible, seguramente el que venga después seguirá con las cosas.