ENFOQUE

Correo: el costo público de no dejar los asuntos privados en la puerta de la Casa Rosada

Los escándalos del Correo y de los aumentos jubilatorios a la baja empujaron a Macri a hablar desde el Salón Blanco. La cadena nacional que no fue tal y las deudas con Franco por los favores recibidos

"No, mi padre es un capítulo aparte", contestó Mauricio Macri cuando la conferencia de prensa que había convocado pocas horas antes ya promediaba su final. Uno de los periodistas que resultaron sorteados para las nueve preguntas que concedió la Casa Rosada le preguntó si se había comunicado con la diputada Elisa Carrió por la controversia del aumento a la baja de las jubilaciones y si había hablado con su padre Franco sobre el escándalo del correo. El Presidente sonrió y apeló a una de sus habituales ironías para capear la consulta: “Mi padre y la doctora Carrió no congenian mucho", respondió. Para entonces, el principal objetivo de la conferencia de prensa había sido cumplido en el tramo inicial.

 

A las 16.46, media hora después de la hora prevista, las puertas espejadas del ala derecha del Salón Blanco se abrieron. Primero apareció su portavoz personal, Iván Pavlovsky, y luego entró Macri. Raudo y sin demoras tomó el control del atril preparado sobre la tarima y miró a las cámaras de televisión que lo apuntaban desde el fondo del mismo salón donde recibió los atributos presidenciales de manos del senador Federico Pinedo. Delante del mandatario, a la izquierda, estaba toda la prensa acreditada. A su derecha, en primera fila estaban la vicepresidenta Gabriela Michetti, el jefe de Gabinete, Marcos Peña; su secretario de Comunicación Pública, Jorge Grecco, y el secretario general de la Presidencia, Fernando De Andreis.

 

La utilización del máximo salón del poder presidencial argentino para una conferencia de prensa no fue casual. El equipo de Comunicación de la Rosada combinó la tradicional y acartonada escenografía de los mensajes por cadena, con un Macri que dedicó sus primeros tres minutos a pronunciar un premeditado y ejercitado discurso, donde resaltó el valor del vínculo que lo une con su audiencia de votantes. Una relación construida, según dijo, desde que resolvió dedicarse a la política luego de presidir el Club Boca Juniors y transitar una carrera personal que hace más de un año lo llevó a ganar la jefatura del Estado Argentino. A pesar de las críticas que desató poco después, la alocución inicial buscó reparar el daño que le provocó a ese vínculo el escándalo del Correo. Tan hondo ha sido el impacto por la ventilación pública de la quita millonaria que pactaron los abogados del oficialismo con la empresa del Grupo Macri, que el mandatario decidió laudar el debate interno de su gabinete con un inesperado regreso a la Casa Rosada. La semana anterior, sus voceros habían anunciado el inicio de obras en el Palacio (por 286 millones de pesos) y su mudanza, casi forzada a la residencia de Olivos por más de 30 días.

 

La alocución inicial simuló los atributos de una cadena nacional. Macri no miró a la prensa ni a nadie delante de él. Sólo apuntó a las cámaras que transmitían en vivo, como lo hicieron decenas de mandatarios, ubicados en la misma tarima, pero sentados en el añejo escritorio presidencial. En la escena elegida por Cambiemos sólo faltaba ese mueble. Desde el atril, Macri fue al grano del escándalo.

 

Luego de hablar de su pasado, de su compromiso con el prójimo y del desprendimiento de sus propiedades, intentó mostrarse autocrítico: “Para mí, lo importante es esa relación. Pero faltó algo de mi parte, porque así como me ocupé de hacer un fideicomiso ciego con mis propiedades, no pensamos un mecanismo para estas controversias judiciales”.

 

Fue el prólogo del plato fuerte del anuncio: “Empecemos de cero. Queremos un acuerdo integral de todo este problema de 14 años sin solución”, con “la mayor transparencia posible”, dijo el mandatario antes de respaldar al ministro de Comunicaciones, Oscar Aguad, que seguirá jurando hasta el final que Macri no sabía nada del acuerdo entre partes que había avalado su administración con la empresa de su padre.

 

PASADOS QUE DUELEN. La ventilación pública de la quita pactada sobre la deuda que mantiene la empresa Correo Argentino S.A. con el Estado (por la fallida privatización del servicio telepostal nacional entre 1997 y 2003) exhumó algunos detalles que el Presidente y su equipo de comunicación prefieren olvidar. Uno de esos datos, casi enterrados en el pasado, es que Franco accedió a disputar la privatización del correo por la insistencia de Mauricio, el mismo que lleva 14 años con esa carga sobre sus espaldas. No sería la única deuda personal del Presidente con su padre. Desde que Mauricio ocupa la Casa Rosada, también le debe a Franco un favor judicial de mucho peso, como es la autoinculpación que hizo el patriarca del clan frente las investigaciones penales que indaga la Justicia Federal por el caso Panama Papers.

 

Luego de rescatar la “dedicación, el trabajo en equipo y la honestidad” de los ministros que perjuran el desconocimiento presidencial sobre la quita que estuvo a punto de beneficiar a su padre, Macri fue más allá. “La ley es igual para todos, acá no hay privilegiados: aplica igual para un amigo, un pariente, un humilde o un poderoso”, sentenció y luego cerró el mensaje. “No previmos un mecanismo de difusión y discusión de lo que se estaba haciendo. Por eso, yo lo he instruido al doctor Aguad a que volvamos a foja cero, porque lo bueno es que no hay ningún hecho consolidado, acá no sucedió nada todavía, no se condonó, no se pagó, no se cobró”, remarcó el heredero más famoso de Franco para retroceder y blanquear el plan de reducción de daños que, durante todo el fin de semana pasado, desató febriles discusiones dentro del Gobierno sobre la forma más efectiva de salvar al Presidente de un escándalo que había comenzado a jaquear su credibilidad. El hecho que terminó de volcar las opiniones a favor de la conferencia en el Salón Blanco fue el escándalo que retumbó el día anterior en el Congreso, cuando se supo que la ANSES (sin consulta alguna con la UCR y la Coalición Cívica) había limado el aumento jubilatorio semestral previsto por ley.

 

TOMA Y DACA. Si la expectativa de Franco era que su hijo revirtiera de una vez por todas el error que le hizo cometer dos décadas atrás con el Correo, el Presidente le dejó en claro que ya pagó un alto costo político por intentarlo y desde el Salón Blanco le señaló que hizo todo lo que pudo, pero sin grandes certezas de éxito. Con un rostro pálido y demudado por el impacto del desgaste, Mauricio tampoco deshonró el salvataje que le dedicó su padre con los Panama Papers: si Franco no se autoinculpaba de todos esos movimientos realizados por el Estudio Mossack & Fonseca, Mauricio tendría sobre sus espaldas otra imputación penal, quizás peor que las tres que ya enfrenta.

 

“No lo vemos así. Nuestro balance es positivo. La conferencia fue como un ordenador. Se discutían dos cosas que nunca habían pasado: la supuesta condonación y la supuesta reducción del haber jubilatorio, pero nadie parecía querer entender”, evaluó este jueves por la noche uno de los funcionarios que tuvo en sus manos la planificación del mensaje.

 

La primera etapa del plan de reducción de daños que implementó el Presidente arrojó un resultado positivo dentro de la Casa Rosada. Las incógnitas ahora están en la Justicia. Ante las consultas de Letra P, los mismos asesores presidenciales reconocieron que no hay garantías de éxito para la marcha atrás que anunció Macri. Detrás de la escena, también admitieron que, luego del intento de limar los aumentos jubilatorios, la relación con Carrió no es la mejor.  Es cierto lo que dijo el Presidente: la socia de Cambiemos nunca congenió con su padre. El problema es que el escándalo del Correo y la resolución de la ANSES lo pusieron a Mauricio casi en el mismo lugar que ocupa su padre dentro del patíbulo verbal y político que construyó la chaqueña y que ahora amenaza con activar en el Congreso. También dentro del Ejecutivo, de la mano del Procurador del Tesoro, Carlos Balbín, que ya comenzó una auditoría sobre un conflicto de intereses que trizó la credibilidad de Cambiemos. Ahora, el Presidente busca revertirlo a toda velocidad, antes de que sea demasiado tarde. 

 

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